ESTUDIOS VII

 

ESTUDIOS VII

 

Iniciamos hoy una nueva recopilación

de estudios bíblicos que tienen en

común el hecho de que ya han sido

publicados o desarrollados en nuestra clase

de Adultos de la Escuela Dominical,

con el único objeto de tenerlos

coleccionados y a punto para ser usados

de nuevo si es preciso.

¡Gracias al cielo por esta séptima

oportunidad!

221183

bou6

 

 

 

 

  Barcelona, 28 de julio de l993

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383 NOE Y EL DILUVIO

Gén. 6:5-9, 13-19; 7:19.

 

Introducción:

Estamos ante un estudio que pretende demostrar que el Diluvio universal dio a conocer a los humanos tanto la justicia de Dios como su misericordia. Y como abarca desde Gén. 5:9 hasta 7:24, por fuerza tendremos que resumir aunque el texto sea lo justo para que el estudio resulte comprensible: La lección arranca con la mención de diez generaciones que vienen a resaltar el hecho de que Noé era hijo de Lamec, Gén. 5:9-32, y que tenían una gran longevidad; característica que permite a los patriarcas citados poblar la tierra y, de paso, demostrar la falacia de la serpiente (Satanás) cuando prometió vida eterna para el hombre; pues, a pesar de la misma, todos murieron a su tiempo si exceptuamos a Enoc cuya vida se rigió por otros parámetros, vs. 21-24, pues caminó con Dios y no gustó la muerte. Cuando nace Noé, que significa alivio, su padre expresa la esperanza de la tierra cuya existencia pecaminosa hacía la vida muy difícil.

 

Desarrollo:

  1er. Punto. La corrupción de la humanidad, Gén. 6:5-7:

En efecto, en su avance, el hombre procuró superar la limitación de la vida que Dios le dio, creando una raza superior a través de matrimonios selectos y complicados alejándose cada vez más del Señor; quien, para prevenir males mayores, acorta radicalmente la edad de los humanos (Gén. 6:1-4). Pero aun así y todo, la maldad humana llega a tal extremo que toma la decisión de hacer justicia y acabar con la vida en la tierra.

* Gén. 6:5-7. La corrupción de la humanidad se hizo evidente a lo largo de cientos de años. Los descendientes de Set se habían unido a los de Caín con las consecuencias que se enseñan en el texto y Dios parecía cansado y es que sabía no sólo que Set no había cumplido con sus deseos, Gén. 4:26, sino que el juicio era el único remedio para la apostasía, Isa. 1:2-7, 24, 25; Heb. 6:4-8; 10:26-31. Por eso se le describe como alguien que está a punto de arrepentirse de su obra, pero Dios no puede cambiar, Mal. 3:6; Stg. 1:17. Entonces, ¿cómo conjugar ambos extremos? Se le describe así para hacerlo comprensible a nuestra naturaleza y experiencia y por eso lo vemos como si estuviese a punto de cambiar su visible y justo proceder para con la humanidad; y de misericordioso y paciente, fuera a transformarse en un Dios de juicio capaz de iniciar una terrible demostración de su justicia, Ecl. 8:11.

 

2do. Punto. Noé, un hombre justo y cabal, Gén. 6:8, 9:

  * Gén. 6:8. Terrible: Sólo un hombre, sólo una familia, podía salvarse del caos humano que se consideraba justo a sí mismo, «hijos de Dios», Gén. 6:1.

Pero lo cierto es que sólo a Noé, pregonero de justicia, se le dieron 120 años de oportunidad de predicar la salvación a través de la misericordia de Dios. Y para darnos idea del grado de perdición de aquella sociedad, podemos decir que ni uno sólo se arrepintió de sus pecados. Por eso, el juicio de Dios predicho por Enoc, bisabuelo de Noé, cayó sobre el mundo, Jud. 14, 15; Gén. 7:11. Por último, conviene señalar que si bien Dios percibe la corrupción humana, también ve a Noé, merecedor de su gracia:

* Gén. 6:9. Digamos de entrada que Noé no era absolutamente perfecto; porque desde la caída de Adán, nadie ha estado libre de pecado, excepto Cristo. Pero como vivía por fe, era justo, Gál. 3:2; Heb. 11:7, y sentía necesidad de hacer la voluntad de Dios.

Con todo, Noé y Enoc fueron los dos antediluvianos de quienes se dice que anduvieron con Dios, Gén. 5:24; 6:9. Aquí, los estudiosos de la Biblia, han querido ver dos representaciones que no tienen desperdicio, a saber: Enoc, quien fue traspuesto para no ver la muerte, Heb. 11:5, es un tipo de los santos que serán trasladados antes de la gran tribulación que tendrá lugar en los últimos días, 1 Tes. 4:14-17; Apoc. 3:10; Mat. 24:21; Noé, quien fue preservado a través del diluvio, es un tipo del pueblo israelita el cual será preservado a través de la misma gran tribulación, Jer. 30:5-9. En fin, sea como sea, los dos son personas a quienes debiéramos imitar con todas nuestras fuerzas.

Y para ceñirnos al tema de la lección, digamos que Noé, es muy evidente, tenía tres cosas que lo hacían merecedor de la gracia de Dios: * Era justo, intentaba parecerse al Señor; * cabal, vivía sin comprometerse en medio de la corrupción * y andaba con Él, haciendo todo lo que Dios le mandaba.

  Ahora hay un salto en la lección de hoy que abarca los vs. diez al doce ambos inclusive, en los que se cita a los hijos de Noé por su nombre para indicar que a través de ellos la tierra será poblada de nuevo y el juicio de Dios sobre la maldad que convertía a la humanidad en irrecuperable.

De los hijos del patriarca Noé no sabemos mucho; sin embargo, aún podemos decir que Sem tenía 98 años en la época del diluvio, Gén. 7:13; 11:10, y que murió a los 600 años, Gén. 11:10, 11. Fue padre de los hebreos, y en consecuencia, antecesor de Cristo. Y que Jafet lo fue de la raza griega y blanca. Con todo, ellos y sus mujeres, formaron parte de las ocho personas que entraron y salieron del arca (gracias a las cuales estamos aquí).

 

3er. Punto. Preparativos para el arca, Gén. 6:13-19:

* Gén. 6:13. Juguemos un poco a imaginarnos la escena: La alarma de la noticia de la destrucción no podría ser extrema por cuanto no había ninguna evidencia de que iba a ocurrir. El curso de la naturaleza y el correr de la experiencia parecían contrarias a la probabilidad de que ocurriera un cataclismo. Mas Noé, hijo de Lamec, nieto de Matusalén, biznieto de Enoc, siguió haciendo su trabajo a pesar de que la opinión pública se burlaba de su anuncio y de su enorme arca. Es un decir, pero mientras trabajaba, todo el mundo estaba burlándose de él. Sin embargo, el llamado décimo patriarca desde Adán, persuadido de que el anuncio del diluvio venía de Dios, por fe, Heb. 11:7, empezó a preparar los medios para salvarse a sí mismo y a su familia de la calamidad que sabía inminente (aunque pasaron 100 años).

Por último, Dios comunica sus planes a Noé: He decidido el final de toda carne, dirá, para conseguir su colaboración en el juego de las oportunidades. Se sabe que cuando Dios cierra una puerta abre una ventana; pues bien, el Señor, después de tomar esta decisión, dejó abierta la puerta del arca durante decenas de años con la única finalidad de que pudiese entrar todo aquel que quisiera salvarse. Por otra parte, hemos de convenir que depende de nosotros entender o no los mensajes divinos. Él nos habla cientos de veces para decirnos sus planes, para explicarnos su voluntad, para exponernos sus deseos… De nosotros depende estar o no en la sintonía… Noé lo estuvo, entendió el mensaje… ¡y se puso a trabajar a pesar del aparente fracaso del proyecto!

* Gén. 6:14. Dios ordena a Noé construir un barco de madera conífera (una enorme caja rectangular, al estilo de la canastilla de Moisés, Éxo. 2:3), famosa por su durabilidad y por su abundancia en las montañas de Armenia (lugar en que la tradición ubica los hechos que estamos comentando). Los aposentos, camarotes o pequeñas celdas estaban bien determinados así como el material que debía usar para impermeabilizar la nave, brea natural, asfalto, o alguna sustancia bituminosa (casi seguro que se trataba de asfalto natural que subía a la superficie de la tierra desde los depósitos de petróleo que abundan tanto en la Mesopotamia de hoy, Turquía, Irak, Irán, Siria, etc.)

* Gén. 6:15. Por la descripción sabemos que aquel arca no pretendía ser un buque, sino una casa inmensa de la forma y estructura de las casas de oriente, destinada no a navegar, sino a flotar.

* Gén. 6:16. Estas son las últimas instrucciones: Una claraboya en el techo ligeramente inclinado para facilitar el desagüe y una puerta, una sola puerta abierta a babor o a estribor. Puerta que cerraría Dios en el momento oportuno…

* Gén. 6:17. Se repite el anuncio de Dios para establecer su certeza, Gén. 41:32, y sea cual sea la opinión que se tenga acerca de las leyes naturales del diluvio, lo cierto es que fue traído por la Palabra de Dios como justo castigo al pecado de los hombres de la época.

* Gén. 6:18, 19. Por último, Dios comunica su decisión de establecer un pacto con Noé; pacto que consiste, específicamente, en que él, su esposa, sus hijos y sus nueras (ocho personas en total) entren en el arca para ser salvos del juicio del diluvio. Además, para garantizar la viva futura de la tierra, Noé debe meter en el arca una pareja de todo animal viviente (siete parejas de los considerados limpios según la tradición oral). De manera que, así como el diluvio fue el instrumento de juicio, el arca lo fue de salvación para Noé, su familia y las necesarias parejas escogidas (que obviamente fueron todas las existentes en la época menos las que vivían en el agua). Otra cosa más: Dios ordena a Noé que se lleve suficiente comida para todos, v. 21, teniendo en cuenta de que todos eran vegetarianos (la posibilidad de comer carne vendría a ser autorizada más tarde, Gén. 9:3).

* Gén. 6:22. Terminamos esta sección con las palabras bíblicas que no necesitan explicación: Y Noé hizo conforme a todo lo que Dios le mandó: así lo hizo, Gén. 6:22.

Ahora tenemos otro gran salto en la lección de hoy (desde el v. uno al dieciséis del cap. siete), en el que se narra el momento en que Dios ordena entrar en el arca a Noé y a su familia. Así lo hace y después de ellos, entran todos los animales escogidos, un sólo macho y una sola hembra de cada especie conocida entonces (excepto los limpios que lo hacen en formaciones de siete parejas como ha quedado dicho para prever sacrificios y alimentos en la aventura y en su desenlace).

Hay un v., el último, el siete, dieciséis, que es tremendo por su dureza: Y Jehovah le cerró la puerta. Literalmente, le cubrió alrededor. Este gran acto de encierro dio a entender que Noé fue objeto de cuidado y protección por parte del Señor, y que el período de gracia se había terminado para los que estaban afuera (al modo del novio que cierra la puerta de su casa en las narices de las vírgenes que habían salido en busca de aceite, Mat. 25:10). Lo cierto es que estamos ante un momento dramático. ¿qué no pensarían o dirían aquellos que se iban perdiendo sin remedio por no haber hecho caso a las predicaciones de Noé…? (Describir la lámina de Doré acerca del Diluvio).

 

  4to. Punto. El Diluvio, Gén. 7:19:

* Gén. 7:19. Mas no sabemos con seguridad el lugar donde se produjo el cataclismo (unos dicen en las islas que hay entre el Tigris y el Eufrates), pero sí que las aguas subieron tanto que hizo imposible toda la vida en la tierra y en el cielo, ¡y eso es lo que importa! Así, cuando el arca se sentó en el monte Ararat, en enero de un año, solo vivían los que Dios había preservado en su divina voluntad, Gén. 8:4.

Una palabra más: Pensemos en la familia de Noé durante los largos días de encierro (40 días de diluvio y 150 de espera), y cómo se mantuvieron en devoción a pesar del bramido de las aguas; tanto es así, que Noé junto a Daniel y Job vinieron a ser las únicas personas que a juicio de Ezequiel se salvarían de la tribulación gracias a su justicia, Eze. 14:14. Lo cierto es que Dios bendijo a Noé, Gén. 9:1, y hasta le prometió que nunca más destruiría la tierra por agua, Gén. 9:11.

 

Conclusión:

No es difícil trazar un paralelismo entre los días de Noé y los nuestros: También hoy la violencia ha aumentado mucho, Gén. 6:13. Casi no queda ciudad que no tenga zonas donde no se puede pasear con confianza. Los robos, los crímenes, las guerras, etc., son otras tantas manifestaciones de la violencia humana que abarca desde todos los medios de comunicación social hasta las escuelas. Por eso es necesario que cada Iglesia local denuncie ese estilo de vida adoptando otro, dictado por la paz y el amor en Cristo.

Y es que tenemos la oportunidad y la necesidad de ser diferentes Gén. 6:8-12, en la sociedad que nos presiona para que adoptemos sus productos, valores y aspiraciones. Aunque es difícil. Ser diferentes en este mundo es difícil. A veces, para no violentarnos, para no hacernos ver, nos casamos con algunos de los valores de esta sociedad sin pensar que, al hacerlo, perdemos la fuerza conseguida en años, debilitando el testimonio. Noé en persona decidió ser diferente a los demás y sólo porque quiso conformar su vida con los mandamientos de Dios, llegó a ser justo y cabal y se salvó él y su casa.

Sí, lo hemos apuntado, el juicio de Dios trae castigo y salvación Gén. 7:23. Siempre, en todo momento, previó un medio de salvación al hombre que quisiera salvarse. En los días de Noé fue el arca, en los de Israel, el pueblo escogido, el remanente fiel, y en nuestros días, Cristo, su Hijo. De manera que este es y debe ser nuestro único mensaje: Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos, Hech. 4:12.

 

 

 

 

 

  221184

Barcelona, 5 de septiembre de l993

 

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384 DIOS TIENE UN PLAN

 

Gén. 15:1-6; 16:1, 2, 15; 17:10, 18-20.

 

Introducción:

Hoy tenemos la oportunidad de estudiar un tema muy serio e importante: Dios hace sus planes para nosotros y mueve las circunstancias para que se cumplan a la perfección a pesar de nuestros continuos intentos para modificarlos.

  Así, el pacto que hizo con Abraham siguió varias pautas: * Se identificó como el Dios que le llamó y le confirmó la promesa de heredar la tierra que estaba pisando, Gén. 15:7. * Le hace usar y preparar un ritual de pacto consistente en diversos animales partidos por la mitad. En esta ceremonia, los pactantes pasaban justo entre las dos mitades antes de quemarlas, solemnizando el compromiso, Gén. 15:8-12. * Le anuncia que sus descendientes estarán 400 años en tierra extranjera y que serán esclavos antes de volver a poseer la misma tierra prometida que, repetimos, estaba pisando, Gén. 15:13-16a. * Y como cabía esperar, Dios mismo realiza el ritual y establece el pacto con el patriarca reiterando que heredará un amplio territorio ocupado por aquel entonces por varios pueblos cuya maldad aún no había agotado su paciencia para juicio, Gén. 15:16b-21.

 

1er. Punto. La promesa de Dios, Gén. 15:1-6:

* Gén. 15:1a. Las cosas indicadas se refieren a hechos ocurridos en el año 2.100 aC., según la traducción de la Biblia que usamos (revisión del 60), y tienen que ver con la separación de Lot y de su tío Abram (padre supremo), con la guerra de cinco reyes del entorno contra cuatro, con la lucha del mismo patriarca ayudado por unos 318 criados contra el rey Quedarlaomer a quien venció rescatando a su sobrino con todas sus pertenencias para permitirle su vuelta a la ciudad de Sodoma, con su extraño encuentro con el rey de Salem, Melquisedec participando por primera vez de los símbolos pan y vino y recibiendo la bendición del sacerdote del Dios Altísimo.

* Gén. 15:1b. Cuando pasó toda la excitación por las aventuras vividas, Abram, posiblemente, llegó a ser presa de inquietud y desaliento pensando en la venganza que el rey de Elam estaría gestando contra él. Para disipar este temor, fue favorecido por Dios con este anuncio tan y tan favorable: Yo soy tu escudo y tu galardón. Seguro que Abram, y tantos otros creyentes, al oírlo diría con David: Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no temerá. Aunque contra mí se levante guerra, aun así estaré confiado, Sal. 27:3. Dios asegura a Abram protección contra sus enemigos y como quiera que él había rehusado el botín de guerra porque quería depender del Señor, éste le asegura una gran recompensa. Lo cierto es que en este pasaje se inicia una nueva forma de dialogar de Dios con Abram… ¡Qué bueno es estar hablando siempre con el Señor!

* Gén. 15:2, 3. El patriarca acepta la protección de Dios, pero cuestiona la recompensa. No tiene valor porque no tiene a quien darla. Según la costumbre de las tribus nómadas, el mejor siervo, el confidente principal, el nacido en casa, sería el heredero de las posesiones, apellido y honores. Este hombre, Eliezer, de origen y ascendencia damascena (de Damasco, la capital de Aram, actual Siria), podría haber llegado a ser hijo legal de Abram, pero ¡qué lejos habría quedado la esperanza de paternidad que Dios había planificado para él! De todas formas, debemos notar que Abram atribuye al Señor su falta de hijos cuando éste, hasta el momento, sólo le ha hablado de descendencia, no de hijos. Sin embargo, se nota como una lectura entre líneas mediante la cual, Abram sabe y demuestra una sumisión absoluta a los planes de Dios y la manera de cumplir su promesa.

* Gén. 5:4, 5. Ante la queja de Abram (que, por cierto, es muy humana y demuestra de paso que se puede dialogar con Dios si el último extremo es aceptar su voluntad), el Señor le asegura un hijo biológico, el cual sin duda le heredaría. Pero si la primera solución parecía mala, esta no parecía mucho mejor. No se lo que hubiéramos pensado nosotros en su situación. Abram no era tonto y sabía que era viejo y que, además Sarai, su mujer, era estéril. De manera que también aquí la fe tuvo que jugar un papel muy serio e importante. Y más, cuando Dios, intuyendo alguna duda, lo sacó de la tienda y le enseñó el cielo llena de estrellas para que contase si podía los puntos luminosos. Ante el lógico pasmo de Abram, le dijo: Así será tu descendencia.

Y se produjo la reacción:

* Gén. 15:6a. En la relación de Abram con Dios hasta ahora había habido obediencia, adoración, entrega, fe, renuncia, ayuda, curiosidad, ejemplo y comunicación; pero ahora, por primera vez, se apropia de la fe que es la respuesta correcta a las promesas de Dios. La fe es fundamental en la relación Dios hombre y viene a ser aquello que nos hace aceptar como realidad lo que el Señor nos promete y vivir conforme a esa realidad. Sí, claro que hay más. Para la salvación, la fe es, aparte de todo mérito humano, confianza personal en Cristo, quien fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación, Rom. 4:5, 23-25. En cuanto a la oración, la fe es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye, 1 Jn. 5:14, 15. En cuanto a las cosas invisibles de que nos hablan las Escrituras, la fe les da constancia de modo que podemos operar, actuar, estando convencidos de su realidad, Heb. 11:1-3.

Entonces, por creer Abram que su descendencia sería incontable a pesar de todos los considerandos negativos, su fe le fue contada por justicia; es decir, considerado justo y apto para tener relación personal, duradera y ejemplar con su Señor. Esto es una cuestión preocupante, tanto es así que el apóstol Pablo tuvo que mediar en su interpretación en aparente contradicción con Santiago.

Veamos, dice el apóstol Pablo: ¿Qué diremos, que ha hallado Abraham, el progenitor según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no delante de Dios. Pues ¿qué dice la Escritura? Y creyó Abram a Dios, y le fue contado por justicia. Al que obra, no se le considera el salario como gracia, sino como obligación. Pero al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, se considera su fe como justicia, Rom. 4:1-5. Santiago, por su parte, dice: Veis que la fe actuaba junto con sus obras y que la fe fue completada con las obras. Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia; y fue llamado amigo de Dios. Veis, pues, que el hombre es justificado por las obras y no solamente por fe, Stg. 2:22-24.

Si leemos varias veces los dos pasajes veremos que describen dos aspectos de la misma verdad. Pablo escribe de aquello que justifica al hombre delante de Dios; es decir, la fe sola, sin obras y Santiago se refiere a la evidencia de cualquier fe delante de los hombres; esto es, a la evidencia de que la fe que justifica es en realidad la posesión del que profesa tenerla. En fin, Pablo trata de lo que Dios ve: la fe; Santiago, de lo que ven los hombres: las obras, como prueba visible de la fe. La frase clave del pasaje de Santiago está en: veis, pues…, del v. veinticuatro; porque los hombres no pueden ver la fe excepto en la manifestación de que de ella se hace por medio de las obras (otros pasajes paralelos, son: Rom. 5:1 y Stg. 2:17).

Lo cierto es que la fe de Abraham le fue contada por justicia y, por lo tanto, fue declarado apto para ser amigo de Dios.

  Después de esto, el Señor hace un pacto con Abram siguiendo unas pautas bien determinadas, Gén. 15:7-21: * Se identifica como el Dios que lo llamó y le confirma la promesa de la tierra, v. 7. * Le hace preparar un ritual de pacto consistente en animales diversos partidos por la mitad (en el ritual, los actuantes pasaban por las dos mitades, vs. 8-12), una especie de apretón de manos actual. * Le anuncia que sus descendientes estarán 400 años en tierra extranjera y serán esclavos antes de volver a poseer la tierra prometida, vs. 13-16a. * Dios realiza el ritual pedido por Abram y establece el pacto consistente en la ocupación de amplios territorios llenos de pueblos idólatras.

 

2do. Punto. Abram llamó a su hijo Ismael, Gén. 16:1, 2, 15:

  Después de 10 años de vivir en la tierra de Canaán y sin hijos, Sarai y Abram deciden hacer uso de la costumbre legal de aquel entonces. Agar, la sierva egipcia de Sarai, servirá de matriz para el hijo del patriarca con la esperanza de conseguir el heredero tan esperado. Pero fue un paso equivocado que indicaba una cierta falta de confianza en el Señor y Sarai fue la primera en cosechar los amargos frutos de su error. En efecto, los conflictos y celos entre la dueña y la esclava embarazada no tardaron en aparecer. Agar huye al desierto, pero Dios interviene y la hace volver al campamento.

Pero veamos la escena en profundidad:

* Gén. 16:1, 2. Así el nacimiento de Ismael fue un plan humano. Aun después de la promesa de un hijo a Abram, Sarai no se lo daba. Sintiéndose responsable, tomó una decisión para ayudar a Dios un poco. Da a su marido una matriz de alquiler, una esclava comprada en Egipto antes de su boda y casamiento cuando estuvieron allí y casi lo echan todo a perder con el faraón de turno (Abram dijo que Sarai era su hermana y casi la pierde, Gén.12:10-20). El plan de Sarai era que Agar fuese la madre biológica del primer hijo de Abram y ella la madre legal (las dos esposas de Jacob siguieron la misma táctica).

Para convencer al casi convencido Abram, Sarai, su mujer, usa un argumento definitivo: Jehovah me ha impedido concebir. Lo cierto es que él cede y Agar concibió un hijo.

* Gén. 16:15. Abram tuvo este hijo a los 86 años de edad, a los 11 años de responder el llamado de Dios en Ur de los Caldeos. El nombre elegido fue Ismael (he. Dios escucha), nombre que ya fue sugerido a Agar por un ángel. Era apropiado porque a pesar de que este hijo no formaba parte del plan de Dios, lo bendijo mucho contestando a la aflicción de Agar y al deseo del propio Abraham, Gén. 17:20. Ismael siempre fue causa de problemas familiares, religiosos y políticos, pues es el padre de todos los árabes.

 

3er. Punto. El pacto y la circuncisión, Gén. 17:10:

  Y llega el momento de plasmar y perpetuar el pacto con una señal indeleble: La circuncisión (incisión alrededor del prepucio). Era una práctica de algunos pueblos del entorno que marcaba el paso del joven a adulto y estaba asociada al culto de la fertilidad. Dios sacó este rito de su entorno sexual y pagano y lo integró como iniciación del niño de ocho días al pueblo del pacto. Por eso se le llama con propiedad pacto de la circuncisión, Hech. 7:8; Rom. 4:11.

Veamos el texto:

* Gén. 17:10. Así lo hizo Abram (he. padre supremo) quien por cierto había cambiado su nombre por el de Abraham (he. padre de mucha gente), a la edad de 99 años, Ismael y todos los varones de la tribu.

A lo largo del tiempo, fue una práctica seguida por el pueblo judío hasta el día de hoy y también por los ismaelitas, aunque éstos lo hacen sólo por motivos religiosos y aquéllos como señal de simple identificación con el pueblo del pacto, Gén. 17:14.

A estas alturas, y dejando aparte aquel problema de la Iglesia primitiva con los judaizantes, nos conviene resumir el pacto que estamos comentando, cuyos términos son: Por una parte Abraham y sus descendientes debían guardar el rito diferencial de la dura circuncisión; y por la otra, Dios prometía como resultado de tal observancia, darles Canaán como posesión perpetua, ser su Dios para siempre y bendecir al mundo a través de su descendencia (Jesús).

 

4to. Punto. Promesa del nacimiento de Isaac, Gén. 17:18-20:

  Siguiendo con su plan, Dios cambia también el nombre de Sarai (he. princesa mía) por el más conocido de Sara (he. princesa) confirmando su papel en la creación del pueblo de Israel, Gén. 17:15, 16. Abraham se ríe por lo bajo y objeta el plan de Dios por dos razones: Son una pareja de viejos y ya tienen a Ismael por hijo legal, Gén. 17:17, 18. Pero el Señor reafirma su voluntad diciendo que Sara tendrá un hijo y que se llamará Isaac (he. risa), aunque también Ismael será bendecido, Gén. 17:19-21, mas fuera del pacto.

Veamos ahora el texto sugerido:

* Gén. 17:18. Esta es la solicitud natural de un padre, pero debemos tener en cuenta que los pensamientos de Dios no son los pensamientos de los hombres. Por cierto, no hemos dicho que la risa de Abraham que se cuenta en el versículo anterior no es una risa burlesca de incredulidad, sino una sonrisa de gozo ante la probabilidad del acontecimiento, Rom. 4:20.

