3.1 LAS VACACIONES

Tres de enero

Heb. 4:9-13

Cuando el calendario nos anuncia que se acercan las vacaciones nos preparamos a fondo para aprovecharlas al máximo. Ya se sabe, el hombre es un animal que tiene muy en cuenta el qué dirán y todo nos parece girar en torno a un intento de mejorar su imagen. Pero, aunque este tipo de preparación abarca todos los campos (desde la elección del ideal lugar de descanso hasta la financiación necesaria y las actividades a realizar), es en el aspecto personal donde empleamos más tiempo. Así, semanas antes de que se inicie el descanso (¿el cambio de actividad?) se hace lo imposible para borrar o reducir las feas redondeces que el sedentarismo ha creado en nuestro cuerpo. Queremos lucir una figura lo más cercana posible a la que la moda indica que es ideal y no regateamos los medios para conseguirla.

Entonces, si nos preparamos tan bien para las vacaciones físicas, ¿por qué no hacemos igual para las espirituales? Ah, pero lo malo es que aquí, ahora, aparece un elemento muy nuevo: ¡Dios nos ve desnudos y sin que podamos tapar o disimular los defectos! Por lo tanto, todos los medios de preparación que debemos usar para ir al reposo vacacional con cierta dignidad son unos otros que, además, están bien identificados en el pasaje sugerido.

Veamos: En primer lugar está la creencia de que existe un reposo espiritual para nosotros que basándose en la obra de Cristo (tan perfecta como lo fue la creación de todas las cosas), nos da un cierto derecho a disfrutarlo, pero a la vez introduce una veraz obligación. Desde el texto básico que estamos comentando se nos invita a que procuremos entrar en el reposo del Señor aprendiendo bien del fracaso de la generación israelita que salió felizmente de Egipto y que, a causa de su incredulidad, no entró en la tierra prometida. Segundo, como quiera que ese descanso, ese reposo, es estar ya en la real presencia de Dios, conviene que lo empecemos a disfrutar aquí, a la espera de los definitivos cielo y tierra nuevos, Apoc. 21:1. Para ello, nada mejor que sumergirnos cada día en la Santa Biblia que es viva y eficaz y más cortante que una espada de dos filos…. Sí, a través de ella, o más bien, gracias a ella, podremos limar, rebajar, eliminar, ese exceso de quilos del alma que tanto parecen afearnos, pues como ya discierne las intenciones del corazón nos puede servir de régimen perfecto. Tercero, una vez inmersos en el conocimiento que da la Palabra del Señor, que nos penetra hasta partirnos el alma y el espíritu, podemos llegar a saber cuál es su voluntad para nosotros y ponerla en práctica aunque para hacerlo, tengamos que pasar por una terapia muy rigurosa y molesta.

Con todo, los resultados de tanto esfuerzo no sólo serán visibles para Dios, sino que podrán ser observados también por nuestros semejantes que es un fin concreto para el que no debemos regatear medios.

Hay un reposo eterno, sí, para nosotros los creyentes y tendremos vacaciones; vale la pena, pues, prepararse bien, a conciencia haciendo la voluntad de Dios sabiendo que si bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos del Aquel a quien tenemos que dar cuenta…, también, que si en algo fallamos, nos va a defender el mejor abogado de todos los tiempos, 1 Jn. 2:1.