Monthly Archives: enero 1994

9.1 EL SUEÑO

Nueve de enero

1 Rey. 3:5-15

Cuando leemos el pasaje sugerido tenemos la sensación de estar viviendo en otra galaxia a causa de la diferencia entre la reacción de Salomón y la nuestra. Diferencia que, sin embargo, es un reto para nuestra vida espiritual.

¿Cómo son en realidad nuestros sueños…? Sabemos que en la antigüedad los sueños eran importantes y desde la perspectiva bíblica un vehículo de la revelación que Dios usaba con personas a quienes había dado ese don (hoy tenemos la Biblia, su Palabra, para lo mismo). También, que su interpretación era una gracia del Señor y no una técnica humana que podía adquirirse a voluntad, tanto es así, que en Deut. 13:1-3 hasta se nos prohíbe hacerlo ya que tiende a la idolatría. Mas, ¿cómo son nuestros sueños? Dios le dice al hijo de David recién ascendido al trono que le pida un deseo… Si nosotros hubiésemos estado en su piel, ¿qué habríamos pedido? Sabemos que él pidió capacidad para cumplir muy bien con su trabajo y responsabilidad para gobernar; pero, ¿y todos nosotros? ¿Sabemos siquiera qué trabajo pendiente tenemos en la obra del Señor y cuál es nuestra misión en la predicación del Evangelio en nuestro ecosistema? Bien, tenemos de ser capaces de identificar las dos cosas. Salomón, dijo: Tú me has puesto aquí, dame fuerzas para no decepcionarte. Esta y no otra debiera ser nuestra oración cotidiana.

¿Mas que soñamos…? Es necesario que aprendamos a soñar despiertos y a creer en los sueños del Señor, en las promesas de Dios, en las órdenes del Padre… Muchas veces no oramos porque tenemos miedo de que el Señor conteste a nuestras peticiones… y que nos las quite si no sabemos aprovecharlas. El sueño con Dios, el estar en contacto con Dios, debe ser una realidad en nuestras vidas. Debemos orar y pedir por aquello que creamos de verdad. Pedir para saber su voluntad (porque, ¿cómo vamos a obedecer si no sabemos lo que quiere?), pedir para que seamos capaces de llevar a cabo la responsabilidad del trabajo que aquellos hermanos de la comisión Pro Cargos nos han adjudicado guiados por el Señor. Pedir las fuerzas necesarias para ser las lumbreras que se espera de nosotros. Pedir para servir a los demás; pedir, en fin, para predicar el evangelio por palabra y obra hasta que la muerte nos lo impida.

Y es que todos tenemos un trabajo real, un reino en el que gobernar justamente, una responsabilidad puesta por Dios que debemos desarrollar lo mejor posible. Por eso hemos de estar atentos para identificar su voz y recabar su ayuda si fuese preciso, teniendo en cuenta que si la pedimos para serle testigos no sólo nos la dará, sino que nos agregará el resto de todas las cosas.

Terminamos: El Señor se presenta muchas veces y de muchas maneras, ¡hasta en sueños! Sueños identificables, despiertos, reales… Para detectarlos sólo nos hace falta ser receptivos, estar en contacto permanente. Cosas que no podemos hacer si no vivimos con él. De manera que hemos de buscarle y El responderá, Stg. 4:8. Es cierto que está en cualquier sitio del mundo, pero sólo se deja ver (o enseñar su gloria) por aquél o aquéllos que le buscan de buena fe. En esta sintonía, pues, se puede oír su voz, su deseo de que le pidamos la ayuda que queramos y su aprobación o reparos a nuestra gestión.