* Gén. 17:19. Claro, Dios tenía un plan y aunque no se había plasmado aún de forma física, para Él era realidad. Así, casi un año después de esta conversación, nacía Isaac en los alrededores de Gerar y tras los acontecimientos ocurridos con Abimelec (lo que demuestra que Sara, aunque vieja, estaba de muy ver, Gén. 20:1-18), teniendo Abraham cien años recién cumplidos, Gén. 21:5, Ismael 14, Gén. 16:16, y Sara 90, Gén. 17:17.

* Gén. 17:20. Como ya hemos dicho, todas las bendiciones del pacto estaban reservadas para Isaac, pero Ismael tuvo sus bendiciones por el solo hecho de ser hijo del patriarca. Lo cual nos lleva a la reflexión siguiente: Siendo como era el resultado de un plan humano, ¿cómo es que tiene descendientes en el día de hoy? Por la razón que ya hemos apuntado antes. Era hijo de Abraham y aunque fuera del pacto, Dios no podía incumplir su palabra. Ismael fue a Egipto con su madre, se casó allí y tuvo doce hijos y una hija que se casó con Esaú. Se reunió con Isaac en el entierro de su padre, Gén. 25:9, y murió a la edad de 137 años, Gén. 25:17.

 

Conclusión:

Muchas veces pensamos que podemos sustituir los planes de Dios por los nuestros y que servirán de la misma manera para la extensión del Reino. Ismael es un ejemplo vivo de lo que estamos diciendo, pero no fue usado por el Señor, al contrario, fue una fuente de conflictos hasta el día de hoy.

Dios tiene un plan ordenado, lógico y consecuente, un plan en el que una cosa va detrás de la otra y cualquier ayuda por parte nuestro no hace sino estorbar.

Así, Dios llama a Abraham, lo casa con su media hermana (hija del mismo padre, pero de distinta madre), le enseña la tierra que será su heredad, le cambia de nombre, le da un hijo correcto y legal, una gran descendencia y la bendición del mundo a través de Cristo, su sucesor más insigne…

Meditemos ahora mentalmente en el plan de Dios respecto a nosotros, ejemplo: Me hizo nacer en un hogar creyente, acepté al Señor en una clase de la E. Dominical, me casé… tuve hijos… oportunidad de predicar el evangelio a través del testimonio… y lo que me falta, Dios me lo dará en su momento.

  Creerme cuando digo que es importante aceptar y cumplir el plan de Dios para nuestras vidas sin modificaciones, apaños o paños calientes. Por eso es tan importante orar, dialogar con Dios, saber qué quiere… ¡Sólo así podremos avanzar hacia adelante de fe en fe mientras crecemos en justicia y santidad!

¡Qué Dios nos bendiga!

 

 

 

 

 

  221186

Barcelona, 26 de septiembre de l993

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385 DIOS PRUEBA LA FE DE ABRAHAM

 

Gén. 22:1-24.

Introducción:

Hoy tenemos delante nuestro una de las lecciones más difíciles del AT., pero a través de la cual trataremos de entender bien la manera que usó Dios para probar la fe de Abraham. La razón es simple y cabe en una frase sencilla: El Señor presenta desafíos para fortalecer nuestra relación con Él.

  En este sentido, el Señor pide al patriarca, como prueba, que le ofrezca a Isaac en holocausto en la cima de uno de los montes de los alrededores de la zona que habitaba, Gén. 22:1-5. Veamos de entrada varias cosas: Holocausto era aquel sacrificio quemado del todo y dedicado a Dios. Además, todo sacrificio humano, en especial el primogénito, formaba parte del culto de la fertilidad de los cananeos y de otros pueblos vecinos. Esta prueba divina tiene lugar después de la marcha de Ismael de la casa paterna, pero Abraham no se lo pensó dos veces y aun a riesgo de quedarse sin heredero, se prepara y sale de Beerseba con su hijo y dos siervos. A los tres días de camino, llegan al Moriah (región montañosa donde se levanta Jerusalén) y suben a la cima del monte dejando a los siervos en la ladera después de decirles que volverían los dos una vez hubiesen adorado al Señor. Abraham carga con todo lo necesario excepto con la leña que deja que la suba Isaac, lo cual, unido a la conversación mantenida entre los dos, nos da una idea acerca de su edad que si bien no era un adulto, sí era lo suficientemente mayor como para llevar la carga. El diálogo que mantienen los dos es uno de los más dramáticos de que tenemos conocimiento y demuestra la fe del patriarca y su dependencia en Dios, Gén. 22:6-10.

Ahora pensemos en el texto que nos ocupa:

 

1er. Punto. Dios presenta la prueba y Abraham la toma, Gén. 22:1-3, 9, 10:

* Gén. 22:1, 2. Bueno, la frase después de estas cosas hace referencia a la expulsión de Ismael y a la prosperidad de Abraham en Beerseba después de su alianza con Abimelec y de que éste volviese a Gaza, a su tierra de filisteos. De todas formas, y como contexto, nos conviene recordar que la experiencia del patriarca se caracterizó por sufrir 4 grandes crisis que significaron para él la entrega de algo que le era de lo más amado desde el punto de vista humano: a Su país y su familia, Gén. 12:1, lo cual tiene que ver con aquella exigencia de Cristo, Mat. 10:37, o con la paulina al hacer su llamamiento a la santidad, 2 Cor. 6:14-16; b su sobrino Lot, quien por naturaleza era especialmente amado por Abraham, como su posible amigo, cuñado, heredero y compañero en la fe, 2 Ped. 2:7, 8; Gén. 13:1-18; c su propio plan respecto de Ismael, Gén. 17:17, 18, d Isaac, la última posibilidad de hacer realidad la promesa divina.

Lo cierto es que Dios probó a Abraham no para incitarlo a pecar Stg. 1:13, sino para dar ocasión al desarrollo de su fe, 1 Ped. 1:7, lo cual parece ejemplificar el extraño efecto purificador de todo sufrimiento, 1 Ped. 4:2; 5:10. Claro, Abraham no sabía que era una prueba solamente, para él era una demanda de Dios que se tenía que obedecer… Lo cual nos lleva de nuevo a la idea de que le llevamos una ligera ventaja: Nosotros, tal vez con menos fe pero con más luz, sabemos que las pruebas que Dios envía sólo son eso, pruebas y, por lo tanto, no tenemos excusa ni vergüenza si no las aceptamos con alegría. No en vano sabemos que no perderemos ni un solo pelo en el intento, Luc. 21:18 y que, al final; nada ni nadie nos apartará del amor de Dios, Rom. 8:38, 39.

Él respondió: Heme aquí… estoy listo, dime lo que sea… Pero cada detalle de lo que va a seguir será como una puñalada en el corazón del padre. Y es que el objeto de la prueba era sacrificar a Isaac, su hijo, su único hijo, el que amaba… Recordemos una vez más que Isaac, nacido en circunstancias milagrosas, era la única posibilidad legal de descendencia para Abraham. Ismael ya se había ido… Así que el holocausto terminaría con la vida del chico y con toda posibilidad futura. En anciano escuchó y obedeció sin una queja, Gál. 1:16; Luc. 14:26, porque sabía que Dios le levantaría simiente aun de las piedras.

* Gén. 22:3. Aquí vemos el esmerado cuidado con que Abraham hizo los preparativos: Se levantó muy de mañana, cogió su asno para llevar toda la carga, escogió a dos criados para que pudieran ayudarlo y a su único hijo Isaac. También se preocupó de llevar los elementos necesarios para el sacrificio (leña, fuego, cuchillo, etc.) y empieza un viaje de unos tres días en dirección norte hacia el monte Moriah, pero guardó en su corazón el secreto de la orden final de Dios. ¡Qué tres días pasaría ese hombre! ¡Cuántas veces pensaría en la prueba y en la posibilidad de que fuese falsa… o con un desenlace diferente!

En cuanto al lugar escogido por Dios, tan lejano de las tiendas del campamento del patriarca, podemos decir que había sido elegido por algún motivo importante como el de señalar a otro gran sacrificio que tendría lugar allí mismo (el de Cristo y este sí que fue cruento a todas luces). Sea como sea, Abraham se levantó y fue sin vacilar al lugar que Dios le había dicho demostrando de paso obediencia ciega a sus dictados a través de los preparativos indicados y que responden a una cadencia lógica: levantarse, asno, criados, hijo, leña, fuego, cuchillo…

* Gén. 22:9, 10. Si el patriarca no hubiese sido sostenido por la completa convicción de que obraba en obediencia a la voluntad de Dios, este último esfuerzo habría sido demasiado grande para la resistencia humana; y si Isaac, que ya tenía 20 años de edad, no hubiese manifestado el mismo tipo de fe que demostraba tener su padre, tampoco se había podido realizar la prueba.

Pero claro, las cosas de la Biblia no pasan en vano. La lección que sacamos de estos dos vs. son las siguientes: a Isaac viene a ser como un “tipo” exacto de Cristo, el cual fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz, Fil. 2:5-8. b Abraham por su parte representaba al Dios Padre, quien no escatimó ni a su propio hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, Juan 3:16; Rom. 8:32. c También el carnero trabado en una zarza viene a ser un tipo de la sustitución: Cristo se ofreció en holocausto en nuestro lugar, Heb. 10:5-10. d Por último, este pasaje nos enseña el valor de nuestra dependencia a Dios. Abraham sabía que Isaac era el único heredero de la gran promesa divina y que aunque lo matase obedeciendo al Señor, éste sería capaz de resucitarlo de los muertos, Heb. 11:17-19.

 

2do. Punto. Dios da por buena la prueba, Gén. 22:11-13:

  En la satisfacción del Señor en relación con la prueba notamos lo siguiente:

* Gén. 22:11. Primero: Abraham había completado todos los pasos para ofrecer a Isaac en sacrificio. Por eso el holocausto ya estaba técnicamente ofrecido; pues la intención y el propósito de hacerlo, se había manifestado ya con toda su realidad, crudeza, sinceridad y perfección. Tanto es así que los escritores sagrados hablan del sacrificio como literalmente hecho, Heb. 11:17; Stg. 2:21. Por eso para el Señor, también estaba hecho. Bueno, hacía tiempo que sabía que Abraham le obedecería en todo, pero es en el hecho de levantar el cuchillo y comenzarlo a bajar cuándo el sacrificio tiene lugar. Es el momento en que Abraham renuncia a su hijo, a quien quería tanto, y lo dedica a Dios. Así es, cuando Abraham decide obedecer al Padre y matar a su hijo, renuncia a él para la mayor gloria del Señor.

Segundo: El ángel de Jehovah; es decir, Dios mismo, se manifestó indicando su complacencia y sus deseos de entablar una nueva conversación. Y si por un lado, él se presenta en forma audible y visible, Abraham responde con su tremendo heme aquí, que ha venido a ser como una respuesta característica de todos los hombres y mujeres de fe cuando reconocen la voz del Señor.

* Gén. 22:12. Tercero: Dios queda satisfecho de la prueba. No extiendas tu mano, indica que a su juicio ya no hacía falta seguir con la prueba hasta el final. Dios ya sabía lo que quería saber; mejor, Abraham conocía de lo que era capaz de hacer para obedecerlo. Sí, es cierto que Él lo había sabido siempre, pero es el hombre el que necesita saber dónde está su frontera, su límite. Este es el objeto de las pruebas, batir el corazón como se bate el oro para descubrir su validez y hasta su resistencia… Además, Abraham sabía, y nosotros también, que Dios es incapaz de consentir que se nos de una prueba que no podamos aguantar, 1 Cor. 10:13.

En cuanto al temor indicado es una característica de la piedad antiguo testamentaria y significa confianza reverente, Sal. 19:9. Es, con todo, la actitud propia y correcta del hombre a Dios. Implica reverencia, dar al Señor el lugar prioritario en todo y no ofenderlo en nada… aunque nos pida el sacrificio de nuestro hijo o de lo que más queramos.

* Gén. 22:13. Cuarto: Dios provee un carnero, como ya lo había intuido la fe de Abraham, Gén. 22:8. Este hermoso ejemplo, con claras intenciones didácticas, sirve bien para señalar el carácter sustitutivo del propio Jesús, y así lo reconoce él mismo, Juan 8:56. Además, y gracias a la anulación de sacrificio humano, esta práctica pagana queda fuera de las que promueven la adoración del Dios verdadero.

Por último, es fácil imaginarnos el nerviosismo y alegría del patriarca deshaciendo las ligaduras de su hijo, desenredando el carnero y ofreciendo por fin el holocausto… Es natural, había sido probado y salido con bien de la prueba. Al igual que Santiago, sentía la verdad tranquilizadora de la frase: Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba; porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que le aman, Stg. 1:12.

 

3er. Punto. Dios renueva su pacto y promesa con Abraham, Gén. 22:15-18:

  Tras la prueba citada, Abraham sale enormemente beneficiado y tiene ocasión de oír la confirmación del pacto y de una promesa que tiene los siguientes elementos:

Primero: El ángel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo, Gén. 22:15. Es decir, Dios mismo como origen de la fuerza y mensajero de la revelación, llama por segunda vez al patriarca, ahora para renovar el pacto (se sabe que en el AT., la expresión ángel de Jehovah, y algunas veces de Dios, implica corrientemente la presencia de la deidad en forma angélica: Gén. 16:1-13; 21:17-19; 22:11-16; 31:11-13; Éxo. 3:2-4; Jue. 2:1; 6:12-16 y 13:3-22.

Segundo y principal: Y le dijo: He jurado por mí mismo, dice Jehovah, que porque has hecho esto y no me has rehusado tu hijo, tu único, Gén. 22:16. En respuesta a la total sumisión del patriarca, demostrada por el hecho de no negar el sacrificio de Isaac, Dios jura por sí mismo (una expresión muy fuerte) para dar más consistencia si cabe al pacto. Aquí hay un elemento nuevo en el que debiéramos pensar por unos momentos: Nos estamos refiriendo al juramento de Dios. La ley debía claramente que no se debía jurar… Lev. 19:12 en vano, poniendo al Señor por testigo y sabiendo que no se iba a poder cumplir la promesa o el voto. Claro, este caso es diferente pues es Dios el que jura por sí mismo sabiendo en realidad que va a cumplir todas y cada una de sus promesas y bendiciones hasta el último detalle. De todas formas, en esto del juramento, conviene tener en cuenta la razón de Jesús, que dijo: Además, habéis oído que fue dicho a los antiguos: No jurarás falsamente; sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén porque es la ciudad del Gran Rey. No jurarás ni por tu cabeza, porque no puedes hacer que un cabello sea blanco ni negro. Pero sea vuestro hablar, sí, sí, y no, no. Porque lo que va más allá de esto, procede del mal, Mat. 5:33-37.

Tercero y también importante: De cierto te bendeciré y en gran manera multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está en la orilla del mar. Tu descendencia poseerá las ciudades de sus enemigos. En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz, Gén. 22:17, 18. Los términos del pacto y la promesa son bien trazados y delineados de nuevo incluyendo: bendiciones, gran descendencia, poder sobre sus enemigos (por cierto, este es un elemento nuevo y muy útil durante la conquista) y propósito misionero universal resaltado por las concretas palabras: En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra, con clara referencia a la opción redentora de Dios para toda la humanidad.

En efecto, el pueblo de Israel, llamado así debido al nieto de Abraham, fue consecuencia de esta promesa y escogido para cumplir una cuádruple misión: a Dar testimonio en cuanto a la unidad de Dios en medio de la idolatría universal, Deut. 6:4; Isa. 43:10, 12. b Servir de ilustración ante el resto de los pueblos significando que las bendiciones provienen de servir al Dios verdadero, Deut. 33:26-29; 1 Crón. 17:20, 21; Sal. 144:15. c Recibir, preservar y transmitir las Escrituras, Deut. 4:5-8; Rom. 3:1, 2, y d lo más importante: Ser el medio humano para la encarnación del Mesías, Gén. 3:15; 12:3; 22:18; 28:10-14; 49:10; 2 Sam. 7:12-16; Isa. 7:14; 9:6; Mat. 1:1 y Rom. 1:3.

Cuarto: La razón de la renovación del pacto viene determinada por las palabras: Por cuanto obedeciste mi voz, lo que viene a significar la necesidad de una obediencia continua y hasta permanente a los desafíos que nuestro Dios nos presenta diariamente y la conveniencia de ponerlo delante de todas nuestras cosas.

La lección de hoy sigue con la estancia de Abraham en Beerseba (he. pozo del juramento. Gén. 21:31; 22:19; 26:31, 33), llamada así tanto por Abraham como por Isaac como recordatorio de sus experiencias en el territorio. Esta ciudad estaba situada aprox. a unos 42 Km. al SO de Hebrón y servía de referencia geográfica del sur (así como Dan, significaba norte, Jue. 20:1). Además, era el centro de las dos grandes rutas comerciales, una que iba de Hebrón al mismo Egipto y la otra del mar Muerto a Gaza, al mar Mediterráneo.

Después se nos dan a conocer a todos los descendientes de Nacor, Gén. 22:20-24, hermano de Abraham, padre de los arameos (los sirios de hoy día) y abuelo de Rebeca, esposa de Isaac, por cuya causa aparecen aquí.

 

Conclusión:

Nos es difícil acabar esta lección sin comparar a Abraham con nosotros: El llamado padre de las gentes cuando recibió las indicaciones de Dios, no dudó en obedecer dando todo lo que se le pidió, ¡y hasta el último detalle! En cuanto a nosotros, vosotros sabréis como yo hasta que punto damos todo lo que se nos pide. ¿No es verdad que siempre guardamos la última peseta, la última fuerza, por si acaso…? Sin embargo, la lección es clara: Dios quiere todo lo que nos pide… ¡y la verdad es que pide mucho! Nos pide obediencia ciega a sus mandamientos, una existencia consagrada, que proclamemos su Evangelio, que ofrendemos con alegría… Sí, sabemos que Dios cubre todas nuestras necesidades, creemos en su providencia, pero a veces sólo estamos listos para aceptar y agradecer lo que nos da, ¡pero no le damos lo que nos pide, aunque es infinitamente menos!

Aún nos queda un resto de lección en la ciega obediencia de Abraham: No discutió para nada con Dios sobre la promesa de descendencia que descansaba única y totalmente en Isaac. No cambió a su hijo por algún otro. No se excusó en que no había encontrado el lugar elegido… ¡Cada paso que dio durante aquellos tres largos días estuvo lleno de amor y obediencia, sabiendo que el Señor cumpliría su promesa a pesar de todos y cada uno de los considerandos!

El Señor probó la fe de Abraham y éste salió fortalecido de la prueba… ¡Ojalá nos ocurra lo mismo mientras vamos en busca de nuestra particular Beerseba!

¡Qué el Señor nos bendiga!

 

 

 

 

 

  221187

Barcelona, 17 de octubre de l993

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386 ISAAC ENGAÑADO POR REBECA Y JACOB

 

Gén. 27:1-45.

Introducción:

Hoy tenemos una lección que ejemplariza a una familia que se movió por actitudes egoístas y el cómo Dios tuvo que intervenir para deshacer aquel entuerto. Aunque no podemos ocultar que Rebeca y Jacob, aun haciendo mal las cosas, estaban en la línea de la voluntad del Señor, voluntad que fue expresada por éste cuando la hija de Betuel le consultó el sentido de las peleas que sentía en su vientre lleno por el embarazo, Gén. 25:22, 23.

Bueno, intentaremos explicar la aparente y extraña contradicción que se desprende de lo dicho más arriba:

 

1er. Punto. Isaac instruye a Esaú, Gén. 27:1-5:

  Antes de pasar adelante digamos que la familia de Isaac y Rebeca era una de esas donde los padres demuestran una serie de favoritismos hacia alguno de sus hijos. Es posible que, movidos por sentimientos de protección, simpatía o carácter, unos padres se inclinen por un hijo en concreto creyendo que hacen bien, pero no es buena práctica. Isaac prefería a Esaú y Rebeca a Jacob… ¡y así les fue!

* Gén. 27:1a. Isaac tenía unos 137 años cuando se da cuenta de que se acerca su muerte y que ha llegado el momento de bendecir a su hijo mayor y traspasarle el derecho de la promesa divina. Ya está ciego, pero listo para traspasar su espíritu profético y su grata bendición patriarcal… Este hijo mayor, primogénito, no es otro que Esaú (he. rojo), nacido un poco antes que Jacob del mismo parto mellizo. En el nacimiento ya hubo una señal característica: Jacob nació agarrado al tobillo de Esaú, como tratando de evitar que naciese el primero, Gén. 25:26.

Sigamos:

* Gén. 27:1b-3. Estos vs. no necesitan explicación pues narran una práctica que pudo haber tenido lugar muchísimas veces en varias de las tiendas de los alrededores. Tal vez la frase: Yo ya soy viejo quiera decir algo más que lo que aparenta y adjetive esta ocasión como especial en la vida de los dos hombres.

* Gén. 27:4. Se ha querido ver en esta orden de Isaac un deseo de satisfacer su necesidad y poder bendecir en consecuencia, pero otros significan que él no podría traspasar el derecho espiritual mientras no hubiese comido de la carne provista para la ocasión por aquel que había de recibirlo, Gén. 18:7. En cualquier caso es difícil imaginarse que el patriarca ignorara el propósito divino del pacto, Gén. 25:23. Pero el cariño natural prevaleciendo a través de su reconocida ancianidad y debilidad, o quizá su favoritismo, le movía a dar los honores y el poder de la primogenitura al hijo mayor, tal vez aún no sabía lo que había pasado entre los dos hermanos y su famoso plato de lentejas, Gén. 25:24.

Esta bendición era el instrumento por el cual se transmitían de una generación a otra, tres cosas muy importantes: El liderazgo, la herencia o patrimonio material y el cultural o espiritual.

* Gén. 27:5. Rebeca, que estaría en una habitación contigua en la tienda familiar, escuchó toda la conversación y tomó buena nota, lo que le sirvió para poner en marcha un plan sin pérdida de tiempo, un plan que quizá estuvo madurando desde que conoció que Dios quería como heredero a su hijo menor. Sabía de la importancia de la bendición paterna y en su ansiedad de asegurar que llegase a su verdadero destino, obró con sinceridad de fe, pero de manera torcida, con un celo equivocado y sobre el falso principio de que el fin justifica los medios.

 

2do. Punto. Rebeca instruye a Jacob, Gén. 27:6-10:

  Casi de inmediato, Rebeca instruye a Jacob y le alienta para preparar entre ambos el potaje que ha pedido su marido. A tal efecto, Jacob debía escoger dos cabritos del rebaño y Rebeca los cocinaría como le gustaban a Isaac.

Ahora veamos su actuación paso a paso:

* Gén. 27:6, 7. Es fácil imaginarnos la escena: Madre e hijo en un rincón, a solas, hablando. Desde luego no sería la primera vez que lo hacían y no iba a ser la última. Pero aquel día era un día especial. Aquello que tanto temían estaba a punto de ser realidad. Ella había oído las instrucciones de Isaac a Esaú y no tienen un segundo que perder puesto que los acontecimiento se estaban precipitando. Rebeca quiere la bendición para Jacob porque lo quiere y porque el Señor así lo había manifestado y éste último, porque creía haber comprado el derecho.

* Gén. 27:8-10. Este es el plan que idea Rebeca para que Jacob reciba la bendición paterna. La frase siguiente: obedéceme en lo que te mando parece indicar que toda la responsabilidad de la idea será para la mujer. Lo cierto es que el plan encaja muy bien aprovechando la ausencia de Esaú. El relato no nos indica los motivos que impulsaron a Rebeca y a Jacob a adueñarse de la bendición paterna, como no sean los indicados anteriormente y que entran en el terreno de las conjeturas. Se limita a detallar todos los movimientos necesarios para engañar a Isaac con lo que queda claro lo que decíamos al principio: Aquella era una familia dividida por intereses y preferencias que se ejemplarizan en el hecho de que Isaac prefiere a Esaú, el hijo mayor, y Rebeca a Jacob por cuya causa está dispuesta a hacer todo aquello que sea necesario para que él obtenga las prerrogativas que le harán heredero de la promesa divina.

 

3er. Punto. Jacob tiene sus reservas, Gén. 27:11-17:

* Gén. 27:11, 12. Jacob se da cuenta de que hay diferencia física entre él y su hermano y que su padre, aunque ciego, puede descubrirlo y maldecirlo por tratar de engañarlo. Es notable notar que sus escrúpulos se fundan no en lo malo del acto, sino en el riesgo y las consecuencia del engaño.

* Gén. 27:13-17. Rebeca tranquiliza muy bien Jacob, y una vez acallada su conciencia, hacen los preparativos para llevar a cabo el engaño que consistía en la carne del cabrito que, preparada en un guiso sazonado con sal, cebollas, ajo y jugo de limón, podría pasar por carne de caza y más si tenemos en cuenta los atrofiados sentidos de Isaac; y luego en vestir al joven convenientemente con pedazos de piel de cabra atados en las manos y el cuello por si el anciano se le antojaba tocar a su hijo y además, cubrirlo con el largo manto blanco, la ropa característica del primogénito que pasando de padres a hijos, se guardaba en una caja entre hierbas aromáticas y flores perfumadas, ropa que la genial Rebeca había escamoteado para él.

 

4to. Punto. Isaac bendice a Jacob, Gén. 27:18-29:

  Esta es la parte más dramática del engaño: Cuando Jacob se presenta ante Isaac con la comida y se identifica como Esaú. El patriarca parece no creérselo y a base de preguntas, tacto, gusto y olfato trata de asegurarse que aquel muchacho es su primogénito, su hijo mayor. La bendición, recordémoslo, incluye todos los bienes materiales, cierta prominencia política entre las naciones, liderazgo sobre toda la familia, incluyendo a Esaú, desde luego, protección de enemigos y bendición para los amigos.

Veamos ahora el texto en profundidad:

* Gén. 27:18, 19. La cosa está clara: En primer lugar, Jacob se acerca al dormitorio de su padre cargado con toda la comida y bien camuflado, se identifica con algo de miedo (recordemos que Isaac estaba ciego). Y viene la primera mentira: Yo soy Esaú, tu primogénito. Luego Jacob sigue hablando de forma sutil, elabora la frase cargada de credibilidad pues Isaac supone que sólo Esaú y él estaban en el secreto: Come de mi caza, para que tú me bendigas. En efecto, Isaac no podía imaginar que la diligente Rebeca había oído la orden de su marido que condicionaba la posible bendición patriarcal.

* Gén. 27:20. Aquí vemos que el engaño no fue fácil. Isaac, a causa de su ceguera y del sonido de la voz, desconfía e intenta saber la causa del por qué ha vuelto tan rápido del monte con la caza. Duda y pregunta, pero Jacob, puesto ya en harina, contesta rápidamente: Jehovah tu Dios… Es un hecho que una mentira lleva a otra mentira y que un engaño lleva a otro engaño. Es una cadena que hemos comprobado todos. Pero aquí hay algo más. Jacob, para hacer la mentira más definitiva y creíble usa en vano el nombre del Señor diciendo que éste actuó en su favor. Además, es curiosa la forma gramatical que usa; dice: Jehovah tu Dios, cuando cabría decir: Jehovah nuestro Dios. Sin embargo, la frase original tiene más fuerza porque trata de apelar a la experiencia del patriarca en relación al poder de Dios. Sí, es posible, pudo haber pensado Isaac.

Pero había que asegurarse:

* Gén. 27:21-25. En tercer lugar, aunque no se menciona, parece ser que Isaac tenía miedo de que Jacob hiciese alguna de las suyas y se presentase a reclamar la bendición. Y ya que su ceguera le impedía descubrir a quien tenía delante, intenta conseguirlo a través de otros sentidos: Acércate y te palparé… a ver si tú eres… Esaú. Estas pruebas del tacto, del beso (gusto) y del olor (olfato) que indican los vs. 26 y 27, fueron arriesgadas para Jacob, pero tenía que hacerlas. Mas, ya hemos dicho que Rebeca lo había previsto todo y el examen lo pasan con notable alto. La voz es de Jacob, pero las manos son de Esaú. Así que lo bendijo. El requisito vital del potaje favorito estaba cumplido, también la identificación del hijo estaba hecha… y la voluntad de Dios también. Ya nada podía impedir que el padre diera su bendición, que una vez pronunciada era irrevocable e intransferible. La conexión del pasado con el futuro estaba hecha. El recipiente de la buena promesa estaba nombrado y la línea de bendición estaba garantizada…

Aquí tenemos que admitir que la bendición no fue sólo el resultado del plan humano de un engaño trazado y ejecutado de forma magistral. Lo hemos dicho, detrás de todo estaba el poder de Dios obrando en y a través de las circunstancias. No obstante, debemos notar que aquí lo único que se intenta resaltar es el pacto de Dios con Abraham que tiene que ver con todas las promesas de descendencia, tierra y bendiciones. Y que hay tres factores determinantes de la línea de paso y hasta transmisión de poder que conviene tener en cuenta: Primero, el anuncio profético que tiene lugar en el embarazo de Rebeca que ya indica claramente que el mayor servirá al menor. Segundo, el marcado menosprecio de Esaú por la primogenitura que lo lleva a venderla por un plato de lentejas y tercero, el hecho de que Esaú se casara con mujeres hititas, destruyendo así la identidad racial y cultural del incipiente pueblo de Dios, lógica circunstancia que ponía en peligro el plan redentor del Señor.

* Gén. 27:26-29. Esta es la bendición: Después de elogiar el olor de su cuerpo como originado en un campo bendecido por Dios, le desea un copioso rocío indispensable para la fecundidad de la tierra, que de otra forma sería árida y estéril a causa del fuerte e inmenso calor de la zona, y abundancia de trigo y vino (Palestina era famosa por sus viñas y por la variedad de cereales de secano que producía: trigo, cebada, avena y centeno). Luego le indica que le servirán los pueblos de los alrededores (hecho que no se cumplió en la persona de Jacob, sino en las de sus hijos y descendientes; sobre todo, en aquellos que conquistaron Canaán). También le predice sumisión de la familia, de la tribu, incluyendo a Esaú y, por último, le dice que Dios bendeciría a quien él bendijese y maldeciría a quien él maldijese.

Pero, con ser buenas, todas las bendiciones temporales prometidas, no eran más que la sombra de las espirituales gracias a las cuales el propio Jacob cambió de nombre y se convirtió en amigo de Dios.

 

5to. Punto. Isaac bendice a Esaú, Gén. 27:30-40:

  Apenas sale Jacob de la tienda de su padre, cuando Esaú regresa del campo, prepara el potaje deseado y lo presenta a Isaac para que lo bendiga, vs. 30, 31. Éste al darse cuenta de que ha bendecido al hijo equivocado, se turba ya que no podía anular la bendición, pues una vez dicha, pronunciada era irrevocable, vs. 32, 33. Esaú se conmueve y tras confesar que su hermano Jacob le ha engañado dos veces, ruega a su padre que lo bendiga también, vs. 34-36. El patriarca le dice que ya no tiene nada para él. Esaú insiste con llanto e Isaac cede deseándole prosperidad terrena y esperanza de liberación futura pasando por servir a su hermano Jacob, vs. 37-40. Entonces, la reacción de Esaú al descubrir el engaño fue tan triste como humana y se acerca mucho a nuestra propia reacción si nos encontrásemos en su lugar:

* Gén. 27:34. Ya lo vemos, Esaú se lamenta de su desgracia y de la imposibilidad de conseguir la bendición de su padre ni aun arrepintiéndose de todos sus errores, Heb. 12:17. Después, intenta sacar lo que puede de lo perdido y a pesar de que la bendición primogénita es única, él sabe bien que Isaac aún puede bendecirlo por ser patriarca y depositario de todas las promesas de Dios.

Bien, la primera parte de la bendición recibida es una promesa de prosperidad temporal, hecha en los mismos términos que la de Jacob, la segunda se refiere a la dura vida errante de filibusteros cazadores que llevarían él y sus descendientes. Y aunque Esaú en persona no estuvo sujeto a su hermano por expresa voluntad de éste, su posteridad fue tributaria de los hebreos hasta el reinado de Joram, cuando todos se sublevaron y establecieron un rey propio, 2 Rey. 8:20; 2 Crón. 21:8-10. En cualquier caso, los edomitas han estado siempre en un estrato más bajo que los israelitas porque aunque descendían de Abraham, no eran hijos de la promesa (el mismo caso que Ismael).

El resto de nuestra historia es previsible:

 

6to. Punto. Esaú planea matar a Jacob, Gén. 27:41-45:

  La reacción de Esaú fue de odio hacia Jacob (su nombre quiere decir suplantador) y se propuso matarlo una vez muriese el padre de ambos, v. 41. Rebeca se entera e instruye de nuevo a su hijo menor para que se vaya a la Siria mesopotámica a vivir con su hermano Labán. La idea es que, con el tiempo, la ira de Esaú se aplacaría y Jacob podría volver a Canaán, vs. 42-45.

 

Conclusión:

Sin duda Esaú y Jacob eran diferentes a pesar de ser mellizos, como lo son muchos de nuestros hijos. Pero aquí hay más; es verdad que nacieron diferentes y que buscaron ser diferentes al crecer, pero fue Dios quien determinó que, al final, lo fueran de verdad. Lo cual les llevó a tener un conflicto continuo y una hostilidad peligrosa que debieron mitigar sus padres con una buena educación. Sin embargo, su marcado favoritismo estuvo a punto de destrozar la familia; menos mal que Rebeca, guiada por una sensibilidad espiritual fuera de toda duda, fue el instrumento de Dios para encarrilar su voluntad. Mas, creemos, que si la educación hubiese sido la correcta, no tendrían que haber llegado al engaño para restablecer la línea divina de bendición.

Dicho lo cual, podemos añadir que debemos evitar el favorecer a unos hijos por encima de otros, que no la protección y ayuda al más débil, para eliminar posibles conflictos futuros.

También hemos de tener especial cuidado de que ellos no vean en nosotros sólo instrumentos de bienes gananciales, sino que debemos ser su fuente de la inspiración espiritual. Hemos sido testigos de luchas entre hermanos por una silla rota de una herencia paterna y aquel momento fue bastante desagradable. Como padres y como personas responsables tenemos que saber enseñar que las bendiciones de Dios son mejores que las terrenales y que aunque éstas son útiles y necesarias las dejaremos aquí al morir, 1 Tim. 6:7; mientras que, aquéllas, son eternas y, por lo tanto, las únicas por las que vale la pena luchar.

Un último consejo: Si aprendemos todos, padres e hijos, a depender del Señor en todos los momentos de nuestra vida, la familia será un todo perfecto en donde cada uno respetará al otro sin favoritismos ni falsos cariños y así, los problemas se diluirán como azucarillos en el agua.

¡Qué Dios nos bendiga!

 

 

 

 

 

  221193

Barcelona, 7 de noviembre de l993.

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387 JACOB INSTADO A VOLVER A CANAÁN

 

Gén. 31:1-55.

Introducción:

Hoy vamos a ver la manera como Dios cuidó y bendijo a Jacob en una época de su existencia que ha venido a ser considerada como una de las más conflictivas. Por otro lado, llegaremos a la conclusión de que hemos de confiar en el Señor en cualquier circunstancia. Jacob, por su apego y experiencias de engaño podría haber sido una persona desconfiada, o cuando menos recelosa. Sin embargo, confió en Dios, en su familia y en su trabajo como medios para cumplir el propósito de regresar a Canaán, de donde nunca debió salir a imitación de su padre que se mantuvo en ella a pesar de las adversidades.

Pero ya que estaba en Harán y cumpliendo de alguna manera la voluntad de Dios, decimos nosotros, consiguió más confiando que engañando y que probó muchas veces de su propia medicina hasta el punto de hacerlo receptivo al llamado divino.

 

1er. Punto. Dios ordena a Jacob que regrese, Gén. 31:1-3:

  Los últimos seis años de los veinte que Jacob vivió en Harán estuvieron llenos de problemas y conflictos.

Pero vayamos por el principio:

* Gén. 31:1. Esta frase describe los rumores que corrían por el campamento de Jacob ya que el de sus cuñados y suegro estaba ubicado a tres días de camino, ver Gén. 30:36. Pero, de cualquier manera, los envidiosos reproches fue la mecha que determinó el desenlace.

* Gén. 31.2. Jacob empezó a notar también que el trato de Labán para él era hostil. La mirada y el resto de la frase significa literalmente que ya no parecía la misma persona de antes. Las insinuaciones contra la fidelidad de Jacob por parte de sus primos, la hosca reserva y la rudeza de Labán mismo, hacían muy penosa su permanencia en el establecimiento de su tío y suegro. Y es que la envidia es una de las molestias que acompañan a la prosperidad material de un individuo dentro de la comunidad, Ecl. 4:4, y por cuidadoso que sea en conservar la limpieza de su nombre, no siempre lo consigue por estar inmerso en un mundo de pecado que procura ensuciar a todos con el mismo barro. Por eso, si uno consigue despegarse de alguna manera se le etiqueta con la insinuación de que su prosperidad no puede ser limpia ni honesta. Esto es lo que le pasó a Jacob. Es probable que, cuando tomó conciencia de ello, buscase consuelo y guía en la oración como hombre de Dios que era.

En medio de esta circunstancia, el Señor le ordena que regrese a su casa de Canaán, prometiéndole ayuda y presencia:

* Gén. 31:3. Pensemos: Tal vez Jacob, a pesar de mal trato recibido, no estuviese pensando en abandonar aquel país obligado por el enojo y el descontento. Había sido llevado hasta allí por Dios, Gén. 28:15 o, cuando menos, le había dicho que estaría con él fuese donde fuese, y no estaba dispuesto a irse o a marcharse a consecuencia de un enfado más o menos justo. Quería estar seguro de que el nuevo movimiento que proyectaba dar estaba en consonancia con la voluntad de Dios. Es lo mismo que debemos hacer nosotros. Así, cada vez que estemos delante de un camino, un plan, una idea, un problema, debemos comentarlo con Dios con la seguridad de que nos contestará guiándonos hacia la solución más beneficiosa.

 

2do. Punto. Jacob consulta con su familia, Gén. 31:4-16:

  Jacob no estaba solo y sus decisiones iban a arrastrar a otros, por eso quiso saber su parecer:

* Gén. 31:4. Sus esposas estarían en sus residencias habituales, con sus respectivas familias, y sea que él quería que estuviesen en la fiesta de la esquila como creen algunos, o porque no podía dejar su rebaño, llamó a ambas al campo a fin comunicarles sus intenciones. Notemos que sólo fueron llamadas Raquel y Lea, porque las otras dos mujeres, siendo secundarias y siervas, no tenían derecho a que se las tuviese en cuenta.

Vemos que Jacob obró como un esposo respetuoso. Y una vez más nos da ejemplo, Prov. 31:11.

* Gén. 31:5, 6. Tras explicar sus temores de que las relaciones con Labán se habían deteriorado y de ponerlas por testigos de que había sido fiel en el servicio, pasa a decir que el Señor le había bendecido a pesar de los engaños, jugarretas y tretas de su suegro:

* Gén. 31:7-16. Habiendo oído las razones expuestas por Jacob, las dos expresaron su total aprobación; es más, estaban tan deseosas de una separación como él o más. Por otra parte, debemos notar que aquí mostraron no sólo afecto conyugal, sino espiritual: Haz lo que Dios te ha mandado. Así, las mujeres que son ayuda idóneas para sus maridos nunca serán estorbo para que ellos hagan la voluntad de Dios. De manera que esta sabia consulta familiar se traza llamando a las personas afectadas, explicando la honradez de la gestión y el motivo que provoca el cambio, que no es otro que el llamado del Señor a ocupar un puesto en la historia.

Por último, notemos que este llamado del Señor a Jacob se produce en medio de las circunstancias poco favorables, bastante hostiles, e incluso, hasta peligrosas. Mas el patriarca, teniendo el llamado por verdadero, reconociendo al Dios que lo pronuncia (a base de los detalles de Betel) y apoyado por su familia, levanta el campamento y quema las naves demostrando con ello su absoluta confianza en el Señor y dándonos, además, un ejemplo a seguir difícilmente superable.

 

3er. Punto. Jacob parte secretamente, Gén. 31:17-21:

  Jacob planea muy bien el regreso, pues el hecho de ser creyente no quiere decir que uno de deba aprovechar las bazas que tiene a su disposición. Toma a su familia, el ganado adquirido en Padan-aram y marcha hacia la tierra de Canaán sin avisar a Labán. Este estaba lejos de su campamento, esquilando sus ovejas, actividad que llevaba varios días y que se hacía donde se encontraban los animales. Pero no todo fueron flores: Raquel, hurta los ídolos de su casa, los que, además de tener cierto significado religioso, implicaban derechos de herencia, lo que demuestra que aquella mujer estaba tan identificada con su marido que no dudaba en despojar a su padre si con ello beneficiaba su matrimonio.

Lo cierto es que Jacob, una vez tomada la decisión, tardó poco el levantar el campamento… Todos hemos visto películas de pastores o de nómadas y el poco tiempo en que hacen una mudanza: Bajar las tiendas, reunir las estacas, poner a las mujeres y niños sobre camellos o en grandes cestos sobre asnos, ordenar las diferentes partidas de ganado bajo sus respectivos pastores… ¡y empezar a andar! Todo ello en un espacio muy corto de tiempo. Una llanura que en la mañana está cubierta de tiendas y con ganado que pace, en pocas horas puede aparecer tan desierta como si nunca hubiese estado habitada.

 

4to. Punto.. Labán persigue y alcanza a Jacob, Gén. 31:22-35:

* Gén. 31:22. Tan pronto como la noticia llegó oídos de Labán, salió en persecución de su yerno y como no llevaba equipaje ni rebaños avanzó rápidamente, mientras que Jacob mandaba un campamento. De modo que Labán lo alcanzó a los siete días de viaje mientras estaban descansando en el monte Galaad, después de abandonar su país atravesando el río Eufrates. Pero no pudo usar contra el joven la gente de guerra que llevaba porque Dios le había advertido que no pusiese ningún impedimento al viaje del que también era su sobrino. ¡Qué cambio! ¡Durante siete días había estado masticando venganza y ahora tenía las manos atadas por un poder invisible! Sal. 76:10.

No se atrevió a tocar a Jacob, pero inició una guerra de palabras:

* Gén. 31:26-30. No le dice ni una sola palabra de la acusación que vierte el v. primero que ya hemos estudiado. El primer cargo es de haberlo privado de la satisfacción de dar a él y a su familia aquellas salutaciones de la partida acostumbradas. Pero, claro, su segundo cargo fue más grave: ¡Se habían llevado sus dioses! (he. terafim, pequeñas imágenes de forma humana no usadas como ídolos u objetos de adoración, sino como talismanes o signos de poder).

Jacob responde sinceramente:

* Gén. 31:31, 32. Consciente de su propia y clara inocencia y sin sospechar la mala acción de su esposa favorita, les permite un registro de los bienes y sugiere un castigo bastante ejemplar para el posible culpable. Labán, personalmente, registra el campamento y no encuentra nada. Aunque los hubiera encontrado de no mediar una treta de su hija:

* Gén. 31:33-35. Esta albarda se usaba de asiento y hasta de almohada al estilo de las sillas de montar del oeste americano.

 

5to. Punto. Jacob recrimina a Labán, Gén. 31:36-42:

Entonces cambió la tortilla. Jacob se enfada y recrimina a su suegro echándole en cara dos cosas: Una, que trabajó para él durante 20 años con fidelidad y mucho sacrificio: Catorce por tus dos hijas y seis por tu ganado…. En cambio, Labán no había actuado de la misma manera: Me has cambiado el salario diez veces. En un período de 6 años, Labán, no teniendo más hijas que ofrecer, cambió la paga de Jacob según su conveniencia, criterio y mal hacer. Salario que consistía, como sabemos, en animales nacidos de cierta forma y color previamente especificados.

Pero aquí Labán se equivocó pues no se puede luchar contra un hombre protegido por Dios. Al parecer tuvo dos motivos para hacer lo que hizo: primero, enriquecerse más y segundo, impedir la marcha de Jacob a Canaán, marcha que intuía en las diversas conversaciones tenidas con su yerno cuando aún estaban juntos y en buena armonía.

El segundo argumento de Jacob utilizó en su recriminación a Labán fue que Jehovah Dios vio su aflicción y duro trabajo e intervino en su favor por lo que nadie podía dañarlo ni disminuir sus intereses. En efecto, poco o muy poco pueden hacer las fuerzas del mundo contra nosotros cuando estamos dentro de la esfera del Redentor, Luc. 21:28.

Dos pruebas concretas demuestran el cuidado de Dios: Una, a pesar de todo lo que Labán hizo en contra de Jacob, Dios le permitió prosperar y no regresar a Canaán con las manos vacías. Dos, el Señor reprendió a Labán para impedir que hiciese daño a su protegido en un arrebato de rabia, lo que demuestra de paso que el Señor permite que se nos moleste, incluso que se nos perjudique, pero no que se nos haga un mal irreparable.

Aún quedan unas enseñanzas que podemos considerar: Es muy buena la identificación que Jacob hace del Padre: Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac, porque señalan al Dios personal revelado a cada uno de ellos y al Señor Dios del pacto que hablaba de bendiciones materiales y espirituales.

 

6to. Punto. Jacob y Labán se reconcilian, Gén. 31:43-55:

  Los dos parientes, después de haber dado expresión a sus sentimientos, llegan a un razonable entendimiento mutuo o, más bien, Dios influyó el Labán para que se reconciliase con su sobrino, Prov. 16:7. La manera en que la alianza fue confirmada es como sigue: Un montón de piedras puestas en círculo, para que sirviesen de asientos, y en el centro había una piedra grande, puesta de forma horizontal, que haría las veces de altar. Es probable que se sacrificase algo y fuese comido por los presentes para sellar el acuerdo. Algo después, hubo una invocación solemne a Dios y es de notar la notable diferencia que hay entre las distintas fórmulas empleadas por los dos duros cabecillas. Mientras Labán hablaba del Dios de Abraham y el de Nacor, Jacob, sabía que una cierta idolatría se había infiltrado en aquella rama de la familia, juró por Aquel a quien temía Isaac su padre. Así, los que tienen un solo Dios deberían tener un solo corazón para mediar en todas las cosas y no ser sólo creyentes de domingo.

Por último, notemos que en la parte del pacto de Labán hay por fin algún aspecto bueno: Pide a Jacob que cuide a sus hijas y que mantenga fidelidad marital con ellas.

 

Conclusión:

Jacob permaneció 20 años en Harán, en el sur de la actual Turquía, pero siempre tuvo un poderoso sentimiento de la provisionalidad. Sabía que había ido allí con permiso de Dios a causa de sus errores y que, de un momento a otro, tendría que volver. Por eso, casi nunca perdió su sentido del deber y del llamamiento. Se casó, tuvo allí sus primeros once hijos y prosperó de manera económica, pero nunca pensó en quedarse de forma definitiva. Tuvo conflictos y grandes dificultades, pero las aceptó como preparación a su llamada personal. Por eso estuvo listo cuando se produjo.

Dos cosas importantes mantuvieron su buen sentido de posible llamamiento: Reconocer el cuidado de Dios en todo y aceptar su voluntad.

El otro gran momento de la lección de hoy se produce cuando en un momento dado, consultó con sus esposas (tal vez no hubiese encontrado el mismo apoyo si se hubiese casado con hititas o con ismaelitas como hizo su hermano Esaú). Aunque su decisión de volver a Canaán encontró la interesada oposición de su suegro y el peligro en sus cuñados, fue apoyado del todo por sus esposas.

Por eso tenemos la sensación de que este gran hombre avanzaba paso a paso hacia la madurez patriarcal. Jacob tuvo muchos conflictos en su casa y en Harán, donde estuvo. Fue un hombre de lucha, pero confiando en Dios siempre permaneció fiel a su voluntad y se preparó para cambiar de nombre y para confirmar su elección en la historia. Comenzó su matrimonio en conflicto y dejó Harán en conflicto, pero cuando llegó el momento preciso y la ocasión, aceptó la reconciliación con su suegro, con Esaú y con quien fuese. Así ha llegado a ser motivo de inspiración para todos los creyentes. El, y nosotros con él, con sus actos de confianza a Dios consiguió más que todo lo que pudo conseguir con engaños y suplantaciones…

Seamos, pues, consecuentes con lo que andamos predicamos sabiendo que Dios, no sólo nos cuida en medio del mundo y sus circunstancias, sino que también nos usa para que otros lleguen al conocimiento de la verdad.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 28 de noviembre de 1993

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388 JOSÉ ES VENDIDO Y LLEVADO A EGIPTO

 

Gén. 37:1-8, 13, 14, 23-27

Introducción:

El Expositor Bíblico publica una verdad central que no podemos dejar de citar: El relato de cómo José es vendido demuestra que las actitudes negativas de los padres tienden a reproducirse en los hijos. En efecto, por eso tenemos tanta responsabilidad e influencia en la educación de nuestros hijos. Y es que, al decir de mi abuela, ser padres es más que engendrar hijos. Y es que los hijos necesitan no sólo palabras que les hablen de amor, sino unas demostraciones concretas de ese amor como pudieran ser aquellos regalos, tratos especiales, confidencias, etc., tal y cómo hizo Jacob con José con la túnica, la confianza que le tenía y los trabajos que le asignaba, pero hemos de tener la habilidad suficiente para que esto no genere envidias y conflictos que destrocen al resto de la familia.

Las relaciones fraternales en la familia de Jacob no fueron lo que podríamos llamar un modelo. Y en parte se debió al marcado favoritismo del patriarca. Raquel fue la esposa más amada y favorita; luego José pasó a ser el hijo más amado de forma evidente y mucho después, pasó a serlo Benjamín. Seguramente tendría muchas razones para hacerlo así, pero perjudicó a todos los demás poniendo en peligro hasta la misma existencia de la familia. No sé cómo, porque nadie lo sabe, pero nosotros como padres debemos desechar el favoritismo entre nuestros hijos para evitar hostilidades y hasta competencias desleales.

De todas maneras, conviene indicar que nuestro Dios es capaz de intervenir a pesar de las circunstancias. Lo hizo con José y lo puede hacer con nuestros hijos. Ahora mismo vemos en la lección como la intervención de Rubén, la aparición de los ismaelitas, la propuesta de Judá y el resto de hechos históricos fueron usados por el Señor para salvar la vida de José y permitir la realización de su propósito. Lo que viene a indicar que, en el último extremo, lo que priva y se realiza es la voluntad de Dios.

 

1er. Punto. José el más amado, Gén. 37:1-4:

* Gén. 37:1, 2a. En primer lugar se nos presenta a Jacob y a su familia residiendo en la tierra de Canaán, después de su llegada de Padan-aram. Aquí, el vocablo padre se usa de forma clara y colectiva. El patriarca estaba en Mamre, en el valle de Hebrón, Gén. 35:27, y allí siguió después de la muerte de Raquel a causa del parto de Benjamín, guiado por aquellos mismos motivos que movieron a Abraham y a Isaac, Heb. 11:13, sin haber recibido el cumplimiento de las promesas. Mas bien, las miraron de lejos y las saludaron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.

De todas formas digamos que la historia de la familia de Jacob abarca los caps. 37 al 50 de Génesis (a excepción del 38, en el que se narra la vergüenza de Judá).

* Gén. 37:2b. Aquí hay material suficiente para dejar flotar nuestra mente e imaginación: A los 17 años, José era pastor como sus hermanos habidos de las dos concubinas de su padre cuyos nombres se citan expresamente. Pero tenían un papel diferente: José tenía la responsabilidad de la inspección y hasta de la superintendencia, puesto al que había accedido por ser hijo de la esposa principal (por eso se citan a Bilha y a Zilpa) o por sus propias cualidades que podrían abarcar desde la firmeza de carácter hasta el liderazgo natural. Si esto fuera así, si estaba investido con este tipo de autoridad, no obraba como un simple chismoso, sino como un mayordomo fiel que informa a su señor de la escandalosa conducta de sus medio hermanos porque tenía que hacerlo.

Entonces, aquí arranca la historia de José y su responsabilidad en la familia y aunque las Escrituras no declaran en ningún lugar que es tipo de Cristo, la analogía entre ambos tiene tantos detalles muy semejantes que no se puede considerar accidental.

Veamos, si no:

a Ambos fueron objeto del amor fraternal, Gén. 37:3; Mat. 3:17; Juan 3:35; 5:20; b Ambos fueron odiados o despreciados por sus hermanos, Gén. 37:4; Juan 15:25; c La afirmación que hicieron de tener una misión superior fue rechazada por sus respectivos hermanos, Gén. 37:8; Mat. 21:37-39; Juan 15:24, 25; d Todos sus hermanos conspiraron contra ellos para darles muerte, Gén. 37:18; Mat. 26:3, 4; e José fue muerto simbólicamente por sus hermanos; a Cristo le dieron muerte en la cruz sus hermanos de raza, Gén. 37:24; Mat. 27:35-37; f Ambos llegaron a ser cierta bendición para los gentiles y se unieron a una esposa gentil (Cristo con la Iglesia universal; Gén. 41:1-45; Hech. 15:14; Efe. 5:25-32); g José se reconcilió con sus hermanos y los exaltó. Así hará Cristo con los judíos en el futuro, Gén. 45:1-15; Deut. 30:1-10; Ose. 2:14-18; Rom. 11:1, 15, 25, 26.

* Gén. 37:3. Jacob aumentaba la diferencia de José con sus otros hijos porque le amaba más, lo cual habría podido ser una razón. Pero había más: Primera, la conducta fiel y correcta de José para con su padre, que siempre es de agradecer. Segunda, era hijo de Raquel, la esposa amada a quien amó desde que la vio en Harán hasta su muerte a causa del parto de Benjamín. Tercera, su nacimiento fue tardío, algo especial y cuarta, José y Benjamín se habían quedado huérfanos de madre como ha quedado dicho.

Pero además de amarlo más, lo exteriorizó de forma visible distinguiéndolo con una túnica de colores para evidenciar su autoridad y posición especial entre la familia, pues era una ropa digna de un príncipe.

Aún hay más: Siendo Benjamín más pequeño que José, era más el hijo de la vejez y, por consiguiente, podía haber sido él el favorito. De manera que la frase tiene que indicar algo más de lo que parece dar a entender. En efecto, la frase en hebreo indica hijo sabio y alude a uno que poseía prudencia y sabiduría superiores a sus años. En cuanto a la ropa de colores, hecha con retales de tela de distinto color, era considerada como ropa de distinción, Jue. 5:30; 2 Sam. 13:18, y todavía lo sigue siendo en muchos pueblos del oriente.

* Gén. 337:4. Es decir, no le decían nunca: La paz sea contigo, expresión de bienvenida entre amigos, conocidos y familiares. Se consideraba un deber sagrado dar a todos esa forma de saludo y el no hacerlo era una señal inequívoca de disgusto y hostilidad. Cuando los hermano de José le negaban el saludo, pues, estaban diciéndole lo indispuestos que estaban contra él. El saludo es importante y si no que se lo pregunten a Yasser Arafat cuando se quedó con la mano extendida delante del presidente de Israel…

Bien, es natural que los padres amen o prefieran a los hijos más jóvenes o a los que sobresalen en talentos o amabilidad, pero en una familia constituida como la de Jacob, por muchos hijos de madres distintas, por fuerza tenía que ser una práctica peligrosa. Así, la actitud de Jacob, afectó a las relaciones entre José y sus hermanos.

Pero hubieron más cosas:

 

2do. Punto. José tuvo unos sueños, Gén. 37:5-8:

  En efecto, aquellas relaciones entre los hermanos empeoraron y deterioraron aún más a causa de los sueños de José:

* Gén. 37:5-7. En tiempos antiguos se prestaba mucha atención a los sueños; por eso, el de José, aunque era aún un muchacho, interesó seriamente a toda la familia. Hace poco hablamos de los sueños con ocasión del que tuvo Jacob en Betel y decíamos que desde la perspectiva bíblica era un v. de revelación que Dios usa con personas a quienes ha dado el don. Además, la interpretación de sueños es un regalo del Señor y de ningún modo es una hermosa técnica humana que puede adquirirse o desarrollarse. De manera que nos está prohibido interpretarlos aunque sea en broma; tanto es así, que en Deut. 13:1-3 se prohíbe si tienden a promover la idolatría. Con todo, debemos distinguir entre los sueños y las visiones, pues mientras los primeros ocurrían mientras las personas estaban dormidas, las segundas tenían lugar estando despiertas (por ejemplo: Dios habló a Abimelec en un sueño y a Abraham en una visión). Pero tanto unos como las otras son innecesarias en la actualidad porque la revelación de la Palabra de Dios los ha reemplazado.

El sueño de José era simbólico, pero fue entendido rápidamente por la familia. Además, fue repetido en varias formas; con lo cual, su significado no dejaba ninguna duda y su cumplimiento tampoco, Gén. 41:32.

Por eso, la respuesta de los hermanos no se hizo esperar:

* Gén. 37:8. José no había dicho nada, pero sus hermanos entendieron bien la intención y el mensaje del sueño. Y la cosa de complica cuando toda la familia es consciente de los sueños de José y, de lo que es más importante, su posible realización por estar inspirados por Dios. El mismo Jacob sabía por experiencia lo que quería decir aquello. Por eso la frase que resume el pasaje la encontramos en el v. once, que no está incluida en la lección: Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre guardaba en su mente el asunto.

  Pero nuestra historia sigue: Todos los hermanos marchan hacia Siquem (Samaria), a unos 80 kilómetros de Hebrón, su casa, en busca de pastos para el ganado. Jacob envía a José para saber como les iba a sus hijos y el drama se acentúa.

Veamos:

 

3er. Punto. Los hermanos planean matar a José, Gén. 37:13, 14:

* Gén. 37:13, 14. Israel no sabía que sólo su presencia había salvado a José de sufrir algún mal y ahora lo envía a la boca del lobo. El patriarca no era mal padre, quiere saber de sus hijos y sólo en segundo lugar le pide informes de las ovejas. Además, no quiere que se quede a vivir con ellos, pues su mala fama ya era manifiesta. Por eso le dice: tráeme la respuesta. Por otra parte, aquí se confirma el papel de José en la familia como informador de confianza.

Pero la envidia es mala consejera, Mat. 27:17, 18; Hech. 7:9, y los hermanos de José vieron su oportunidad en esta inspección rutinaria. El joven sale de su casa en Hebrón, llega a Siquem, pero no los encontró. Y mientras andaba desorientado, un hombre le ayuda y le da la dirección del nuevo campamento, va hacia allí y los encuentra en Dotán (he. dos pozos), un lugar de pastos a pocas horas de Siquem. Ellos lo vieron venir porque estaban en una llanura y conspiraron contra él para matarle, diciendo: He aquí viene el soñador. Literalmente, señor de sueños. Y es que creían tener bastante razón, pues considerados los sueños como sugestiones del cielo, pretender haber tenido uno, era una acción detestable y una especie de blasfemia. Es decir, lo veían como un astuto fingidor al que había que castigar de forma ejemplar. Sin embargo, la Biblia es clara y asegura que su móvil principal fue el que provocaron los celos.

Así que empezaron a formar un complot para asesinarlo, del cual fue rescatado a petición de Rubén, quien sugirió echarlo en una cisterna seca de las que habían en los alrededores, con la probable buena (¿?) intención de rescatarlo algo más tarde y devolverlo a su casa.

 

4to. Punto. José es vendido y llevado a Egipto, Gén. 37:23-27:

  Tramaron tres planes contra José, uno detrás de otro:

Primero, el de matarlo y tirarlo en una cisterna, vs. 18-20.

Segundo, el plan de Rubén ya citado, de echarlo en un pozo y dejarlo allí, de momento. Este sugerente plan fue llevado a cabo de la siguiente forma: Uno, despojaron a José de su túnica, distintivo que lo identificaba como el hijo favorito; dos, lo echaron en la cisterna que por su forma impediría su fuga (en Gén. 42:21, se relata la angustia de José cuando les pedía que no le abandonasen). Tres, se sentaron todos a comer demostrando una total indiferencia hacia la suerte de su hermano y sus ruegos, Gén. 37:23-25.

Tercero, el plan de Judá: Con la llegada de una caravana de ismaelitas. La idea, pues, era la de vender a José como esclavo. Así, esta alternativa cumplía el propósito de eliminar a José, pero sin matarlo amparándose en la idea de que era su hermano.

  Así fue como entró en Egipto y se preparó para el futuro.

Pero aún quedan algunas consideraciones:

Podemos imaginarnos a José avanzando por el llano, cansado, con ganas de ver a sus hermanos, con toda la ingenuidad confiada de afecto y amor fraternal, sin tomar excesivas precauciones, y ¡qué sorpresa se llevaría!

Después, el hecho de que se sentasen a comer alrededor del fuego como si nada estuviese ocurriendo… Esto es imposible que hiciesen aquello sólo por envidia, por su traje o por la manifiesta parcialidad de su padre. Su odio contra José ha de haber tenido una fase más honda; ha de haber sido producido por la aversión a su piedad y otras excelencias, que hicieron que su conducta y talante fuesen una constante reprensión del carácter y conducta de todos ellos. Tal vez se dieron cuenta de que nunca podrían estar a gusto mientras no se librasen de su aborrecida presencia. Esta, creemos, fue la verdadera causa de su traición y no sólo la envidia. Se trata del mismo caso de Caín y Abel (no como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y porqué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas, 1 Jn. 3:12).

Pero una obra mala lleva a otra peor. Por eso lo que sigue de nuestra historia no es mejor que lo que hemos explicado hasta aquí: Rubén, vuelve al campamento, Gén. 37:29-36, y al no encontrar a su hermano metido en el pozo, rasga sus vestiduras porque era el hermano mayor y responsable de algún modo de todos ellos. El resto de los hermanos, para ocultar el hecho y todas las consecuencias de la idea de Judá y tener una explicación lógica de la desaparición de José, manchan su túnica con sangre de cabrito y se la llevan a Jacob diciéndole que la encontraron así. Jacob reconoce la ropa y pronuncia la muerte oficial de su hijo preferido. Luego se declara en duelo rehusando el consuelo del resto de sus hijos, diciendo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. No a la tierra, porque suponía que José había sido roto y despedazado, sino al lugar desconocido, al lugar de los espíritus desaparecidos, donde Jacob esperaba encontrar de nuevo a su hijo una vez él mismo hubiese muerto. Con todo, la expresión Seol usada por el patriarca (sinónima del Hades del NT.), es una expresión de dolor y así hay que tomarla. Sabía que su Dios es infinito, no lo dudamos, pero lo que hay aquí es una referencia al dolor humano.

La lección termina con una referencia a la historia de Judá y Tamar, Gén. 38:1-30, que tiene interés de demostrar que la santa descendencia del cuarto hijo de Lea no se truncó debido a la sagacidad de su experta nuera. De los tres hijos de Judá, dos murieron sin tenerla. Se había casado con Súa, una cananea, y todo le fue mal. Er y Sela murieron y Onán, el hijo segundo debía de haberse casado con su cuñada Tamar, no quiso dejarla embarazada, y murió. Lo mismo le ocurrió a la mujer de Judá y Tamar, simulando ser una prostituta, concibe de éste sin darse a conocer. Cuando la mujer iba a ser castigada por adulterio, al hacerse evidente el embarazo, identifica a Judá como responsable de su maternidad. Se la declara inocente, aunque Judá nunca más se acostó con ella, y dio a luz a dos hijos llamados Fares y Zara, del primero de los cuales nacieron a su tiempo David y Cristo, Mat. 1:1-16.

 

Conclusión:

En todo el texto escrito que abarca la lección no se menciona la intervención directa de Dios Padre para proteger a José, pero se sobreentiende. No es una idea tan clara como aquella que se nos indica que Jacob sería mayor que Esaú, por ejemplo, pero sin duda, estuvo protegiéndolo todo el tiempo. Tal vez para que ayudase a sus hermanos y familias a seguir adelante. En efecto, a pesar de que los hijos de Israel no fueron joyas, eran patriarcas que debían garantizar las promesas de descendencia hechas a Abraham y alguien tenía que haber para cuidarlos, alimentarlos y protegerlos. Este fue José. De manera que podemos decir con seguridad que Dios obra en medio de conflictos y todo, todo, se perfecciona en sus manos.

Aprendamos del error de los hermanos de José, pues si bien Dios enderezó algo sus consecuencias, se sintieron culpables toda su vida, Gén. 42:21, 22; 50:18, 19.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 30 de noviembre de 1993

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389 PREPARADOS PARA DAR

 

Luc. 6:38

Introducción:

Pocos temas podríamos hallar tan controvertidos como este de dar. En efecto, parece ser que hay tantas opiniones al respecto como puntos de vista y modos de actuar de todas las personas que existen en el mundo. Además, la vida se ha puesto tan difícil que ceder algo gratuitamente parece un enorme contrasentido y una práctica poco común, pues el deseo de la propiedad aparece ya en la niñez y se incrementa con los años.

Por eso toda la literatura alaba a la hormiga en detrimento de la cigarra no sólo porque no canta y no se toma la vida con filosofía, sino porque no sabe vivir atesorando para el mañana. Todo es igual, todo tiende hacia lo mismo: Seguros de vida, planes de ahorro, patrimonios… Esto está bien para el mundo que no tiene más futuro que el que pueda disfrutar aquí, pero no para el creyente que sabe que nada material es eterno y que lo tiene que dejar aquí, 1 Tim. 6:7. Conste que no criticamos estas prácticas salvo en lo que tienen de malo, en lo que tienen de sustitutivo de la confianza en Dios. Jesús dijo que no nos hiciésemos tesoros en la tierra, Mat. 6:19, y que confiásemos en la providencia del Padre, Mat. 6:25-34, y eso es lo que afirmamos.

De manera que daríamos algo más (dinero, tiempo, lo que sea) si pensásemos que todo es de Dios, que somos administradores y que, en último extremo, tenemos la responsabilidad de pasarle cuentas y devolverle parte (o todo) de lo producido (o de lo recibido y producido).

 

1er. Punto. Todo es de Dios:

a  Todo lo creado es obra de sus manos, Gén. 1:1; Juan 1:3.

b Incluso los hombres, Isa. 45:18; Mal. 2:10.

c Hombres vivos, Mat. 22:32; Mar. 12:27; Luc. 20:38, hombres que aún pueden decidir qué hacer con lo que Dios ha puesto a sus disposición.

d Por eso nos conviene obedecerle a pesar de que, a veces, sus deseos parezcan un contrasentido o que vayan en contra de nuestros intereses, Hech. 5:29.

e No debemos olvidar que debemos vivir sin afán imitando a los grandes hombres, Fil. 4:12, pensando que el Señor, por ser dueño de todo, suplirá con creces lo que nos falte, Fil. 4:19.

f En más de un sentido, debiéramos devolver a Dios todo lo que es suyo, Mat. 22:21.

g Si los cielos cuentan la gloria de Dios, Sal. 19:1, nuestros actos debieran imitarlos pensando en el pobre, el que no tiene nada, y remediando su estado lo mejor posible, Sal. 41:1, y

h Sólo si perdemos el sentido de la propiedad, si dejamos de pensar que tenemos algo nuestro, podremos prepararnos para dar.

 

2do. Punto. Somos administradores:

  a Por eso está mal que caigamos en la tentación de apropiarnos con todo lo que llega a nuestras manos, Mal. 3:8.

b Y administradores que saben que Dios, el amo, conoce las cuentas de resultados y la disponibilidad de servir, Luc. 16:15. Esto que parece ciencia ficción no lo es, pues para Dios todo es posible, Luc. 18:27.

c La realidad de la segunda venida del Señor es una prueba para nuestra fidelidad, Mat. 25:14-30.

d Sólo creyendo que administramos bienes de Dios estaremos mentalmente preparados para dar. Además, por otro lado, sólo seremos bien recompensados si cumplimos con este deber desde hoy hasta la nueva venida de nuestro Señor, Luc. 12:42-44.

e Este es un trabajo que no debemos olvidar a pesar de tener la sensación de que el Señor tarda en venir y comportarnos como los administradores que se espera de nosotros, Luc. 12:45-48.

f. Somos funcionarios administradores de Dios, pues, y debemos tener claro que estamos en la tierra de paso, Heb. 11:13, y que los tesoros, de tenerlos, han de estar en el cielo, Mat. 6:19, 20.

 

3er. Punto. Tenemos la responsabilidad de pasar cuentas y devolver lo recibido y lo ganado:

a Hemos de dar al Señor incluso más de lo previsto para poder recibir sus bendiciones, Mal. 3:10, pues hemos de dar para recibir Luc. 6:38.

b Para ello, debemos elegir a quien servir porque no se puede adorar a Dios y a las riquezas, Mat. 6:24; Luc. 16:13.

c Jesús ya lo dejó dicho: Dad a Dios lo que es de Dios, Mat. 22:21; Luc. 20:25.

d Una vez salvos por gracia, acerquémonos a Dios, hagamos su voluntad y Él se acercará a nosotros, Stg. 4:8.

e La confianza en Dios es el secreto para dar, pues depender de su cuidado nos evita el afán, Mat. 6:25-34.

f No debemos negar jamás la ayuda que nos pida el necesitado, Mat. 10:42, y estar muy al tanto de las órdenes del Señor en ese sentido, Mat. 14:16.

  g De cualquier manera, al final, daremos cuenta de la gestión, Luc. 19:12-24, y

h No tratemos nunca de engañar a Dios acerca de lo que damos, no sea que nos estemos equivocando y la hipocresía se vuelva en contra de nosotros, Hech. 5:1-11.

 

Conclusión:

Hay toda una filosofía que trata de explicar el sentido de dar que existe en el creyente, la cual viene ejemplificada en el gran discurso de Jesús el monte de los Olivos con relación a ser sujeto receptor de las dádivas y ofrendas que se dan a los desamparados del mundo, Mat. 25:35-40, dádivas que tienen un premio si los receptores primarios somos nosotros, los cristianos, Mar. 9:41.

En cuanto a la actitud que hay que tomar en el hecho de dar también está definida por el Maestro cuando alabó la ofrenda de la viuda que dio todo lo que tenía, Mar. 12:41-44; Luc. 21:1-4, lo que deja el listón muy alto y minimiza nuestras propias entregas. Debemos tener en cuenta que aunque Dios nos diese todas las riquezas, sino nos da también la capacidad de administrarlas sería terrible, Ecl. 6:1, 2, acabaríamos ahogándonos en nuestra propia miseria (referencia al famoso rey Midas, rey de Frigia, que según la leyenda murió de hambre a pesar de que todo lo que tocaba se convertía en oro).

De manera que ha llegado el momento de dar; habiendo sido preparados, hemos de dar y hacerlo con alegría, 2 Cor. 9:7, como Dios, dueño de todo, nos lo dio a entender. Tengamos cuidado en no caer en los deseos inconfesables del mundo porque nos estaríamos equivocando, 1 Jn. 2:15-17. El carácter cristiano que puede producir frutos, Gál. 5:22-24, nos viene dado por la unión vital con Cristo, Juan 15:5; 1 Cor. 12:12, 13; así que, gracias a Él podemos sentir que estamos de paso y, por lo tanto, que no necesitamos nada, así que no nos debe doler ayudar a los demás hasta el límite de nuestras fuerzas.

 

Sugerencia:

Con ocasión del desarrollo del programa se debería hacer una ofrenda para ayudar a solucionar algún problema social de la comunidad local: en especial si el caso nos pide cierta atención continua, por ejemplo: crear una cuenta de tipo mensual, en metálico o en especies, para ayudar a una familia sin recursos.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 1 de diciembre de 1993

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390 PELIGROS EN LA VIDA DEL CRISTIANO

 

Sal. 1:3

Introducción:

No, no es fácil ser cristiano. Está demostrado que la sociedad reacciona automáticamente en contra de los que no son como ella. Es una forma de auto defensa universal… El señor Jesús, con esa visión que le caracterizaba, ya lo dejó dicho: Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no harán? Luc. 3:31, dando a entender cual iba a ser nuestro futuro por el solo hecho de ser cristianos. Sin embargo, nosotros también tenemos una pregunta: Si vamos a tener tanta aflicción y peligros, ¿qué no pasará con el mundo que nos rechaza una y otra vez a sabiendas? En este sentido, el gran Pedro tiene una respuesta clara, pues dice: Si nosotros pasamos tribulación, peor lo pasará el mundo que la provoca, 1 Ped. 4:17.

En más de un sentido, el mundo está muerto, Jud. 12, arroja la espuma de sus propias abominaciones, intuyendo su fin y tratando de arrastrarnos en su caída, Jud. 13. De manera que estamos expuestos a continuos y variados peligros que nos vienen a causa del pecado y por una actitud personal muy equivocada que de cambiarla, que de hacerla más acorde con la voluntad de Dios, podríamos mitigar sus efectos.

 

1er. Punto. Satanás, el enemigo número uno:

  a Este ser terrible, que según parece fue creado como uno de los querubines que debía preservar la santidad de Dios ofendida por el pecado, Eze. 1:5, ha llegado a ser el dirigente invisible de toda pompa y soberbia, Eze. 28:12-16.

b Ungido para ocupar una posición de autoridad antes de la creación del mundo (en Gén. 1:2 se da a entender que la tierra estaba sufriendo un cambio a mejor, a diferente, como resultado del juicio divino sobre los ángeles caídos. Ver: Jer. 4:23-26; Isa. 24:1; 45:18). Satanás cayó a causa de su orgullo, Isa. 14:12-14.

c Su determinación de exaltarse a sí mismo a la posición que pertenece a Dios señala la entrada del pecado en el universo, Isa. 14:13, 14, otra vez.

d Al ser expulsado del cielo (o de los cielos, Luc. 10:18), hizo de la tierra y del aire el escenario de su actividad, Efe. 2:2; 1 Ped. 5:8.

e Después de la creación del hombre, Satanás entró en aquella serpiente, Gén. 3:1, y haciendo uso de su sutileza engañó a Eva, logró la caída de Adán y por medio de él, de toda la raza humana a través del pecado, Rom. 5:12-14.

f Enseguida, comenzó su lucha contra la obra que Dios realiza en favor de la humanidad, lucha que aún continúa en nuestros días. Así, y aunque fue expulsado del cielo todavía tiene acceso a Dios en su carácter de acusador nuestro, Apoc. 12:10, y se le permite zarandear o probar a los creyentes que son carnales y tienen puesta su confianza en sí mismos, Job 1:6-11; Luc. 22:31, 32; 1 Cor. 5:5; 1 Tim. 1:20, aunque con limitaciones, ya que no pueden causar la muerte eterna de éstos por estar guardados en fe mediante la intercesión de Cristo, Luc. 22:31, 32; 1 Jn. 2:1.

g Este es el espíritu que sale del hombre al aceptar a Cristo y que vuelve a entrar con siete amigos más si éste baja la guardia y trata de reformarse, crecer o madurar mediante sus esfuerzos, Luc. 11:24-26; Mat. 12:43-45.

h El peligro, pues es evidente y las señales de caer son: malos pensamientos, inmoralidades sexuales, los robos, homicidios, vicios, adulterios, avaricias, maldades, engaño, sensualidad, envidia, blasfemia, insolencia e insensatez, Mar. 7:21, 22; unas señales que, de ser detectadas, nos deben hacer recapacitar para volver a cobijarnos bajo las alas del primer amor, 1 Tim. 1:5.

 

2do. Punto. La tibieza, el enemigo número dos:

  a La tibieza, el pasar de todo, el alejarse de Dios, es el principio del fracaso espiritual. Se nos dice expresamente que debemos acercarnos al Señor y El se acercará a nosotros, Stg. 4:8.

b El creyente debe ser agresivo con todo tipo de injusticia, mas compasivo con el dolor, obediente a la voluntad divina, lo más lejano posible de la figura del tibio que será ignorado por Dios, Apoc. 3:16.

c Estamos viviendo tiempos peligroso en los que habrá hombres amantes de sí mismos y del dinero. Además serán vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, impíos, aborrecedores de todo lo bueno, luego traidores, impetuosos, envanecidos y amantes de los placeres más que de Dios, 2 Tim. 3:1-4. Esta es la real situación, este tipo de hombres parece mandar, no permiten que nadie se desmarque de ellos y toleran tan sólo a los que de nosotros nadan entre dos aguas, a favor de la corriente, que si bien no llegan a comulgan con sus predicados, se dejan llevar sin sobresalir mucho del conjunto y sin enfrentarse a nada.

d El recurso del creyente para este tipo de peligro que nos aparte de la fe aun sin abandonar la práctica externa del cristianismo, son las Escrituras que, aparte de servirnos para aprender, nos ayuda a calentarnos, a estar preparados para toda buena obra y a conseguir la perfección, 2 Tim. 3:14-17.

 

3er. Punto. El poco fruto, el enemigo número tres:

a. Hay un tipo de cristiano que se salva por los pelos, 1 Ped. 4:18; que es salvo sí, pero incapaz de levantar un dedo para servir a los demás, que huye de la comisión Pro Cargos como alma que lleva el diablo, que sólo acude a la iglesia en domingo y que da por compromiso…

b Este cristiano está en peligro, lo dijo Juan el Bautista, Mat. 3:10; Luc. 3:9, y Jesús, Juan 15:2.

c Debemos producir, pues, el fruto que se espera de nosotros, Stg. 3:12, porque por este se nos puede conocer, Mat. 12:33, y en caso de no hacerlo se nos puede incapacitar para siempre, Mat. 21:19; Mar. 11:14.

d En cuanto al tipo de fruto que debemos dar es aquel que conlleva sacrificio y entrega, Juan 12:24, aquel que está siendo cuidado por el Labrador de los cielos, Juan 15:2, ya que uno no puede generarlo por sí mismo, Juan 15:4.

e Así que, ya libres del terrible lastre del pecado y siervos de Dios, tengamos como fruto la santificación en todos sus aspectos y como fin, la vida eterna, Rom. 6:22.

f Y por si nos quedase alguna duda, ahí van los frutos que el Espíritu Santo debe producir con naturalidad a través del carácter cristiano: Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, mansedumbre, fe, bondad y dominio propio, Gál. 5:22-24. Cualquier otra cosa es desde poco fruto a ningún fruto.

 

  Conclusión:

La cosa está clara y ya podemos afirmar que es un hecho que tenemos al mundo en contra; pero también, que sus venganzas son todas nuestras bendiciones. Ahora bien, qué sus acusaciones no sean ciertas, qué sus enfados no estén basados en la razón, Qué sus desprecios no estén apoyados en la justicia, qué sus iras no estén alentadas por nuestro mal proceder… Pedro dice otra vez: Cuando sois injuriados en el nombre de Jesucristo, sois hasta bienaventurados. Así que, si alguno padece como cristiano, que no se avergüence; más bien, glorifique a Dios en este nombre, 1 Ped. 4:14-19.

Y es que el que hace la voluntad de Dios es como un árbol verde, Sal. 1:3, en medio de higueras secas, Mat. 21:19, criado y alimentado por la savia de Cristo, Juan 17:11, cuidado por Él, Juan 17:13-19, anclado sobre una roca, Luc. 6:47, 18, y a salvo de cualquier peligro interior o exterior, Rom. 8:35-39.

De manera que si andamos con Dios, ni el mundo ni la muerte podrán con nosotros, 1 Cor. 15:54-57. Es verdad que tendremos aflicción mientras estemos en la tierra, mas hemos de confiar, Cristo que ha vencido al mundo, Juan 16:31, es el que nos guarda del mal, Juan 17:15, y el que nos indica bien la clase de vestido protector que debemos llevar, (Efe. 6:11-17.

 

Sugerencia:

Sería interesante conseguir una armadura medieval de tamaño natural para colocar al lado de la mesa de oradores y señalar sus distintas partes en el momento oportuno o en su defecto, hacer invitaciones al programa en los que en su anverso figure la armadura de un guerrero armado de la Edad Media, el lugar, día y hora en que tendrá lugar el servicio y en el reverso, las palabras del apóstol Pablo a los Efe. 6:11-17.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 6 de diciembre de 1993

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391 JOSÉ SE DA A CONOCER A HERMANOS

 

Gén. 42:7-11, 15, 16; 45:4-10

Introducción

Siguiendo la idea central que hemos encontrado en todas las lecciones anteriores del tema, podemos afirmar que cuando José aseguraba que fue Dios quien le envió a Egipto apuntaba a la enseñanza de que El guía los hechos de nuestra vida para cumplir sus propósitos. En efecto, José a pesar de no encabezar ninguna tribu de Israel (sus hijos Efraín y Manasés, sí que lo fueron), fue usado por Dios para salvar de la muerte por hambre a toda su familia y a cientos de egipcios. El Señor guió las circunstancias adversas en la vida de José para cumplir su propósito con la real descendencia de Abraham, llegando a permitir que el hijo de Raquel fuese vendido como esclavo en Egipto por medio de unos madianitas, preparándole para ser apto y capaz de preservar la vida de sus semejantes y proveyendo un lugar de estancia para Jacob y toda su familia a lo largo de 400 años y sin perder su identidad.

El estudio panorámico del contexto de la lección de hoy abarca los capítulos 42 al 45 de Génesis subdividido en los siguientes apartados:

a Los hijos de Jacob acuden a Egipto, Gén. 42:1-17.

b José hace rehén a Simeón, Gén. 42:18-24.

c Benjamín es llevado a Egipto, Gén. 42:26-43:15.

  d Los hijos de Jacob en casa de José, Gén. 43:16-34.

e José toma prisionero a Benjamín, Gén. 44:1.34, y

f José se da a conocer a sus hermanos, Gén. 45:1-15.

 

1er. Punto. Los hijos de Jacob acuden a Egipto, Gén. 42:1-17:

  A causa del hambre que asolaba toda la tierra de Canaán, Jacob envió a todos sus hijos, excepto Benjamín, a Egipto para adquirir alimentos, vs. 1-5. Al llegar allí se arrodillan delante de José sin reconocerlo. Este, expresamente, los trata como simples espías. Pero ellos, para demostrar su inocencia, explican su procedencia y la composición familiar incluyendo a su anciano padre, a un hijo menor y a otro hermano que hace tiempo que desapareció, José, vs. 6-14. Entonces quedan presos todos menos uno al que envían a Canaán con el encargo urgente de traerse al hermano menor como prueba de la veracidad de sus palabras, vs. 15-17.

Este es el guión de esta parte de la lección, ahora veámoslo en profundidad:

Cuando el hambre se intensificó en aquella tierra de Canaán, menos preparada que Egipto y sin haber podido prever los siete años de escasez extrema, los hijos de Israel se vieron obligados a ir hacia el sur a comprar trigo ya que habían oído que allí había en abundancia. Por esa razón se enfrentan con José, quien parece dar la impresión de estar esperándoles, pues actúa de la siguiente manera:

* Gén. 42:7-9. Les reconoció, pero ellos no y simuló ser un extraño. Hacía 22 años que no se veían y además, debemos tener presente que al tiempo que los hebreos vestían como siempre, él llevaba la ropa oficial de príncipe egipcio e iba tocado con la corona correspondiente. Por otra parte, ellos no podían imaginar que su hermano hubiese llegado a gobernador de Egipto y su propia ferocidad y falta de humanidad venía a resultar el medio para provocar la situación que habían querido evitar, Isa. 60:14. Así que, y siguiendo designios superiores o un plan concebido en la soledad de la distancia, no se dio a conocer enseguida.

  Les habló con dureza y a través de un intérprete, v. 23.

Mas esta puesta en escena colaboró a que ellos no le conocieran y se postraran ante él con el rostro en tierra en señal de sumisión, situación que hizo recordar a José los sueños que había tenido acerca de ellos.

  Pero aún es demasiado pronto para aquella reconciliación y los acusa injustamente: ¡Sois espías!. Esto era muy grave, pero estaba a la orden del día en la frontera del desierto que separaba a los dos países.

* Gén. 42:10, 11. Los hermanos se defienden exponiendo varios argumentos: Primero, el único propósito de ir a Egipto era el de comprar alimentos. Segundo, se declaran hijos de un mismo hombre lo cual quiere significar la imposibilidad de la idea, pues a nadie se le ocurriría tener una profesión que pusiera en peligro a una familia entera. Tercero, ellos se definen como honestos; por tanto no parece que puedan ser espías.

La porción del pasaje acaba con una frase lapidaria que no tiene desperdicio: Tus siervos no somos espías. Así, sin saberlo, los hermanos de José se reconocen como siervos del soñador.

* Gén. 42:15, 16. Ya se ha apuntado que en el transcurso de la argumentación de inocencia, los hermanos mencionan a sus dos ausentes:

El menor que se había quedado con su padre y uno que no aparece. Esto da una ocasión a José para apresarlos hasta que le traigan a Benjamín como prueba de su cierta honestidad. El ¡viva faraón! es un argumento egipcio y le sirve aquí para esconder más su personalidad. La verdad es que era corriente jurar por el rey de turno para garantizar la firmeza del que hablaba. Aunque nosotros tenemos nuestras propias ideas respecto a los juramentos Mat. 5:34; Stg. 5:12, ya que lo tenemos prohibido, parece ser que por entonces no tenía importancia o fue usado por José sólo para enmascararse aún más.

En este punto concreto de nuestra historia tiene lugar un hecho imprevisto: José manda que uno de ellos se vuelva a casa y traiga a su hermano menor mientras el resto deberá permanecer preso en Egipto como rehenes. Era la prueba suprema para demostrar su inocencia. Si existía el tal Benjamín es que decían la verdad. Sin embargo, José sabía muy bien que tenían un hermano llamado Benjamín. Así que debemos encontrar el verdadero motivo de la orden. El pedido de José era muy serio. Justamente, Benjamín, el hermano menor, no había ido a Egipto porque Jacob no quería correr el peligro real de perderlo. Pero lo que no sabía José era la actitud de los hermanos con respecto a Benjamín… Tanto el uno como los otros sabían que Jacob no permitiría nunca que viniese su hijo menor, el último hijo de su querida Raquel… Y, por lo tanto, el destino de los hermanos parecía estar abocados la muerte en prisión o a causa de los cocodrilos.

Con consiguiente, la venida al país del Nilo no parecía resolver los problemas de Israel, más bien al contrario.

* Gén. 42:18-24. Al tercer día, José, reconociendo que temía a Dios, cambia de planes y les propone que vuelvan a su tierra con provisiones y que se quede sólo uno de rehén hasta que traigan a Benjamín, vs. 18-20. Todos los hermanos hacen un claro aparte reconociendo que aquella desgracia les viene encima a causa de haber vendido a José (por cierto, describen muy bien la angustia del joven mientras era echado en aquel pozo, v. 21). Pecado que Rubén denuncia también recordando que él siempre estuvo en contra de aquella solución. José se conmueve y se retira para llorar. Finalmente los deja ir quedándose Simeón como rehén, vs. 21-24. No se sabe, pero parece ser que esta elección fue motivada a causa de que el hijo de Lea fue el principal instigador y el autor más violento del parricidio de Dotan, cerca de Siquem. Si esto fuese así, el elegido sentiría más de una vez haber intervenido en el mismo mientras aguardaba la vuelta de sus hermanos.

* Gén. 42:26-43:15. A su llegada a Canaán, cuentan a Jacob con detalle todo lo que les ha pasado, en especial lo relacionado con Benjamín. Además, al descargar sus cabalgaduras, encuentran su dinero en el saco, una circunstancia que los atemoriza, vs. 26-35. Israel reconoce con dolor las malas noticias y guiado por un mal presagio no quiere dejar marchar a su hijo menor, vs. 36-38. Pero cuando el hambre aprieta y ya no pueden más, Judá sale como fiador de su hermano menor y el patriarca Jacob cede al fin con la condición de llevar muchos presentes lujosos para el gobernador de Egipto, doble dinero y el ruego al Dios todopoderoso, Gén. 43:1-15.

* Gén. 43:16-43. Cuando José los ve de nuevo los hace llevar a su casa y concierte en comer con ellos. Temerosos por si serían apresados a causa del dinero, todos los hermanos ofrecen pagar al administrador de José. Este les asegura que ya ha cobrado y se queden tranquilos con lo que aumenta su estupor. Por otra parte, Simeón es liberado y se reúne con los demás, vs. 16-25. Cuando llega José acepta el presente, pregunta por su padre y al ver a su hermano menor se emociona otra vez. Luego se sientan a comer cada uno en su lugar, eso sí, separados de los egipcios a causa del protocolo y las costumbres. El acento del banquete está en que Benjamín recibe cinco veces más ración que los demás, vs. 26-34.

* Gén. 44:1-34. José ordena que se les provea de lo necesario y que los manden a casa, pero pide a su administrador que al cargar el saco de Benjamín ponga su copa personal de plata. Luego ordena seguirlos y les acusa de robarle la copa. Ellos lo niegan proponiendo que el que lo haya hecho sea culpable de muerte sin saber que estaba en la carga de su hermano pequeño. Encuentran la copa, vs. 1-12, y todos vuelven a la ciudad a pesar de que el oficial sólo reclamaba a Benjamín. Judá reconoce ante José la culpabilidad de todos y para salvar a su hermano se ofrecen como esclavos. José insiste en que se vayan todos menos el culpable, vs. 13-17. Y entonces Judá, en un conmovedor discurso, les recuerda todos los acontecimientos que les ha llevado a aquella situación. Y para no provocar la muerte de su padre, se ofrece como esclavo en lugar de Benjamín, vs. 18-34.

 

2do. Punto. José se da a conocer a sus hermanos, Gén. 45:1-15:

  José, al ver que los hermanos no abandonan a Benjamín y que no quieren que Israel, su padre común, sufra las consecuencias, se conmueve y a solas se da a conocer, vs. 1-4. Ante el terror de sus hermanos, José los reconforta asegurándoles que Dios guió todos los eventos para preservar sus vidas del hambre por medio de él, vs. 5-8. Además, les propone que vayan a buscar a Jacob y a toda su familia para vivir en Egipto. Finalmente, abraza a su hermano menor y después a todos ellos, iniciando unas nuevas relaciones familiares.

Ahora veamos este pasaje un poco más en profundidad, pues es uno de los más dramáticos y conmovedores de la lección. José vio una prueba satisfactoria en el regreso de todos los hermanos, resaltando el hecho de la evidencia de su unidad y sintonía. Había oído bastante para convencerse de que el tiempo, la meditación o la gracia divina habían mejorado su carácter. De manera que, cuando escuchó el ofrecimiento de Judá, no pudo más y dijo: Acercaos a mi… y luego se dio a conocer: Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto, v. 4. Podemos imaginar la escena. José era el gobernador de Egipto, el segundo después de Faraón, y ellos estaban en falta para con él hasta el punto de haberlo descrito como aquel que ya no está con nosotros. Sin embargo, los trata como hermanos a pesar de haberse identificado como aquel que fue vendido a Egipto.

* Gén. 45:5-8. Así que José les explica que Dios dirigió las circunstancias para beneficio de todos. El sabía que sus hermanos habían vivido todos aquellos años con la terrible carga de su falta y el remordimiento por haberlo vendido. Por eso, estas palabras fueron de consuelo. El énfasis del paraje, pues, se centra en el hecho de que José reconoce la dirección de Dios en su vida y como las circunstancias lo llevaron a cumplir con un cometido específico. No fue un plan humano, aunque estuvo basado en equivocaciones humanas. Ya lo hemos dicho muchas veces y de nuevo nos repetimos: Dios es el mejor enderezador de entuertos que existe.

* Gén. 45:9, 10. La propuesta de José no era para una visita de cortesía, sino para traslado fijo con toda su familia y posesiones (Gosén era la zona del delta del Nilo, al norte del país, apta para la ganadería y una de las mejores tierras de Egipto).

 

Conclusión:

La marcha del clan de Jacob desde Beerseba a Gosén (unos 300 kilómetros), viene a ejemplarizar la diferencia que existe entre la voluntad directiva y la voluntad permisiva de Dios. Según la primera, el lugar donde debía estar la familia que había recibido el pacto era Canaán, Gén. 26:1-5, y sin embargo, El les permite ir a Egipto. En Gén. 46:3, se lee: Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Este es un claro ejemplo de la voluntad permisiva de Dios. Estando dividida la familia de Israel, y parte de ella en Egipto, la compasión del Señor no prohíbe que el anciano vaya al país. Es más, allí tendrá cuidado de su pueblo y les bendecirá hasta donde sea posible, saliendo como nación al cabo de 400 años (lo que nos da un idea de que, a veces, la voluntad de Dios tarda en recuperarse).

No creemos necesario insistir que esta voluntad permisiva no se extiende nunca a cosas que son moralmente incorrectas y que la mejor bendición se consigue obedeciendo su voluntad directiva.

José supo ver la mano de Dios en su vida y entendió su papel en la historia de su pueblo de Israel e hizo ver a todos sus hermanos que las circunstancias, a pesar de ser muy mal orientadas, fueron usadas realmente por el nuestro Señor para conseguir su salvación. De la misma manera debemos confiar nosotros en Dios, sabiendo que, al final, también guiará nuestras circunstancias para cumplir su propósito eterno.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 28 de diciembre de 1993

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392 EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

 

Hech. 1:6-8

Introducción:

Hablar del Espíritu Santo en una época tan materialista como la que estamos viviendo es una aventura poco menos que temeraria ya que algunos de los creyentes lo echan poco de menos o nada en absoluto. La razón es obvia: Por una parte, su naturaleza es señalar a Jesucristo en vez de llamar la atención sobre uno mismo y eso no vende mucho. Además, nos molesta todo lo que no podemos controlar y que, encima, quiere controlarnos a nosotros. Sin embargo, sabemos que es una Persona divina, Juan 16:7-15; Mat. 28:19 y, por lo tanto, con una función específica que va desde ser compañero de todos los creyentes hasta el ser el único proveedor de sus cuidados y poderes.

Así que nos conviene estudiar su ministerio por varias razones a cual más importante: Por su prominencia en la Biblia; porque por Él, todos los eventos históricos de nuestra fe se aplican a nuestras vidas; porque hay muchas perversiones de su doctrina y porque hemos permitido entrar en las iglesias sustitutos engañosos de su acción, tales como emoción externa, el activismo, la organización y el personalismo.

Digamos de entrada que su revelación es progresiva. En el AT., el E. Santo desciende sobre quienes quiere sin tener en cuenta las condiciones en que se encuentran. Pero Jesús, durante su vida terrenal, enseñó a los discípulos que ellos podían recibirlo si se lo pedían en oración al Padre, Luc. 11:13. Además, queriendo ayudarnos, al final de su ministerio, prometió que Él mismo oraría para que viniera a morar con y en los suyos, Juan 14:16, 17, 26. El mismo día de su resurrección, por la noche, se apareció en el cenáculo en el que estaban y soplando, les dijo: Recibir el Espíritu Santo, Juan 20:22; pero al mismo tiempo les recomendó que antes de iniciar su ministerio mundial esperasen su descenso, Luc. 24:49; Hech. 1:8. Un poco más adelante, en el día de Pentecostés, el Espíritu descendió sobre todo el cuerpo de creyentes en Cristo, Hech. 2:1-4. Después, durante el período cuando el Evangelio se predicaba sólo a los judíos, el Espíritu se impartía mediante la imposición de manos a los que creían en el Señor, Hech. 8:17; 9:17; etc. Pero cuando Pedro abrió la puerta del reino a los gentiles, Hech. 10, el Espíritu bajó sobre todos aquellos que habían creído sin ninguna dilación ni otra condición que la fe, Hech. 10:44; 11:15-18. Y en eso estamos. ¡Qué el Espíritu se recibe por la fe al instante de la salvación, es una evidencia que vale tanto para hoy como para mañana mientras el mundo sea mundo!

Pero, vayamos por partes:

El E. Santo en su relación con el alma de los hombres es llamado Consolador y con su trabajo, Impulsor.

 

1er. Punto. El consolador, Juan 16:4c-15:

* Juan 16:4c. La exposición es clara: Mientras Jesús estaba con sus discípulos, la oposición e incredulidad de todos sus enemigos chocaban contra Él; es decir, su presencia bastaba para proteger y conformar a los suyos evitándoles las sombrías predicciones relativas al odio del mundo.

* Juan 16:5, 6. Pero llega el momento de la ascensión y la marcha y los discípulos se detienen únicamente en el dolor físico de la separación. Es más, muy preocupados por la suerte del reino terrestre del Mesías no sólo no querían separarse de Él, sino que trataron de seguirle inmediatamente, Juan 13:37.

* Juan 16:7. Jesús quiere sacarles de esa melancolía y trata de hacerles comprender que su regreso a la Gloria es una condición indispensable para el envío del E. Santo que, a partir de aquel momento, debía ser para ellos la luz y la vida, Juan 7:37b-39. La frase: Os conviene que yo vaya es, pues, desde dos puntos de vista, una profunda verdad. Por una parte, era necesario que la obra de redención fuese acabada y que Él marchase al cielo para recibir la potestad de derramar el Espíritu sobre los suyos, Mat. 28:18, y por la otra, éstos iban a ser elevados por este mismo Espíritu (he. Paracleto, uno llamado al lado de otro para prestarle ayuda) a una vida religiosa superior a la que habían conocido hasta entonces.

* Juan 16:8. Otra de las funciones del E. Santo tiene que ver con el mundo propiamente dicho a quien convencerá de pecado, de justicia y de juicio como primer paso para conseguir y ganar el arrepentimiento y la salvación, 1 Cor. 14:24, 25 o, también, para su endurecimiento y ruina, Hech. 24:25.

* Juan 16:9. Así, convencer de pecado al mundo es la primera acción del E. Santo y es también el primer paso del pecador hacia su renovación moral. Por eso, lo peor que puede pasar es rechazar a Cristo puesto que esta es la única causa de condenación. Todos los pecados son expiados por la muerte del Señor y todos pueden ser perdonados por fe, excepto este, pues el no creer imposibilita la salvación.

* Juan 16:10. Pero al mismo tiempo que el E. Santo convence al mundo de pecado, le hace ver que la justicia de Dios está tan demostrada en los que se salvan como en los que se pierden. Además, manifiesta que es de justicia que Jesucristo, después de padecer, morir y resucitar, fuera a la Gloria eterna tras haber sido declarado Hijo de Dios, Rom. 1:4, y justificado por Él mismo, 1 Tim. 3:16.

* Juan 16:11. Donde quiera que el mundo sea convencido de su propio pecado y de la justicia de Cristo, lo será también de juicio. Juicio irremediable para unos y otros, para salvos y perdidos… (Este evento estaba tan seguro en la mente de Jesús que mucho antes de realizarse ya lo presenta como realizado).

* Juan 16:12, 13. Pero estas cosas, y otras más, deben ser examinadas bajo la luz del propio E. Santo. Ahora bien, ¿cuál es la verdad anunciada? ¡Jesús mismo! Juan 14:6. Es decir, todas las enseñanzas a las que tendremos acceso gracias al Consolador, vienen a ser la continuación de la vida de Jesús en la tierra y es la actitud que debemos adoptar en nuestra vida presente y futura.

* Juan 16:14, 15. Del mismo modo que el Hijo de Dios había glorificado al Padre por revelar su naturaleza, Juan 1:18; 17:4, en palabras y hechos, así el Espíritu glorifica a Cristo. Por último, queda la expresión repetida de una palabra que por boca de Jesús parece un contra sentido: Mío. Pero no es más que una parte de un todo conjunto con el Padre, Juan 17:10 y, en consecuencia, de un todo en el que estamos por la gracia conformados nosotros mismos.

De manera que, sustentados, consolados, por el gran E. Santo mientras avanzamos en busca del Señor en su segunda venida, dejemos que sus impulsos trabajen en nosotros.

 

2do. Punto. El impulsor:

  a Cristo indica que el Espíritu tiene una doble relación personal con los creyentes: Con y en, Juan 14:17; Luc. 24:49; Hech. 1:8. Con, indica el acercamiento de Dios al alma para convencerla de pecado, Juan 16:9, presentar a Cristo como el objeto de la fe, Juan 16:14, y regenerar al pecador, Juan 3:3-16. En, trata de describir la permanente presencia del Espíritu en el creyente, 1 Cor. 6:19, para ayudarle a vencer a la carne, Rom. 8:2-4; Gál. 5:16, 17, formar su carácter, Gál. 5:22, 23, ayudarle en todas las debilidades, Rom. 8:26, inspirarle en la oración, Efe. 6:18, abrirle el camino a la presencia del Padre, Efe. 2:18, hacerle ver que es hijo de Dios, Gál. 4:6, aplicar las Escrituras para su purificación y santificación práctica, Efe. 5:26; 2 Tes. 2:13; 1 Ped. 1:2, y confortarle e interceder por él, Hech. 9:31; Rom. 8:26, para impulsarle al servicio.

b No debemos olvidar que el creyente es nacido del Espíritu, Juan 3:3, 6; 1 Jn. 5:1, habitado por el Espíritu, 1 Cor. 6:19; Rom. 8:9-15; 1 Jn. 2:27; Gál. 4:6, y bautizado por el mismo Espíritu, 1 Cor. 12:12, 13; 1 Jn. 2:20, 27, para que, entre otras cosas, residir normalmente en la compañía de los hermanos que constituyen la iglesia local para hacer, entre todos, un templo de Dios, 1 Cor. 3:16, 17.

c Ya hemos dicho que somos parte de un todo indivisible. Es verdad que hemos contactado individualmente por el E. Santo en su enorme faceta de Consolador; pero también que le conocemos corporativamente como Impulsor. En efecto, el Espíritu sostiene a la Iglesia de Cristo, Mat. 16:18; Heb. 12:23, puesto que está formada y constituida por todos los redimidos que se encuentran unidos los unos a los otros y al Señor por su bautismo, 1 Cor. 12:12, 13; imparte dones a cada miembro del cuerpo místico para el servicio cristiano, 1 Cor. 12:7-11, 27, 30, guía a los miembros en este servicio, Luc. 2:27; 4:1; Hech. 16:6, 7 y, lo que parece fundamental, Él mismo es el poder para efectuar dicho servicio, Hech. 1:8; 2:4; 1 Cor. 2:4.

 

Conclusión:

El NT. distingue entre tener el Espíritu, que es una realidad en los creyentes y estar lleno de Él, que es el deber y el privilegio del verdadero hijo de Dios, Hech. 2:4; 4:29-31; Efe. 1:13, 14; 5:18. Así, su bautismo ocurre sólo una vez, en la conversión, mientras que su plenitud puede repetirse varias veces. Y es en esta última vertiente que hacemos hincapié para demostrar la actualidad de su potencia.

Respondiendo a una pregunta de los discípulos, Hech. 1:6-8, Jesús, que tenía una idea del reino de Dios muy diferente a la que tenían ellos, Mar. 1:14, les promete poder para extenderlo a lo largo y ancho de este mundo. Además, iba a ser un poder que posibilitaría perfectamente su actuación en círculos concéntricos de continua expansión, llevando el Evangelio a todas las criaturas aprovechando, precisamente, todos los efluvios mundiales del Espíritu Consolador.

Pero esta actuación testimonial tiene un costo. Todo testigo es alguien que dice saber que lo que ha visto es cierto y que lo demuestra con hechos aunque pueda llegar a convertirse en un mártir. Así que, este gran poder se aplica primero en los testigos confirmando su carácter y haciendo posible la manifestación de nueve virtudes impresionantes: Amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, mansedumbre, fe y templanza, Gál. 5:22, 23.

Entonces, la victoria visible sobre la carne es la experiencia habitual del creyente que anda sirviendo y evangelizando en el Espíritu, Rom. 8:2, 4; Gál. 5:16, 17. Este es el verdadero poder que Dios Padre, en su absoluta misericordia, a puesto a nuestro alcance desde el momento en que vueltos hacia Él, alcanzamos la justicia por la sangre de su Hijo.

 

Sugerencia:

Dibujar en un mural varios envases de formas diferentes en los que aparezcan pintados varios niveles para simbolizar la cantidad de Espíritu Santo que hay en cada creyente (el espacio en blanco podría simbolizar, a su vez, el yo carnal y el apego al mundo. Es obvio que el ideal bíblico es estar rebosando de líquido y así debe orientar el propósito de la persona que desarrolle la conclusión del estudio).

 

 

 

 

 

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Barcelona, 2 de diciembre de 1994

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393 DROGA… SIDA… ¿UN CASTIGO DE DIOS O UNA CONSECUENCIA DE NUESTROS DESEOS?

 

1 Cor. 6:12

Introducción:

Estamos viviendo en una época que bien podríamos calificarla de ser una de las más peligrosas de la civilización. Los profundos desarreglos de la personalidad o el tedio delante de un medio de vida espiritual empobrecido y la habituación a los estimulantes, estupefacientes o alucinógenos parece haberse transformado en una válvula de escape para la no adaptación y el descontento general en la sociedad de consumo. Además, todas las relaciones permisivas, aquellas que toleran en especial lo que condena la moral tradicional, tendrían algo que decir en este maremágnum actual. La verdad es muy lamentable. Creemos con firmeza en que cada hombre a de escoger lo que quiere para él. Creemos ciegamente en el derecho de cada persona a la libertad más absoluta. Pero creemos también que no hay libertad si no existe una amplia y objetiva información acerca de cada actitud y forma de vida. Y en la droga, en el ambiente e influencia de la droga, no la hay, y no habiéndola sólo se puede hablar de miserias, miedos, mentiras, confusiones y dolores. Con la droga y con aquellas enfermedades de nuevo cuño no se puede jugar a nada, con la droga y con las enfermedades de nuevo cuño sólo se puede matar.

Pero si la droga es mala, no es mejor el SIDA y el resto de las enfermedades mortales que se adquieren con el relajamiento de la moral permisiva (o inocentemente por transfusiones sanguíneas o nacimiento).

En cualquier caso, y debido a su importancia, vamos a tratar de contestar la inquietante pregunta de nuestro título:

 

1er. Punto. La condición humana:

* El cuadro, Gén. 3:16-19.

* Ejemplo de Sodoma, Gén. 19:4, 5; y su castigo, Gén. 19:24, 25.

* El mundo y sus consecuencias, 1 Jn. 2:15-17.

* La libertad para pecar genera corrupción, 2 Ped. 2:19.

* Tanto es así, que nuestros delitos han crecido hasta el cielo, Esd. 9:6.

* Y es que ser amigo del mundo es ser enemigo de Dios, Stg. 4:4.

* Este es el resultado de la moral relajada, Rom. 1:24-32

* Y el peligro de una vida disoluta, Efe. 4:18, 19.

 

2do. Punto. Las consecuencias del pecado:

* Las pérdidas de consciencia por drogas o por las enfermedades terminales son consecuencia de los deseos y pecados del hombre, ¡nunca un castigo de Dios!

* El diablo, pues, es el origen e incitador de todos los males, Gén. 3:1, como pecó en el principio de los tiempos, 1 Jn. 3:8, es el sembrador de la cizaña, Mat. 13:39, y el engañador universal, Apoc. 12:9.

* La tentación nace de la concupiscencia personal y es la que engendra al pecado, Stg. 1:14, 15.

* Debilidad del hombre,  Rom. 7:15-21.

* El apego al mundo aleja de Dios, Rom. 8:8, y causa la muerte, Rom. 8:13a.

* El pecado, pues, es quien nos castiga, Jer. 2:19, y nos alcanza siempre ya que está dirigido por el diablo, 1 Jn. 3:8.

* Y también, desde luego, la apostasía corrompe, Jud. 10.

* No nos engañemos: Lo que sembramos, segaremos, Gál. 6:7.

* Las obras de la carne, Gál. 5:17-21, y

* La iniquidad es la causa y la ruina, Eze. 18:30, del pecado, Eze. 28:16.

 

3er. Punto. El remedio universal:

* Aunque somos físicamente limitados, tenemos un alma eterna y si hemos creído en Cristo estamos a salvo de todo mal, Rom. 7:22-8:1, porque Dios nos defiende, Jer. 15:20.

* La solución a nuestro enigma, Gál. 5:16; también: 1 Ped. 4:1-5.

* Por el E Santo podemos alcanzar las virtudes cristianas, 2 Ped. 1:3-8.

* Somos instrumentos de justicia, Rom. 6:11-13.

* Hay que resistir al pecado con fuerza para recibir la corona, 1 Cor. 9:25, ayudados y cubiertos por el Señor, Jos. 1:5. Si lo hacemos estaremos con Él para siempre, 1 Tes. 4:17.

* Cristo es el gran médico que puede curarnos porque sintió también nuestra carga, aunque sin pecar, y venció, Isa. 53:5. Se dio a sí mismo y venció, Gál. 1:4. Luchó contra los oprimidos por el diablo y venció, Hech. 10:38. El Señor en fin, llevó nuestras dolencias, Mat. 8:17, y puede hacerlas más llevaderas…

* Así que vigilemos, estemos firmes en la fe, seamos valientes como personas humanas y esforcémonos, 1 Cor. 16:13.

* Basta ya de tiempo pasado, 1 Ped. 4:3, apartémonos de toda apariencia de mal, 1 Tes. 5:22, incluidos los deseos carnales, (1 Ped. 2:11.

 

Conclusión:

En resumen, el hombre ha refinado tanto su pecado y son tantas las enfermedades nuevas, que no hemos encontrado en la Biblia un sólo v. en contra de la acepción de la palabra droga usada en este estudio (ni tampoco sobre el SIDA o sus consecuencias). Sin embargo, desde el primero al último, todos los vs. de la Palabra de Dios condenan la elaboración, tenencia, tráfico y consumo de las drogas y las vidas depravadas.

Pero la Escritura, además de señalar el pecado, nos enseña el camino de misericordia que, a través de Jesús, nos lleva a Dios. Y es ahí dónde debemos insistir. Es verdad que hay muchas cosas que no entendemos, pues también los discípulos del Maestro tuvieron problemas tratando de encontrar respuestas a nuestra pregunta, Juan 9:1-3. De manera que también cabe la oportunidad didáctica de un aparente inocente en un momento concreto.

De todas formas, como creyentes estamos poco expuestos a ese tipo de enfermedades contagiosas ya que tenemos muy claro que todo nos es lícito, mas no todo nos conviene, 1 Cor. 6:12; 10:23. Pero si llegara el caso por aquello de que Dios castiga al que ama, Prov. 3:12; Heb. 12:6, por la razón expuesta más arriba (o por cualquier otra), debemos recordar que la oración de fe puede salvarnos, Stg. 5:15. Es más, si la muerte nos llegase a reclamar de acuerdo a la voluntad de Dios, recordemos que nada ni nadie nos podrá apartar de su amor, Rom. 8:39, y nuestro cuerpo se transformará, Fil. 3:21.

 

Sugerencias:

Todos los asistentes al estudio deberíamos llevar en la ropa un lazo rojo en solidaridad con aquellos enfermos terminales y si conocemos algún caso en la comunidad, deberíamos orar por él.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 6 de diciembre de 1994

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394 VIVIR EN ARMONÍA

 

Tito 2:11-14

Introducción:

El hombre sabe muy bien que no puede vivir siempre en este hermoso valle de lágrimas, Job 7:16 y, por lo tanto, debe adecuar su existencia a la norma natural que pasa por vivir en armonía con uno mismo, con los demás y con Dios. Sólo si uno consigue componer este triángulo imaginario podrá aspirar a un futuro de gran victoria en esa otra vida real a pesar de que, a veces, es cuestionada por algunos, Job 14:14, en los momentos más bajos de moral.

Veamos como alcanzar la armonía:

 

  1er. Punto. Con uno mismo:

* Todo el mundo conoce que una alimentación equilibrada, la práctica regular del ejercicio físico, la medicina preventiva y un método adecuado para enfrentarse al estrés cotidiano, constituyen la única base para disfrutar de un buen estado de salud armónica de todas las partes del cuerpo; pero, espiritualmente hablando:

* La fe en Cristo es la base de la vida y el motor de la existencia, Hab. 2:4; Juan 5:24, 25; Rom. 1:17; Gál. 3:11; Heb. 10:38.

* Hacer el bien siempre garantiza la vida en armonía, Amós 5:14.

* Pero no debemos preocuparnos sólo de nuestras necesidades físicas, Mat. 4:4; Luc. 4:4. Así, hemos de dejar que nos inunde la santa presencia de Cristo, Gál. 2:20, y presentar nuestro cuerpo en sacrificio vivo, Rom. 12:1, tantas veces como sea necesario.

* Por otra parte, como debemos la vida espiritual a la influencia del Espíritu, debemos andar con Él y en Él, Gál. 5:25, y así tendremos garantizada la armonía produciendo en cualquier caso los frutos apetecidos, Gál. 5:22-24.

* Seamos santos en nuestra forma de vivir, 1 Ped. 1:15, no cediendo ante los deseos de la carne, Gál. 5:16-21, a la espera de la redención de nuestro cuerpo, Rom. 8:23. No debemos olvidar que es templo del Espíritu, 1 Cor. 6:19, y que debemos llevar las marcas del Señor a la hermosa manera de Pablo, Gál. 6:17, para que nuestro ser entero sea guardado irreprensiblemente hasta su Segunda Venida, 1 Tes. 5:23.

 

2do. Punto. Con los demás:

  * También hemos de amar a Dios y a los demás para vivir de forma armoniosa, Luc. 10:27, 28.

* Por otro lado, debemos hacerlo intercediendo por todos ellos a la manera de Jesús, Heb. 7:25.

* Sin olvidar nuestra forma de ser, 1 Ped. 2:11, 12, pensando que lo terreno se acaba, 2 Ped. 3:11, y nada nos podremos llevar al más allá, 1 Tim. 6:7 como no sean nuestras pequeñas victorias.

* Y es que amar al prójimo es una orden divina y hasta una forma de vida, Lev. 19:18; Mat. 5:43; 19:19; 22:39; Mar. 12:31; Luc. 10:27; Rom. 13:9; Gál. 5:14; Stg. 2:8.

* Tengamos en cuenta que parte de nuestra razón de ser la debemos al hecho de proclamar el Evangelio a los demás, Mat. 24:14, para acelerar la nueva venida de Cristo, Mar. 13:10. Es la orden que hemos recibido, Mar. 16:15, y que no podemos evitar ni no queremos perjudicarlos, 2 Cor. 4:3.

 

3er. Punto. Con Dios:

* Dios es un Dios celoso, Éxo. 20:5; Deut. 5:9, que quiere que nos entreguemos del todo a su cuidado, Mat. 6:25-34, y que le sirvamos de forma exclusiva, Mat. 6:24; Luc. 16:13, para que nos vaya bien.

* Además, el Señor es el único que nos puede hacer vivir de forma confiada, Sal. 4:8, por eso hemos de buscarlo con ahínco y hacerle partícipe de los negocios y guía de nuestras decisiones, Sal. 69:32.

* Dios quiere que le tengamos presente en vida, Amós 5:4, pues es un Dios de vivos, Luc. 20:38, y por el nos movemos y somos, Hech. 17:28.

* Dios es fiel con los que viven con Él, Deut. 7:9, no hay otro, 2 Sam. 7:22, y acercarnos a su sombra nos hace bien, Sal. 73:28. El Señor es quien ha hecho de nosotros cosas maravillosas, Luc. 8:39, pues nos conoce, Luc. 16:15, y quiere que le adoremos en todo momento, Juan 4:24, y

* Al final, si hemos confiado en Él en todo, pase lo que pase, nos recibirá en persona en las puertas de la otra vida, diciendo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel; sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor, Mat. 25:21; Luc. 19:17.

 

Conclusión:

Vivamos, pues, en esta era y en este mundo, sobria, justa y piadosamente, Tito 2:12, puesto que así vivió Cristo y sólo de esa forma podemos aspirar a la enorme ganancia que representa un futuro eterno, Fil. 1:21 aunque por hacerlo suframos persecución, 2 Tim. 3:12.

Aquí lo que vale es la fidelidad, Apoc. 2:10. En más de un sentido hemos de aportar a la iglesia local los dones que hemos recibido, 1 Ped. 4:10, por el sello del Espíritu Santo, Efe. 1:13, y la lectura de su Palabra, 2 Tim. 3:16, 17, siendo así ejemplos en todo, en la cuestión personal, en el trato con los demás y en la sumisión y devoción a Dios.

De esta forma podemos vivir en armonía a la espera del futuro victorioso.

 

Sugerencia:

En un momento dado del estudio, y en colaboración con el encargado local de música, se podría tocar a destiempo o de una forma desafinada un himno bien conocido para demostrar lo desagradable que es la falta de armonía. Al final, debería cantarse a la manera tradicional para notar mejor la diferencia.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 18 de mayo de 1995

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395 UN FUTURO VICTORIOSO

 

Rom. 8:35-39

Introducción:

Nada de lo que estamos viendo, oyendo o tocando en la dura actualidad nos hace sospechar que los creyentes tenemos un futuro victorioso.

Es cierto que a través de la verdad de Cristo somos libres de pecado, Juan 8:32, y santificados con aquella práctica de la triple armonía de nuestro ser (con nosotros mismos, con el prójimo y con Dios), somos capaces de levantar el vuelo hacia la eternidad, pero no lo tenemos nada fácil. Un premio cuya realidad no será efectiva hasta que sea demasiado tarde para modificar actitudes, no es fácil de creer. Sin embargo, el futuro está ahí, a la vuelta de la esquina, y nada ni nadie nos lo puede quitar porque tenemos con nosotros las arras de nuestro Señor, 2 Cor. 1:21, 22; 5:5.

 

1er. Punto. Somos criaturas de Dios:

* Nos creó de la nada, Gén. 1:1; Isa. 45:12, y nos escogió antes de la fundación del mundo, Efe. 1:4.

* Sin embargo le volvimos la espalda, Rom. 3:10-18, pensando que éramos autosuficientes, dioses, y la verdad es que acabamos andando como ovejas que no tienen pastor, Mat. 9:36; Mar. 6:34.

* Mas, Él estaba cerca para todo aquel que le buscaba, incluso si lo hacía palpando, Hech. 17:27, pues como conoce los corazones, Luc. 16:15, no podía dejarnos morir en nuestra angustia, Efe. 2:12.

* Por eso puso remedio para recuperarnos, Rom. 3:24, 25, sólo que esta vez nosotros podemos escoger, Juan 3:16; Rom. 10:13, pues por su divina gracia ya no somos del mundo, (Juan 17:16, y sí amigos de su Hijo, Juan 15:14.

* Por eso podemos pedirle sabiduría, Stg. 1:5, para hacer de Él el objeto de nuestro deseo, Fil. 3:10-14, y el inspirador de nuestra conducta, Efe. 5:1-5,. Tanto es así que, al final, nos librará de la muerte venidera, 1 Tes. 1:10.

 

2do. Punto.  Nacidos para vivir con Cristo:

* De manera que no estamos condenados, Rom. 8:1, pues por un deseo de su voluntad, Stg. 1:18, volvimos a tener derecho al Paraíso del que nunca debimos salir, 1 Jn. 1:9.

* Claro que para vivir con Él, antes debemos morir, Rom. 6:8, y hasta ser justificados por su gracia, Rom. 3:24, porque sin fe es imposible agradar a Dios, Heb. 11:6. De todas formas debemos dar el primer paso, Stg. 4:8, y aceptarle completamente, pues es el único que puede salvarnos y posibilitar nuestro futuro eterno, 1 Tim. 2:5.

* Si la vida con Él es el todo, el morir será ganancia, Fil. 1:21, y más si creemos que nos está preparando la casa, Juan 14:2.

* Mientras tanto, vivamos como Él, 1 Ped. 3:8, 9, amemos como Él, Mat. 5:44-47, y obedezcamos como Él, Mat. 26:39.

* Si somos colaboradores suyos, 1 Cor. 2:9, seamos santos, 1 Ped. 1:16, llenos de virtudes cristianas, 2 Ped. 1:3-8, pues el que guarda sus mandamientos permanece en Dios, 1 Jn. 3:24, y no se cansa nunca de hacer el bien, Gál. 6:9, hasta el punto de llevar sus marcas a la manera de Pablo, Gál. 6:17.

 

3er. Punto. Y para gozar con Dios:

* En la tierra nueva, Isa. 65:17.

* Esto es importante porque el Señor está cerca, Fil. 4:5, y el tiempo de su venida también, Apoc. 1:3; 22:10.

* Además, Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, Mat. 22:32; Mar. 12:27; Luc. 20:38.

* Aunque sabemos, y esperamos, que el momento del juicio se acerca, 2 Ped. 3:10-13, no debemos tener miedo ya que nuestra gloria es la misma de Cristo, Col. 3:1-4. Y, además, si bien es verdad que Él pagará a cada uno según sus obras, Rom. 2:6-11; 2 Cor. 5:10, ¿quién podrá hacernos daño? Rom. 8:31. En cualquier caso, tenemos un abogado, 1 Jn. 2:1, capaz de suplir todo aquello que nos falte, Fil. 4:19.

* Este es el proceso: Dios nos llamó en el momento justo y oportuno, Gál. 1:15, para servidores de Cristo y administradores de sus misterios, 1 Cor. 4:1. Por eso podemos decir ya: No todos moriremos, 1 Cor. 15:51-53, pero sí que todos venceremos a la muerte, 1 Cor. 15:54-57, y seremos libres, 2 Cor. 3:17. Por lo tanto, no desmayemos mientras estamos aquí, 2 Cor. 4:16-18; tenemos una casa y una ciudadanía celestiales, Fil. 3:20, y eso es más de lo que podemos merecer.

 

Conclusión:

La lección, pues, ha quedado bien clara: Cristo, no sólo nos ha salvado, sino que hasta nos garantiza con poder, 1 Cor. 4:20, que reinará junto a nosotros por los siglos de los siglos, Rom. 8:35-39, a pesar de nuestros posibles fallos, incompetencias y pobres resultados, Mat. 25:21; Luc. 19:17.

Así que vivamos aquí como si ya estuviésemos allí, gozando de todos y cada uno de los minutos de la vida que nos han sido dados, felices, contentos y sabiendo que si esto es bueno… ¡el futuro será mejor! Fil. 1:21.

 

Sugerencia:

Pintar un mural, grande y visible, en el que aparezcan varios dibujos o recortes de objetos comunes usados por la gente para intentar conocer su pobre porvenir (cartas de tarot, horóscopos, sombreros de magos, relojes de arena, etc., etc.). En un lugar destacado del mismo colocar el de una Biblia abierta encima de un lema que diga: La Palabra de Dios es el futuro. Luego, en un momento dado de la conclusión general, señalar las figuras que convengan.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 27 de mayo de 1995

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396 LA IMPORTANCIA DEL AMOR EN

NUESTRAS VIDAS

 

1 Cor. 16:14

Introducción:

John Berger, escritor británico de moda, dice que lo opuesto al amor no es el odio, sino la separación, lo cual nos parece una frase medianamente aceptable, pues no hace más que describir una situación en la que la persona que ama y la amada no pueden desdoblarse. Sin embargo, el escritor se equivoca cuando afirma que la muerte, la separación definitiva, destruye el amor, pues este nunca deja de ser, 1 Cor. 13:8. Es verdad que él se refiere a un tipo de amor natural, físico, local, que puede desaparecer de la memoria cuando lo hacen los dos sujetos, pero nosotros creemos que el amor, sea el que sea, si es honrado y fruto de una entrega mutua, es eterno aunque sólo sea porque el hombre y la mujer también lo son.

De manera que, visto así, el amor tiene mucha importancia para las vidas. Primero y principal, porque Dios lo es; segundo, porque estamos hechos a su semejanza y tercero, porque es el vehículo que conduce a la perfección humana.

 

1er. Punto. Dios es amor:

* Lo dice la Biblia, 1 Jn. 4:8, 16.

* Por esa verdad no hay nada en la naturaleza que pueda taparla, ahogarla o anularla, Cant. 8:7.

* Pues se manifiesta en todos sus actos, Isa. 63:9.

* Y nos es comprensible, Ose. 11:4.

* Aunque nos cuesta entender el por qué de tanta misericordia, Jer. 31:3.

* Dios nos ama a pesar nuestro y por eso hay un castigo para todos aquellos que lo pasan por alto o lo desprecian, Luc. 11:44.

* Extraña cosa es esta: Dios no puede dejar de amarnos porque todo Él es amor, Rom. 5:8, y misericordia, Efe. 2:4.

* El amor de Dios nos habla del coste de la salvación humana, 2 Cor. 5:14.

* Por eso, el amor es una de sus mejores manifestaciones, 2 Cor. 13:14.

* Y también, el amor es un fruto escogido de su carácter que debe prosperar en nosotros, Gál. 5:22, y

* Pues Él nos enseña a amarnos los unos a los otros, 1 Tes. 4:9.

 

2do. Punto. Hechos a su semejanza:

* Hechos por Él a su imagen, Gén. 1:27.

* Por eso, hemos de amarnos los unos a los otros, 1 Ped. 4:8.

* Además, tenemos su amor, Sal. 91:4.

* El amor de Dios, pues, son las cuerdas humanas que debemos usar, Ose. 11:4.

* Precisamente, este es el amor que nos capacita para imitarle hasta la frontera de lo imposible, Juan 15:12, 13.

* De manera que el amor de Dios puede rehabilitar nuestra vida, llenando nuestro futuro, Juan 17:26.

* Pues Dios nos dio su amor para mejorar nuestro temple en el mundo, Rom. 5:3-5.

* De todas formas, y aunque no lo hagamos tan bien como se espera de nosotros, nada ni nadie nos podrá apartar de Él, Rom. 8:35.

* Por ser hechos a la semejanza de Dios, nuestro amor no puede perjudicar al prójimo, Rom. 13:10.

* Pero hemos de tener cuidado en como lo aplicamos, Rom. 14:15, no sea que, aun teniendo amor no nos sirva para nada, 1 Cor. 13:1.

* Por otra parte, el amor es el motor de la fe, Gál. 5:6.

* Y la llave para entender el de Dios y el por qué de nuestra semejanza, Efe. 3:14-19.

* Así pues, debemos andar en amor igual que lo hizo Jesús, Efe. 5:2, y

* Recordando, eso sí, que el amor que somos capaces de generar nos viene de Dios, 2 Tim. 1:7.

 

3er. Punto.  Hechos para amar:

* Una prueba: Dónde hay amor es más fácil ser feliz, Prov. 15:17.

* Pues el amor tapa los defectos ajenos y disimula los propios, Prov. 10:12.

* También nos sirve para luchar con ventaja contra la maldad, Mat. 24:12.

* De manera que no tener amor es señal de no estar con Jesús, Juan 5:42.

* Hemos de dejar que aflore el amor porque es un mandamiento divino, Juan 15:12.

* Con un tope muy claro, Juan 15:13.

* Una vez salvos por gracia, y bien llenos de amor, nos podemos convertir en vehículos vivos que pueden y deben ir por el mundo colaborando en la formación de la unidad universal, Juan 17:23.

* Si no lo hacemos así, nuestro Dios nos puede acusar de no ser agradecidos, pues Él envió a su Hijo a morir por nosotros de forma gratuita y desinteresada, Rom. 5:8.

* Ahora, eso sí, debemos hacerlo sin fingimiento, Rom. 12:9; pues, el amor, el verdadero amor, es mayor que cualquier otro sentimiento, 1 Cor. 13:13.

* Entonces, sigamos los mandatos del amor porque es la manera de vivir que gusta a Dios, 1 Cor. 14:1.

* Toda la vida debe estar basada en el amor, 1 Cor. 16:14, en el amor puro, sano y sincero, 2 Cor. 6:6.

* En una palabra: El amor debe ser la base de las relaciones fraternales, Gál. 5:13; Efe. 4:2, y la excusa de nuestro crecimiento Efe. 4:15, pues todos tenemos acceso al mismo tipo de amor, Fil. 2:2.

* Todos hemos sido hechos con capacidad para amar y para predicar el Evangelio, Fil. 1:16, 17, y

* Sólo hace falta vestirse adecuadamente con el vínculo perfecto Col. 3:14, y trabajar… y trabajar… ¡y trabajar! 1 Tes. 1:3.

 

Conclusión:

El amor, además de ser una aspiración sagrada en su vertiente fraternal, Heb. 13:1, es la clave para vivir en gracia, creciendo en santidad y hasta consolidando la esperanza, 1 Ped. 3:8, 9. Tanto es así, que el amor puede ayudarnos del todo en la recuperación espiritual, 1 Ped. 4:8.

Por otra parte, hemos de promover el afecto fraternal ya que el roce genera amor aunque, a veces, levante ampollas, 2 Ped. 1:7. La Palabra de Dios lo perfecciona, 1 Jn. 2:5, sabiendo que el nuestro, sea el que sea, nos lo ha dado Él en el momento de adoptarnos como hijos, 1 Jn. 3:1. Por eso hemos de mostrarlo a cualquiera, 1 Jn. 4:7, pues el que no ama no ha conocido a Dios, 1 Jn. 4:8, y por el contrario, el que lo conserva, lo aumenta y los transmite confirma su misericordia, Jud. 21.

El amor ágape, el amor que recibimos de Dios, no se acaba con la vida en contra de lo que diga Berger, sino que una vez recibido de lo alto y saturado por nuestra personalidad a lo largo de toda la vida, se magnificará en la eternidad, donde, gracias a Dios, nos conoceremos como ahora somos conocidos, 1 Cor. 13:12.

 

Sugerencia:

Todas las asistentes podrían llevar en su ropa bien visible un lazo rojo invertido para tener memoria del SIDA y expresar la simpatía que sentimos hacia aquellas personas que la padecen de forma inocente, un lazo blanco para mostrar nuestra solidaridad con una persona secuestrada o un lazo azul para indicar nuestro deseo de que se acaben las guerras del mundo.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 1 de diciembre de 1995

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397 MARGINADOS, (responsabilidad con ellos).

 

Luc. 7:31-35

Introducción:

Se sabe que existen márgenes por la necesidad que tenemos de acotar núcleos o zonas. De manera que es normal que hayan marginados, habitantes de los márgenes que nos abstenemos de definir porque para ellos los marginados podemos serlo nosotros, siempre y cuando sean respetados como tales y tengan la misma oportunidad de cambiar de forma de vida si lo creen conveniente. Pero, y de ahí nuestro interés en el tema, si esto es evidente en el campo de la teoría social, es indispensable en las relaciones de los cristianos. En efecto, no sólo es aquí donde podemos encontrar la semilla que nos puede sustituir en el futuro (Jesús dijo con razón, que sólo los enfermos necesitan médico, ver Mat. 9:12), sino que constituyen parte de nuestra misión en el mundo y tal vez la gran aventura de nuestra existencia, Mat. 28:19-20.

Por eso, os invitamos a ver primero lo que hizo Jesús con ellos y después, cuál es nuestra exclusiva responsabilidad.

 

1er. Punto. El ejemplo de Jesús:

* Jesús sana a un leproso, Mat. 8:2, 3; Mar. 1:40; Luc. 5:12-14.

* También sana al siervo del centurión, Mat. 8:5-13; Luc. 7:1-10.

* Y a la misma suegra de Pedro, Mat. 8:14-18; Mar. 1:29-34; Luc. 4:38-41.

* Echa fuera unos demonios en Gadara, Mat. 8:28-34; Mar. 5:1-21; Luc. 8:26-40.

* Luego sana a un paralítico, Mat. 9:1-8; Mar. 2:3-12; Luc. 5:18-26.

* A la mujer que padece flujo de sangre y hasta resucita a la hija de un jefe de la sinagoga, Mat. 9:18-26; Mar. 5:22-43; Luc. 8:41-56.

* Después cura a un hombre que tenía la mano seca, Mat. 12:9-14; Mar. 3:1-6, Luc. 6:6-11.

* Y a dos ciegos, Mat. 20:29-34; Mar. 10:46-52.

* Entonces, vino a la tierra a salvar y a recuperar marginados, Luc. 4:18, 19, y

* Por eso, el mundo puede estar predestinado a seguirle a poco de nos esforcemos, Juan 12:19.

 

2do. Punto. Nuestra responsabilidad:

* Es evidente que no podemos ayudar a los marginados como lo hizo Jesús, pero algo podemos hacer, que de no llevarlo a cabo, no tendría razón de ser una de sus órdenes más directas, Mar. 6:7-13.

* En primer lugar hemos de dar buen testimonio de su nombre, Mar. 8:27-29, y eso lo podemos hacer todos.

* No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo, Hech. 3:6, debiera ser nuestra respuesta cuando el mundo nos pregunta el por qué de tanta familiaridad con los marginados, Luc. 5:30.

* Ser tenido por amigo de los marginados estaría muy bien para empezar, Luc. 7:34.

* Por la única razón que no pueden devolvernos los favores, Luc. 14:13, 14.

* A veces tenemos la impresión de que no seremos capaces de andar por los márgenes de este amando a sus habitantes; pero pensemos que con la ayuda de Dios no sólo los amaremos, Luc. 18:27, sino que tendremos resultados espectaculares, Luc. 18:29, 30.

* Aunque seamos mal vistos por todo el mundo que nos rodea, Luc. 21:17, 18, y

* Somos testigos de Jesús, Luc. 24:48, y nuestra responsabilidad consiste en predicarlo en todo momento y lugar, pasando por el colectivo humano que más lo necesita: Los marginados, Mat. 9:12, aquellos perdidos que aún no lo conocen, Juan 8:12, que lo necesitan porque se saben enfermos del alma e incapaces de sanar o salvarse por sí mismos.

 

Conclusión:

Sabemos que todos los hombres, cuando se dan cuenta de que el Maestro no les puede durar siempre físicamente hablando, Juan 6:66, se van de su lado por egoísmo, Juan 12:37, y porque aman más su gloria que la de Dios, Juan 12:43.

Por eso, nuestro trabajo, nuestra responsabilidad, no es otra que predicar su santo Evangelio, pues murió y resucitó por cada uno de ellos, aunque sea para evitar que hablen las piedras en nuestro lugar, Luc. 19:40. Además, a poco que lo hagamos medianamente bien, inmejorable con la ayuda del Padre celestial, podremos grabar en la frente el escudo heráldico con el lema de la Casa del Señor, Luc. 7:22.

 

Sugerencia:

Se podría aprovechar la realización del estudio para programar una visita concertada a una cárcel de la comunidad, y compartir tiempo y merienda con los marginados que no tienen libertad, usando cualquier oportunidad que se nos presente para predicar el Evangelio, la medicina que cambia a los hombres y cura todas sus enfermedades.

 

 

 

 

 

  221242

Barcelona, 16 de diciembre de 1995

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398 ¿IMPORTANTE LA LECTURA? ¿POR QUÉ?

 

Apoc. 1:3

Introducción:

Este tema, como tanto otros, es de una rabiosa actualidad. Y no sólo por lo obvio de la respuesta, sino por la poca cantidad de gente que practica la lectura. Además, nuestro país en uno de los más pobres de Europa en libros por cápita y quizás el último en número de personas que leen con regularidad.

Pues bien, la buena lectura es necesaria siempre, pero más entre los cristianos pues, al no ser muchos, debiéramos fomentar aún más su práctica y aumentar su calidad.

Otra cosa de debemos proteger con tiempo y dinero son nuestras publicaciones, pues sólo una venta digna promoverá escritores y editores con ideas afines al Sermón de la Montaña. Es una pena que con una injusta apatía condenemos al total ostracismo a posibles y buenos literatos que no saben, o no quieren, salir al conocimiento general.

Aún hay otro tercer argumento que hemos de tener en cuenta: Debemos leer, meditar y practicar la Palabra de Dios porque es la fuente de nuestra vida, el alimento de nuestra existencia y la norma de nuestro crecimiento espiritual.

 

1er. Punto. Fuente de vida:

  * Hasta el rey debía tener presente la Ley y leerla cada día para alcanzar una vida próspera y llena de sentido, Deut. 17:18-20.

* Los antiguos, y los modernos, debían estudiar la Biblia para aprender, temer al Señor y cumplir su santa voluntad; es decir, para ganar calidad de vida, Deut. 31:12.

* Esdras leía el libro de la Ley, el pueblo la entendía, la aplicaba y vivía mejor, Neh. 8:3, 8, 10, 12.

* Debemos leer la Palabra de Dios para enterarnos bien de cual es su voluntad y, si es preciso, cambiar de vida, Jer. 36:6; Hab. 2:2.

* Por otra parte, una vida llena del E. Santo es la mejor carta animada que puede convencer al mundo de que anda equivocado, 2 Cor. 3:2, 3.

* La Biblia es un espejo donde debemos ver, comparar, y acaso corregir, nuestra calidad de vida, Deut. 31:26; Jos. 1:8, y

* Todo aquel que hace la voluntad de Dios figurará en el Libro de la Vida, Sal. 40:7, 8, porque su Ley es perfecta, Sal. 19:7, y mucho más apreciable que el oro, Sal. 119: 72. Así pues, hay un Libro de la Vida, Fil. 4:3, en el que nos conviene estar, Apoc. 3:5. Para conseguirlo sólo hace falta tener fe en Cristo y seguir sus pasos hasta el final.

 

2do. Punto. Alimento de la existencia:

* El rey, supremo ejemplo terrenal, también debía leer la Ley para ponerla por obra y así prolongar su existencia llenándola de contenido, Deut. 17:18, 19.

* Josué fue elegido para cuidar de la existencia de Israel como pueblo y no se cansó de leer de ley de Moisés una y otra vez ya fuese en Ebal, en Gerizim o en cualquier otro lugar, Jos. 8:34.

* Un buen ejemplo para crecer: ¡El pueblo ayuna y se arrepiente después de leer la Ley! Neh. 9:1-3.

* Para que la lectura de la Palabra son sirva de alimento hemos de leerla, entenderla, digerirla, practicarla… de manera que si no lo conseguimos debemos recabar la ayuda de quien nos la pueda explicar como hizo el etíope en Gaza, Hech. 8:28-31.

* Sin duda, la lectura meditada de la Biblia es el pan de la existencia, 2 Crón. 17:9, y

* La Palabra de Dios que debemos leer es lámpara y lumbrera, Sal. 119:105, y tan viva y eficaz que penetra hasta partir el  alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, Heb. 4:12.

 

3er. Punto. Normas del crecimiento espiritual:

  * Ya en la antigüedad, el libro del Pacto fue usado como guía ética de logros espirituales, Éxo. 24:7.

* La lectura de la Ley de forma pública era una manera de tocar las conciencias y hacerlas volver al origen de la paz con Dios, Deut. 31:11, 12.

* Cuando Josías oyó las palabras de la Ley de Dios, se rasgó las vestiduras e inició un avivamiento espiritual en el pueblo, 2 Rey. 22:11, leyendo a todos el Libro encontrado en el templo, 2 Rey. 23:2; 2 Crón. 34:30.

* Leer las Escrituras nos proporciona ejemplos a seguir de los grandes hombres espirituales, Mar. 2:25; Luc. 6:3.

* Otro ejemplo inmejorable: Jesús leía la Ley siempre que podía, Luc. 4:16.

* Para crecer, pues, hemos de leer la Palabra de Dios y ponerla por obra, y rápido, pues tenemos poco tiempo, Apoc. 1:3.

* Ya nos lo dijo Moisés: Si queremos crecer, después de leer la Palabra, ¡obedezcamos! Éxo. 24:8, y

* Debemos guardar la voluntad de Dios para crecer hasta el final Apoc. 22:7.

 

Conclusión:

De manera que hemos de leer mucho y muy variado, pero de forma especial nuestra Biblia, único libro que puede moldearnos el alma hasta el punto de conseguir un hermanamiento con la de Cristo, Juan 17:20, 21.

La lectura sistemática nos abre la puerta de la cultura (por eso los ejemplares de la Biblia estaban encadenados en las abadías de la Edad Media y el saber era patrimonio de unos pocos, ver la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco. Al parecer, aquellas gentes pensaban que nadie era digno de abrir un libro torciendo el sentido de Apoc. 5:1-4), y la libertad. Esa es la razón del por qué todos los dirigentes políticos, religiosos o sociales, no quieren un pueblo ilustrado y culto. Sin embargo, hemos de leer, hacerlo bien y a conciencia, no sólo por llevar la contraria a los agoreros de turno, sino para ser más útiles a nosotros mismos, a los nuestros y a la sociedad en general transmitiendo los hechos de Jesús que, de otra forma, no cabrían en todos los libros del mundo, Juan 21:25.

 

Sugerencias:

Cada asistente al estudio podría llevar al mismo un libro de su propiedad para darlo a la biblioteca de la Iglesia y así enriquecer su patrimonio.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 24 de diciembre de 1995

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399 LA ORACIÓN INTERCESORA

 

Núm. 14:11-19

Nota: Antes de empezar este estudio hemos de leer Núm. 13 y 14 en nuestras casas.

Introducción:

Es posible que al leer los dos capítulos de Moisés no veamos demasiada relación con el estudio de hoy. La verdad en que podríamos haber escogido otro más épico, pero no más sugerente. Sí, nadie duda que la expedición de los doce hombres de Cades, príncipes de Israel, formada por el hermano menor de Aarón para espiar la tierra Canaán, tiene las suficientes connotaciones para confeccionar mil y una lecciones; ni que, con el informe que nos legaron a su vuelta, no podríamos añadir muchas cosas más, pero es que la oración intercesora del líder ante el pecado del pueblo nos estremece hasta el punto de zambullirnos en ella pensando que también hay valentía, y mucha, en pedir por los demás, en rechazar un nuevo mando, en ser como somos…

Los espías que anduvieron por el desierto de Zin hasta Rejob, entraron en Hamat, Núm. 13:21, llegaron hasta el arroyo de Escol en donde cortaron un racimo de uvas que tenían que llevar entre dos, Núm. 13:23, y volvieron al campamento al cabo de 40 días trayendo además de un muestreo de las frutas silvestres el miedo a los hijos de Anac (que después destruiría fácilmente Josué, Jos. 11:21). Caleb, un visionario valiente, intentó convencer al pueblo de que podían vencer a todos los heteos, jebuseos, amorreos y filisteos juntos porque, dijo: Más podremos nosotros que ellos, Núm. 13.30. Pero no lo pudo conseguir. Es más, después de sus palabras, quisieron matar a Moisés, a Aarón, a Josué y al propio Caleb. Y hablaron de volverse a los ajos y cebollas de Egipto… Y en un último esfuerzo, los líderes argumentaron que Dios estaría con ellos, como lo había hecho en el pasado, Núm. 14:8, 9. Inútil, ¡quisieron apedrearlos! Y lo habrían conseguido de no mediar el milagro, pues Dios, en vista de la actitud del pueblo, dijo a Moisés:

Entonces Jehovah dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de menospreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me ha de creer, a pesar de todas las señales que he hecho en medio de ellos? Yo los heriré con peste y lo desalojaré, y haré de ti una nación más grande y más fuerte que ellos» Núm. 14:11, 12.

  Y entonces oró el hombre:

 

1er. Punto. Moisés ora esgrimiendo como una razón el honor de Dios, Núm. 14:13-16:

* Si Dios abandonaba a su pueblo, su reputación sería afectada entre las naciones paganas, y

* Si Dios hacía morir al pueblo en aquel desierto, sin haberlos introducido en la tierra prometida, todo el mundo creería que no tenía poder y que era un Señor cruel.

 

2di. Punto. Moisés ora esgrimiendo como razón la naturaleza de Dios, Núm. 14:17, 18:

  * Dios mismo se había revelado como un Ser que era lento para la ira y muy grande en misericordia, Éxo. 34:6; Núm. 14:18; Sal. 103:8; Joel 2:13.

* Dios mismo se había revelado como un Ser que perdona la rebelión y la iniquidad, Sal. 51:1; Isa. 6:7; 1 Jn. 1:7, 9; Isa. 43:25, y

* Dios mismo se había revelado como un Ser justo, Isa. 45:21.

 

3er. Punto. Moisés ora esgrimiendo como razón los actos de misericordia de Dios en el pasado, Núm. 14:19:

* Le recuerda a Dios que desde que salieron de Egipto les ha enseñado la grandeza de su misericordia, y

* Confiando en que esta no se ha terminado, pide el perdón para el pueblo.

 

Conclusión:

Es verdad que hay dos maneras en que la oración en el AT. está en contraste con la del N., a saber:

a En el AT. la base de la oración es un pacto con Dios, o una apelación a su carácter revelado como misericordioso, lleno de gracia; mientras que, en el NT., la base principal es la relación personal: Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro… Mat. 6:9.

b Si comparamos las oraciones del Legislador, de Moisés, que hoy estamos comentando, y Pablo, por ejemplo, veremos que uno está orando por un pueblo terrenal cuyos peligros y bendiciones son terrenales y por el otro, por un gran pueblo celestial cuyos peligros y bendiciones son espirituales; pero, en cualquier caso, la oración intercesora tiene en un extremo y en otro las mismas bendiciones para el que intercede y para el que es objeto de la intercesión.

A este fin, la oración de Cristo es esclarecedora, Juan 17, ya que contiene las siete mejores peticiones que se nos puedan ocurrir: Pide ser glorificado como Él mismo lo ha hecho con el Padre, v.1; Fil. 2:9-11, por la restauración de la gloria eterna, v. 5, por nuestra seguridad en lo que toca al mundo, v. 11, y al malo, v. 15, por nuestra santificación, v. 17, por nuestra unidad, v 21, porque el mundo pueda creer, v. 21, y porque podamos estar con Él en el cielo, contemplar su gloria y participar en ella, v. 24.

  Pero es en Luc. 11:1-4 donde se nos enseña la doctrina de la oración, que se basa en nuestro inmerecido parentesco con Dios (tan importante o más que el que se desprende del calificativo amigo que uno podría aspirar en el AT., Stg. 2:23. Parentesco que, de entrada, nos da derecho a recibir gratuitamente toda la cobertura de nuestras necesidades, Mat. 6:25-32; 7:9-11. Y por si esto fuera poco, Jesucristo nos enseña el modelo a seguir para acaparar el máximo de bendiciones a las que podemos aspirar: Así, la verdadera oración, intercesora o no, comienza con la adoración, pone los intereses del reino antes que los personales, acepta siempre de antemano la autoridad del Padre y suplica por todas las necesidades presentes dejando el futuro a su cuidado. Además, debe ser definitiva y perseverante…

Sin embargo es en su vertiente intercesora cuando la oración se muestra en toda su grandeza. Y no sólo porque es la práctica a seguir del ejemplo del E. Santo que lo hace por nosotros con gemidos indecibles, Rom. 8:26, y del propio Cristo desde la diestra del Padre, Rom. 8:34, como sacerdote perpetuo, Heb. 7:25, sino porque es una puerta a la santidad, Mat. 26:41; Mar. 14:38; Luc. 22:40, y a la máxima potencia, Mar. 11:24. Este tipo de oración era una costumbre real entre los antiguos cristianos, Col. 1:3, pues se fortalece en la medida en que se ejercita hasta hacerse indispensable, 1 Tes. 5:17.

En resumen, el orar unos por otros, Stg. 1:16, es la mejor fórmula contra aquel pasotismo y la abulia que parecen poder adueñarse del cristiano moderno y hacerlo en el Espíritu Santo, Jud. 20, 23, la mejor garantía de éxito.

Moisés pudo pasar a la posteridad como el padre de una nueva nación, pero prefirió el camino más difícil, amaba a su pueblo y le interesaba que el nombre Dios fuese glorificado a su alrededor. Nosotros debemos imitarle en nuestros días aun a sabiendas que sólo tendremos el agradecimiento divino, Mat. 25:21; Luc. 19:17.

 

Sugerencias:

Leer y comentar en los hogares de cada cual los capítulos Núm. 13 y 14, antes del Estudio. Para conseguirlo se debería anunciar este plan con el tiempo suficiente, pues sería bueno y hasta positivo conseguir el interés de la familia.

Otra idea sería repartir sobres cerrados entre las asistentes al estudio anterior, conteniendo papeles escritos con frases como: ¿El cristiano debe ser un guía para sus propios hermanos y para quienes no lo son? Núm. 10:29-32. Como quiera que Dios es justo y no puede pasar por alto el pecado de cada cual, Núm. 14:26-38, ¿cree que tiene algún valor su oración intercesora? Etc., etc.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 18 de noviembre de 1996

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400 REGALOS DE NAVIDAD

 

Mat. 2:11

Introducción:

La costumbre de regalar por Navidad se pierde en la noche de los tiempos. Desde que los magos ofrecieron a Jesús oro, incienso y mirra, se extendió como un reguero de pólvora primero por el mundo cristiano y después por el universo entero. Y está bien. Regalar cosas para celebrar el nacimiento del Salvador, está bien. Lo malo es que no sólo se ha perdido la sinceridad original, sino que ahora se usa, salvo honrosas excepciones, para pagar favores, comprar injusticias, disimular corrupciones…

Además, ¿qué sentido tiene dar de lo que sobra? O ¿dar para que nos den? Hace tiempo parte de la comunidad internacional se unió para enviar ayuda de todo tipo al Zaire. Era una buena cosa pues aliviaban al millón largo de hutus perdidos en la región africana de los grandes lagos. Pero, siempre hay un pero, algunos días después las finas denuncias de los entendidos bailaron en los teletipos: Resulta que quien más o quien menos había estado buscando el favor de Mobutu Sese Seko y el control del cobre, cinc y cobalto de Shaba (la antigua Katanga), o los diamantes de Kasai, o las riquezas indefinidas del Alto Zaire… Y por si esta sospecha fuese poca cosa, estaban las armas con que se mataban a los hutus, a los banyamulengues, a los tutsis… vendidas a precio de oro por las naciones que ahora hacían ostentosos gestos de caridad.

Conviene, pues, que estudiemos cómo y qué dar, no sea que sin querer caigamos también en manos de la costumbre sin sentido que parece envolverlo todo.

 

1er. Punto. ¿Por qué debemos dar?

* De entrada, Jesús ya fue un regalo, Gál. 1:4.

* Porque todo es de Dios, 1 Cor. 29:14, y porque es mejor dar que recibir, Hech. 20:35.

* También, porque es un mandamiento divino: Gloria y poder a Dios, 1 Crón. 16:28; Sal. 96:7, y cualquier cosa al pobre que lo necesita, Prov. 28:27.

* Todo es relativo y si no compartimos lo que tenemos, Dios nos lo puede quitar, Job 1:21.

* Porque aunque parezca mentira, de lo que damos nos darán, y

* Porque no abundan los dadores particulares, nacionales o institucionales, Fil. 4:15.

 

2do. Punto. Cómo dar:

* Con alegría, 2 Cor. 9:7.

* Con gracia, Mat. 10:8.

* Con sencillez apostólica, Hech. 3:6.

* Como da el que sabe que está aquí de paso, 1 Tim. 6:7, y

* Con sencillez, porque el nuestro Señor nos lo regala todo en abundancia, 1 Tim. 6:17.

 

3er. Punto. Qué dar:

* Todo lo que nos pidan, Mat. 5:42; Luc. 6:30.

* Alimento, vestido y ayuda de todo tipo, Mat. 14:16.

* La mitad, como mínimo, de nuestras posesiones, Luc. 3:11.

* Todo lo que Dios proponga en nuestro corazón, 2 Cor. 9:7.

* Lo suficiente para cubrir las necesidades del prójimo, Stg. 2:15, 16, y

* De todo, porque todo es de Dios, 1 Crón. 29:16.

 

Conclusión:

Es verdad que al parecer hemos desvirtuado ligeramente la idea implícita en el título, pero no es así. Cualquier momento del año es bueno para recordarnos nuestro deber. Y más este, que no sólo comprende la cuantía de lo dado, sino la actitud del dador, Mar. 12:41-44; Luc. 21:1-4. Además, dar es una condición para recibir intereses celestiales, Mar. 10:29, 30, lo cual no deja de ser bueno en estos tiempos que corren. La actitud correcta del pueblo de Dios para los necesitados de su Iglesia y las necesidades de la misma deben ser las que tuvo Israel en respuesta al llamado de Moisés para el gran santuario: ¡Dar más de lo que se espera de nosotros! Éxo. 36:3-7.

Y ahora permitirme una licencia: Regalemos, regalemos cosas en Navidad porque el Señor nos regaló a su Hijo y cualquier obsequio por pequeño que sea adquiere en estas fechas una carga didáctica de primer orden y un sentido especial que no puede ser superado en ningún otro momento del año.

 

Sugerencia:

Confeccionar invitaciones para este estudio y encerrarlas en cajitas de regalo de varios tamaños para darlas con la suficiente antelación y motivar el interés por el mismo.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 6 de diciembre de 1996

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401 ¿CUÁNDO ES ACEPTADO POR DIOS EL

DIVORCIO?

 

Mat. 19:3-6

Lo que son todas las cosas, en junio de 1981, en puertas de la legalización del divorcio en España, se nos hizo esta misma pregunta (la respuesta se publicó en la revista Nuestra Labor en los números correspondientes a los meses de junio a noviembre del año siguiente) y hasta la fecha nada ha cambiado. O casi nada.

Veamos:

Como hay que empezar por el principio, lo haremos con la primera referencia bíblica del tema, Gén. 1:26, 27, en donde se afirma que el hombre es una obra de creación y no un producto de evolución, Mat. 19:4; Mar. 10:6. De manera que, según esto, el hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios., imagen que se adivina en el hecho de la naturaleza tripartita de todo ser humano y en su carácter moral, 1 Tes. 5:23. Tanto es así que este carácter se demuestra en el cuerpo, asiento de todos los sentidos por los que el espíritu y el alma son conscientes del mundo que los rodea, y heredero de las influencias adánicas que ahora nos conviene resaltar.

Por eso, un examen algo más profundo de los vs. de Génesis nos llevaría forzosamente a la conclusión de que la forma ideal del hombre es el matrimonio o, en su caso, la unión de la pareja. En efecto, por algún juego de palabras, se indica como hombre, como conjunto, a imagen de Dios, a la pareja varón y hembra y no cabría entender la perfección en uno u otro individuo con exclusión del sexo contrario. De como el varón pasó a apropiarse del término hombre es otra cuestión y, en cualquier caso, materia para otro estudio. Bástenos añadir aquí que la idea puede venir del relato mosaico del acto creador que se narra en Gén. 2:7. No obstante, para encontrar alguna diferencia debemos ir a los vs. 21 al 25 de este mismo cap. en donde los dos sexos aparecen ya claramente diferenciados.

Dejando aparte la poética visión del patriarca y teniendo en cuenta que tuvo que intervenir la acción creadora de Dios, no se destaca ningún sexo en detrimento del otro y sí el hecho de ser una sola carne. Esta idea está tan arraigada en el carácter moral de la especie que razona, habla y ríe, que se acepta sin traumas que el hombre y la mujer deben tender a crear una unidad completa e indisoluble como perfecta e indisoluble es la mente de Dios, Gén. 2:24. Es, por eso, una consecuencia de la ley natural. Es más, no hay nada que indique que a través del tiempo o según que circunstancias, esa unión perfecta de los cuerpos pueda ser disuelta en vida, mientras el cuerpo natural (no el transformado) tenga vigencia.

Ahora, como el hilo conductor del tema puede no haber quedado claro, avancemos un escalón ya que conviene resaltar el punto de vista profético en el que sobresale la fidelidad de los cónyuges como exponente universal de la ligazón matrimonial. Tanto es así, que si alguno de los dos es infiel, se rompe la idea de la sola carne y se genera una aberración que embrutece al que la practica Jer. 3:1. Jesús, por su parte, va más lejos y anuncia que tanto el cónyuge activo como el pasivo de cualquier divorcio viven en situación de pecado si se vuelven a casar, Luc. 16:18. De manera que puede establecerse que igual que Dios basa su relación con el hombre en la fidelidad, así el matrimonio y más si se tiene en cuenta de que no somos nadie para romper tamaña legalidad y perfección por Él establecidas, Mal. 2:14-16.

Ahora bien, ¿cómo encaja el divorcio mosaico en todo esto? Ver Deut. 24:1-4 describe su mecánica condicionada en primer lugar al varón y en segundo a que se encuentre algo indecente en la mujer. Con todo, son condiciones posibles en todo matrimonio y, por lo tanto, si esto estuviese en vigor, uno podría divorciarse si se diesen estos supuestos. Sin embargo, Cristo Jesús dice que esta ley fue dada a los contemporáneos de Moisés por la dureza de su corazón, Mat. 19:3-9. Claro que, al parecer, cambia la causa que podría tolerar el divorcio y admite que la fornicación comprobada puede permitirlo. Realmente, ¿qué significa? En una sociedad pecaminosa en la que la idea de Dios ha desaparecido casi en su totalidad, ¿puede prosperar este supuesto justificado? Sí, e incluso injustificado. Pero es en el seno de una fiel comunidad cristiana donde debemos ver su alcance. ¿Quiere significar esto que, del mismo modo que el pecado rompe la unidad firme del hombre con Dios, la fornicación, sea de quien sea, rompe la unidad de la sola carne?. Pues sí, la idea de Jesús es que el adulterio y hasta la fornicación deshacen la unión natural del matrimonio dejando de existir como entes espirituales; por cuya razón, lo veremos más adelante, el matrimonio roto basado en esta justificación no puede formar nuevos vínculos, Mar. 10:1-12.

Es más, Jesús creía en la indisolubilidad del matrimonio aun teniendo en cuenta la justificación de su ruptura, Mat. 5:31, 32.

Ahora bien, ¿qué hacer cuando la situación matrimonial parece insostenible? Pablo sugiere que el amor, la paciencia y la sujeción pueden ser las panaceas de su salvación, Col. 3;18, 19. Pedro va más lejos y afirma que el testimonio y el respeto mutuos resultan una fuerte terapia para fortalecer la unión, 1 Ped. 3:1-7. Pablo otra vez, quizá pensando que sus argumentos no habían quedado claros o que podía ser acusado de falta de experiencia por no estar casado, escribe una lección magistral en Efe. 5:21-23, al decir como debe ser la vida matrimonial entre creyentes llenos de E. Santo a quienes ordena no separarse apelando a una orden del Señor, 1 Cor. 7:10, 11, y si lo hacen que no se casen más.

  Al parecer, y en contra de lo que podría creerse, Pablo tenía las ideas muy claras respecto al matrimonio (sobre todo, como símil de la unión Cristo e Iglesia, o al revés) y sus influencias por eso invitaba de forma constante a que ambos cónyuges fuesen fieles, previniéndole de las malas y funestas consecuencias del adulterio, 1 Cor. 6:16. Mas, él mismo viene a echar más leña al fuego de la confusión cuando afirma en 1 Cor. 7:1-9 que es mejor quedarse soltero como él que casarse (claro, que si uno no tiene el don de la continencia, que se case, que es mejor que quemarse). Él, tan preocupado por la inminente segunda venida de Cristo piensa que cualquier atadura, sea del tipo que sea, podría hacer menguar la capacidad receptora y hacernos menos sensibles a la gloria del reencuentro con el Esposo fiel de verdad. Así, resumiendo, según él dice: el soltero que se quede soltero, el casado, casado y el separado, ¡nada de nuevo matrimonio!

Con todo, recordémoslo, Jesús no admite más que el adulterio como causa legítima de divorcio, pero prohíbe de manera taxativa casarse con una mujer o con un hombre divorciados. Mas está hablando de hombres y mujeres que componen su reino y que saben que el listón de la santidad está situado muy alto. Todos nosotros debemos aceptar y acomodarnos a este principio santo, el único sobre el cual llega a descansar el matrimonio cristiano. Ninguna Iglesia, pues, sometida a la autoridad directa y real del Salvador podría sancionar otro distinto. ¿Quiere decir esto que las sociedades civilizadas de países que llevan nombre de cristianos hacen mal estableciendo de forma legal otros motivos para el divorcio o autorizando segundas nupcias a esposos separados? ¿Podemos obligar a todo una nación, más o menos grande, a practicar un sagrado principio cristiano? ¿No es mejor optar por la sinceridad y la libertad moral…? Ni entramos ni salimos. Qué la sociedad civil tenga en consideración si quiere seguir con la permisividad de la dureza de corazón, Mat. 19:8, y autorice un mal para evitar otro mayor, pero que las iglesias se atrevan si pueden a sancionar uniones nupciales contrarias a las palabras de Jesús.

Aunque con esto Jesús no está estableciendo una ley, sino un principio, que es algo distinto. Jesús dice: Sí, es cierto, Moisés permitió el divorcio, pero no fue más que una concesión frente al ideal perdido y a causa de la citada dureza de corazón. De manera que el ideal de cualquier matrimonio hay que buscarlo en la unión inseparable, perfecta, de Adán y Eva.

Eso es lo que Dios mismo se propuso con el matrimonio… y ahora volvamos a la pregunta del título (¿?).

Como la respuesta parece ser: ¡Nunca! o ¡jamás!, nos puede entrar el temor que tuvieron los discípulos ante la misma duda, Mat. 19:10-12. Pero Cristo Jesús les dice con claridad meridiana, y con ellos también a nosotros, que no todos pueden aceptar este principio, qué sólo pueden hacerlo aquellos a quienes les ha sido dado. Lo que dice en realidad es que sólo el cristiano puede aceptar la ética cristiana por aquello de haber regenerado su alma y vuelto a la naturaleza de antes de pecar.

Esta es la idea bíblica del matrimonio y de su rotura. De todas formas, un consejo, nunca debemos tomar un principio como si fuera una ley definitiva. Siempre hay que aplicarlo a una justa situación particular. Por ello y consiguiente, no podemos resolver el problema del divorcio limitándonos a decir, o a citar las buenas palabras del Maestro. No nos cabe duda de que el ideal del matrimonio es la unión indisoluble de dos personas, pero la vida es un asunto ordenado y hasta prolijo. Siempre hay un elemento inesperado… Y cuando, a pesar de todas las cosas, se produce la rotura irreparable debemos tener amor y comprensión para todos aquellos que la sufren tratando de reconciliar más que de separar, intentando conservar no la ley, sino el corazón, la mente y el alma humanos.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 26 de diciembre de 1996

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402 EL FIN DEL MUNDO

 

Apoc. 21:1

Introducción:

La prensa del día 9 de enero del corriente se hacía eco de una noticia que titulaba a ocho columnas: La policía nacional frustra el suicidio colectivo de los 33 miembros de la secta en Tenerife. Estos, creían que el fin del mundo se iba a producir a las ocho de la tarde del día 8 de enero de 1998 (hora insular) y su líder, la psicóloga alemana Heide Fittkau-garte, les había asegurado que si se suicidaban con un veneno letal, una nave espacial salvaría sus almas con amor proyectándoles en el más allá.

  La noticia no tendría demasiado interés en una prensa tan dada a catástrofes, sino fuese porque, en el fondo, todos estamos algo preocupados, salvo honrosas excepciones, por el final de nuestra era y del mundo actual, preocupación (¿inquietud?) que se acentúa cada fin de siglo con la magia de las cifras redondas del calendario, lunas llenas o solsticios.

Ahora bien, ¿habrá un fin del mundo? Y si es así, ¿cuándo será? ¿Y qué pasará con los salvos que aún estemos vivos?

 

1er. Punto. ¿Habrá un fin de este mundo?

* Sí, Dios así se lo dijo a Noé en la tercera Dispensación a causa de la pecaminosidad humana, Gén. 6:13. Y Jesús a sus discípulos, Mat. 24:32-35; Luc. 21:32, 33.

* La propia naturaleza del hombre así lo indica, Prov. 14:12; 16:25.

* Y la filosofía más elevada, Ecl. 7:2; Lam. 4:18.

* La profecía, Eze. 7:2.

* Cuyo desenlace nos hace temblar como humanos, Dan. 8:17; 12:4; Luc. 21:25.

* Jesús creía en el fin y trató de que sus hombres lo encontrasen predicando el Evangelio, Mat. 24:14.

* El fin del mundo será tan evidente como obvio, Mat. 24:29, y

* La tierra languidece a causa del pecado y morirá, Isa. 24, pues el mundo ha sido creado, Gén. 1 y 2, por Jesús, Juan 1:3, 10; Col. 1:16; Heb. 1:2, pero Satán lo ha corrompido, Rom. 5:12; 8:22, y debe perecer para dar lugar, paso, al nuevo, Apoc. 21:1.

 

2do. Punto. ¿Cuándo será?

* Esta es la eterna pregunta, la pregunta del millón, Mat. 24:3.

* No lo sabemos, pero como Cristo Jesús amaba a sus discípulos (a todos sus amigos y a los salvos de los tiempos), dejó escritas algunas pistas: Oiréis de guerras y rumores de guerras, Mat. 24:6; se levantará nación contra nación y habrá mucha hambre y terremotos, Mat. 24:7, y se levantarán falsos profetas, Mat. 24:11.

* Pero, ya lo hemos dicho, el día y la hora nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles de los cielos, ni aun el Hijo, sino sólo el Padre, Mat. 24:36-44, y

* Ahora, eso sí, sabemos que está cerca, Apoc. 22:10.

 

3er. Punto. ¿Qué pasará con los salvos que aún estemos vivos?

* Seremos recompensados, Dan. 12:13, tanto si estamos en la tierra como si no.

* Pero antes nos entregarán a cierta tribulación y hasta pueden aborrecernos y matarnos a causa del nombre de Jesús, Mat. 24:9. Sin embargo, si perseveramos hasta el fin seremos salvos, Mat. 24:13.

* De todos modos, Jesús enviará a sus ángeles con trompetas para reunirnos y preservarnos del entorno hostil, Mat. 24:31, siendo tomados y separados de nuestros familiares, compañeros o amigos no salvos, Mat. 24:40, 41. De manera que ni un solo pelo de nuestra cabeza perecerá, Luc. 21:18.

* Este es el orden de la Gran Reunión: Los muertos en Cristo resucitarán primero y luego, todos nosotros, los que aún estemos vivos. Esta reunión precederá a la gloria, 1 Tes. 4:16, 17, y

* Nosotros esperamos, según sus promesas, los cielos y tierra nuevos, 2 Ped. 3:13.

 

Conclusión:

De manera que no nos engañemos: ¡Nadie puede decirnos el momento exacto del fin del mundo a pesar de que algunas señales parece que lo indiquen situándolo relativamente cercano! ¡Sólo Dios lo sabe! Mat. 24:36.

Entonces, ¿qué debemos hacer? ¡Estar bien preparados y alerta! Mat. 24:42, 44.

Se nos recomienda, eso sí, que cuando comience el proceso del fin levantemos nuestras cabezas porque la redención definitiva está cerca, Luc. 21:28; libres de pecado estamos abocados a una vida eterna, Rom. 6:22, 23, de la que nadie ni nada nos podrá separar, Rom. 8:38, 39.

Habrá un fin del mundo y la verdad es que no está muy lejos, 1 Ped. 4:7, de manera que debemos mejorar la prudencia y purificar la oración y reforzar la fe. Pero, en cualquier caso, los salvos, vivos transformados o todos los muertos resucitados, nos encontraremos con el Señor en el aire, 1 Tes. 4:16, 17. Así que, alentaos los unos a los otros con estas palabras, 1 Tes. 4:18. Y que no nos desorienten indicios, ejemplos como los de Tenerife o similares. ¡Cristo vendrá, viene! 1 Cor. 16:22. Creedme, no importa tanto el cuándo como el qué estaremos haciendo cuando lo haga, Mat. 25:1-13.

Si hemos aceptado a Jesús, Rom. 10:9-11, al final, aunque sea por los pelos, estaremos a salvo con El y entraremos a poseer la nueva Tierra y el nuevo Cielo, oyendo de sus labios: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. ¡Entra en el gozo de tu Señor! Mat. 25:21; Luc. 19:17.

Así, a su promesa, ciertamente vengo en breve, digamos todos con Juan: Amén, sí, ven Señor Jesús, Apoc. 22:20.

 

Sugerencia:

Se podría anunciar la fecha del programa con la suficiente antelación para permitir una campaña de publicidad que despierte el interés con preguntas cómo:

¿Habrá un fin del mundo?

¿Cuándo será el fin del mundo?

¿Qué pasará con los salvos que estemos vivos cuando venga el fin del mundo?

 

 

 

 

 

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Barcelona, 9 de enero de 1998

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403 LOS CUATRO JINETES DEL APOCALIPSIS

 

Apoc. 6:2, 4, 5, 8

Introducción:

Dentro de la simbología de Apocalipsis y concretamente en el apartado de los sellos que abre el Cordero en presencia de los seres vivientes, están las figuras de cuatro caballos especiales:

El primero, blanco nieve, montado por un arquero creado para reinar coronado de laurel, vendría a ser como la avanzadilla del mal mundial. El segundo, rojo sangre, espoleado por un jinete especialista en quitar la paz de la tierra, iba a enfrentar a unos con otros manipulando una gran espada. El tercero por su parte, negro azabache, trasladaba a uno que tenía una balanza que anunciaba hambre y sed. Y por si esto fuera poco hay un cuarto, amarillo azafrán, montado por Muerte con poder sobre la cuarta parte de la humanidad…

Lo primero que vemos en el episodio de la visión de los caballos y sus jinetes es que tanto unos como los otros están a las órdenes de Jesús, igual que el asno que le ayudó a entrar de Jerusalén por ejemplo y que, por lo tanto, sus efectos, sus cascos, no pueden dañar al creyente.

Pero esto es el principio…

 

1er. Punto. El caballo blanco:

  El jinete de este primer caballo es un conquistador con engaño y con mentira, y con la apariencia de Jesucristo. Bueno, ya fuimos advertidos de esa posibilidad, Mat. 24:4, 5, por cuya razón debemos estar alerta en todo momento, Mat. 25:13. Subiendo un peldaño más en el pensamiento, podemos decir sin ambages que el jinete es el diablo, el cual cabalga por el mundo engañando a todo aquel que se deja deslumbrar para apropiarse de su alma. Sí, ésta es una señal satánica. Tanto es así que hasta su forma de galopar es satánica. El diablo sabe que no tiene futuro y quiere arrastrar a cuantos más mejor. Además, se le acaba el tiempo… Pero no se cuela en nuestras vidas con aspecto desagradable y repulsivo; no, al contrario, lo hace como un sol, apetecible y envidiable. Este es su engaño: ¡Aparenta ser un ángel de luz y es un diablo…!

No tenéis más que ver la cantidad de sectas satánicas que proliferan en nuestros días. Se aprovechan del vacío que sienten los hombres, de sus ganas de Dios, de su necesidad de cariño… y caen uno tras otro bajo los casos del caballo blanco. ¡Ojo! A veces, lo hacen impelidos por el desengaño que les producimos los llamados cristianos con nuestro mal testimonio. Por eso es tan importante no sólo ser cristiano, sino parecerlo.

Otra gran característica engañosa del jinete en cuestión es su posibilidad de disparar flechas remedando, imitando, a Cristo; es decir, indicando que puede repartir amor cuando en realidad destila y reparte odio.

De manera que ya queda dicho: El engañador está para engañar y otra cosa es si nosotros le dejamos hacerlo. Hemos de apretar las filas y ser un todo compacto en el Señor. Jesús pedía que fuésemos uno, un bloque, un conjunto, una Iglesia. Sólo Cristo y la Iglesia unidos pueden con el maldito caballo blanco que trata de invadir hasta los rincones más secretos del ser. Pensemos que luchamos contra buenas maneras y estrategias muy sutiles, contra apariencias celestiales y pensamientos idílicos. Por eso conviene hilar muy fino a la hora de identificar cualquier influencia ajena. Y, sobre todo, tener presente el modelo original, a Jesús. Cuentan que la brigada policial que lucha contra la moneda falsa dedica la mayoría de su tiempo de preparación a conocer perfectamente la de curso legal. Muy bien, sólo conociendo a fondo el original se puede descubrir las falsificaciones. Sólo conociendo a fondo a Cristo podremos descubrir, denunciar y maldecir al Anticristo.

 

2do. Punto. El caballo rojo:

  Después del engaño, el caballo blanco, Juan coloca al rojo, el símbolo de la violencia y la guerra. Es natural. La cadencia de la visión nos parece lógica, pues donde hay mentira hay violencia…

Ya vemos, esta gran señal de la segunda venida de Cristo, no es exclusiva del futuro, ni mucho menos. De manera que el caballo rojo y este caballero con espada y con poder para quitar la paz, ha cabalgado a lo largo de toda la historia; pues siempre ha habido, hay y habrá violencia mientras el mundo sea mundo y el hombre sea pecador. Porque el pecado del hombre es la causa de la violencia. Dios no, Dios ama la paz. Puso al hombre en el Edén y los dos paseaban en paz. Así que fue el hombre quien introdujo la violencia a la vez que el pecado, o las dos cosas son lo mismo. Por eso Caín mató a Abel…

Sin embargo, nos gusta más la paz que la violencia, tal vez porque aquélla obedece a un estado natural más íntimo que ésta. Pero la desobediencia acabó con todo. Por eso, una cosa es amar la paz y otra bien distinta hacerla. De manera que el caballo rojo representa el pasado, el presente y el futuro, ya que la violencia empezó a las puertas del Paraíso, se palpa hoy y se padecerá mañana en tanto estemos en la Dispensación actual. Sí, el mismo Jesús nos advierte: Oiréis de guerras y rumores de guerras… Mat. 24:6, 7.

Tampoco podemos negar ahora que la violencia va siguiendo una curva ascendente a lo largo de los años. Primero las guerras fueron individuales, luego tribales, locales, nacionales… ¡y hasta mundiales! A nadie se le escapa la idea que vivimos bajo la amenaza de una Tercera Guerra mundial y que hay la suficiente literatura para entender que puede estallar de un momento a otro, después de apretar algún botón rojo. ¡Y es que a causa del pecado, dónde haya un ser humano habrá violencia con botón o sin él! Violencia espoleada por las botas de este caballero… Sí, somos violentos con palabras, gestos, armas, indiferencias… Sí, repitámoslo ya, la violencia se genera en el deteriorado corazón humano. Y las guerras vienen por falta de amor y las malas relaciones por la indiferencia… ¡Qué cada cabo aguante su vela! Los problemas ajenos no tienen por qué molestarnos. ¿Es este el espíritu del Buen Samaritano? No, aquel hombre no preguntó causas, condiciones o por qué, ¡se limitó a ayudar al herido!

Santiago, preocupado por el tema como nosotros, se pregunta en Stg. 4:1, 2: ¿De dónde vienen las guerras? ¿No es de vuestras pasiones? Sí, desde luego, en efecto, los malos pensamientos nos salen del corazón alentados por los relinchos de satisfacción del caballo rojo, Mat. 15:19; Mar. 7:21.

Así que desde que el hombre se rebeló contra Dios no tiene paz… pero aún así y todo, nuestro jinete es una evidencia de lo cercana que está la segunda venida de nuestro Señor. Por eso, los cristianos, debemos tener paz con Dios, con nosotros y con los demás, Mat. 5:9.

 

3er. Punto. El caballo negro:

  Tras el engaño y la guerra, aparece el caballo negro, ¡el hambre!

Dios es el creador. De ahí el jinete con la balanza… y su mensaje de aviso.

Mas, ¿qué significa esta figura? Veamos:

Teniendo en cuenta que en tiempo del Apóstol, un denario era el jornal diario de un trabajador y que con él se podían comprar 20 libras de trigo, y muchas más de cebada, lo primero que se nos ocurre es que nos está hablando de una evidente pérdida de nivel adquisitivo, ya que la visión limita la compra a dos libras de cereal a cambio de una misma moneda. Pero, además, la voz central de aquellos cuatro seres vivientes ordena no dañar los productos de lujo, como pudieran ser el aceite o el vino, (¿?). Parece que quieren debilitar a los hombres sin llegar a matarlos… Mas, por otro lado, parece que se atenta o se limita la posibilidad de vida de todos los pobres y se fortalece la de los ricos… ¿Una injusticia futura? ¿No estamos viviendo en una época en donde los pobres son más pobres y los ricos más ricos? ¡Pues, el caballo negro cabalga! El Señor mismo ya dijo en su famoso sermón escatológico que habría hambre en diferentes lugares, Mat. 24:7; Luc. 21:11. No en todas partes, no al mismo tiempo. Y eso es lo que pasa ahora mismo. Europa, por ejemplo, tiene problemas de obesidad mientras parte del llamado Tercer Mundo se muere de hambre. ¿No estamos viendo aún el famoso caballo negro? Nunca habían habido tantos desajustes sociales ni tantas injusticias como hoy…

Lo malo del caso es que si el hombre no se arrepiente de sus actos, las consecuencias de esta caballo serán peores cada día. ¿Dónde está la solución para evitarlas? ¡En la Biblia! ¡Hay que cambiar el corazón de todos los hombres! Juan 3:3. Hay que colaborar con el prójimo para conseguir el bien común, hay que confiar en el vecino, hay que compartir nuestros dos panes y los cinco peces, Mat. 14:17, 18. La orden expresa de Dios es que compartamos con aquel menesteroso lo poco o lo mucho que tengamos, Deut. 15:11. ¿Qué estamos haciendo los creyentes en este sentido? Pues pensemos que el mundo tiene hambre de Dios, de amistad, de compañerismo, de justicia, de pan, y, sobre todo, ¡de salvación! Es natural. Jesús dijo: Yo soy el pan de vida, Juan 6:35, y como tal es imprescindible no ya para hartar un día, sino para erradicar el hambre para siempre.

Así que, si nos hemos cambiado el corazón, compartamos nuestras posesiones ya sean éstas físicas o espirituales. Las primeras las dejaremos aquí, las segundas la aumentaremos con la practica. Y, sobre todo, ayudemos a corregir el desequilibrio mundial. Grano a grano se hace una montaña… No olvidemos que Dios envió a los cuatro caballos para la corrección (corre a la acción) de todos y cada uno de sus hijos y al igual que Cristo Jesús lo compartió todo, nosotros también debemos hacerlo.

 

4to. Punto. El caballo amarillo:

  Mientras galopaban los jinetes apocalípticos hemos visto todas las grandes calamidades que azotarán al mundo. Un caballo, el blanco, la mentira, arrastrará a cientos de cristianos indecisos; otro, el rojo, la guerra, renovará el odio y hará que los hombres se maten entre sí; otro más, el negro, el hambre, no sólo fomentará la injusticia, sino que se cebará en el hombre matándolo por falta de sustento… Pues bien, ahora, el cuarto y último, el amarillo, la muerte, terminará con la cuarta parte de la humanidad que haya podido evitar más o menos maltrecha los cascos de los tres animales anteriores…

Desde que el hombre es hombre se ha oído este último galopar, pero ahora parece como si sus patas sonasen más, como si la verdadera galopada estuviese aún por venir… Veamos, si no, las características del maldito caballo amarillo: El animal de color lívido, verde oliva, ceniciento, cadavérico, apunta a la muerte producida por la guerra bacteriológica o química, armamento de países pobres, bomba atómica de los débiles…

Este caballo, que todos los artistas pintan como un esqueleto con guadaña, tiene capacidad para matar a la cuarta parte de los hombres de la tierra (dos mil quinientos millones en ente siglo) por medio de sus armas: Espada, hambre, peste y fieras. Esta parte de la visión de Juan, terrible, tiene su ascendencia histórica en Levítico 26, donde se describen muy bien las consecuencias de la desobediencia a Dios. También Jer. 15:3, carga sobre los desobedientes y el bueno de Ezequiel hace lo mismo, Eze. 5:12, 17; 14:21. Claro, cuando los hombres abandonan a Dios recoger lo que siembran. Si sus gobiernos se gastan más en armamento que en educación, por ejemplo, el resultado no puede ser más que el que se ve. Este mensaje apocalíptico se hace realidad cuando miramos a nuestro alrededor, ¿o es que no sabemos que tanta manipulación ecológica está generando cambios climáticos?

Ahora, eso sí, estas verdades y las armas del caballo amarillo son otras tantas señales del cielo para conseguir que cambiemos de actitud. ¡Ay de los que confían en sí mismos!, decía Isa. 31:1. Tenemos que volver a mirar otra vez a Dios y a confiar en Él. No hay otra forma. Las señales están indicando lo que puede pasar a un mundo sin Dios y sin esperanza. ¡Volveos a Jehovah…! 2 Crón. 30:6, parecen decir todas estas premoniciones, duelos, señales, indicaciones… mientras tengáis tiempo, mientras el fin esté viniendo… Isa. 55:6. Y cuando aquellas fieras transformadas por la manipulación genética, por la clonación incontrolada, salgan del abismo como lo harán los cohetes atómicos de sus ojivas, los creyentes en el Señor estaremos a salvo, Rom. 8:35, 38, 39. Es verdad que estamos en este mundo y que aún nos puede alcanzar cualquier desgracia, mas sabemos en quien hemos creído, 2 Tim. 1:12, y que nuestra vida está en las manos del Señor.

Vendrán los caballos, los cuatro, ya están cerca, pero Dios es grande, Rom. 8:31, y nada ni nadie podrá con nosotros; es más, ¡ni un solo cabello nos será quitado, Hech. 27:34, si Dios no quiere!

 

Conclusión:

Decíamos en la introducción, y en más de un lugar, que ningún mal del mundo podrá dañarnos el alma, Luc. 21:18 En efecto, somos salvos y nadie ni nada nos puede apartar del amor de Dios, Rom. 8:38, 39; pero, siempre hay un pero, estamos inmersos en el mundo y conviene sacar provecho de las lecciones ajenas aunque sea para reforzar nuestra santidad y poder ayudar más y mejor a nuestros semejantes.

El origen de la visión de Juan debemos encontrarla en Zac. 6:1-8, en donde los caballos son dejados en libertad en la tierra para vengarse de Babilonia y Egipto y las otras naciones que habían oprimido al pueblo de Dios. Son los cuatro vientos, los agentes de la ira de Dios. Los de Juan, también. Son fuerzas destructoras que están siendo enviadas al mundo por Dios (o permitidas por Él) en tiempos en que se acerca el fin para corregir a los que han sido espina, escarnio y espada para los creyentes, pensando que tal vez alguno de ellos reconozca su miseria, se arrepienta y sea salvo.

El tema es el siguiente: Dios usa al mundo para moldear y enderezar las desviaciones de los creyentes (así usó a las naciones paganas en caso de Israel); pero, ¡ay de los correctores! Su castigo será la demostración palpable de que ningún hombre y ninguna nación pueden escapar a las consecuencias de sus pecados, Isa. 33:1; 47:6-11.

 

Sugerencia:

Sería una gran cosa que cada Unión Femenina local apadrinase a un niño marginado o de un país pobre. Hay organizaciones que nos pueden orientar y como niños no faltan, alimentar y educar a uno de ellos sería como un logro personal que arrancaría una victoria a la cuadriga infernal.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 11 de enero de 1998

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404 LOS FUTURÓLOGOS Y SU ZONA DE INFLUENCIA

 

Jer. 27:9

Introducción:

Estando a las puertas del Siglo XXI y siendo tan dados a saber el porvenir, a leer cartas y manos, a escudriñar las estrellas y a repasar mil horóscopos antes de salir de nuestra casa, conviene que dediquemos también un tiempo a descubrir el punto de vista de Dios sobre los adivinos, agoreros, magos, tiradores de cartas, leedores de manos, intérpretes de sueños y demás sutilezas y prácticas.

Este es el motivo del presente estudio.

Desde que el mundo es mundo, Dios ha dicho que no quiere adivinanzas porque como no son fruto de una ciencia exacta, en vez de servir de tranquilizante, engaña, abate y desorienta. Por eso no sólo está en contra de todos los futurólogos, sino de sus prácticas. Y condena a unos y a otras.

Hay una razón de fondo. Dios quiere que confiemos en El y en sus cuidados y cualquier deseo de ver el destino sin su concurso es una opción a la idolatría, al pecado, e incluso, a la perdición. Sabiendo todo el futuro nunca pediríamos el pan cotidiano ni solicitaríamos en oración su inestimable ayuda. El creyente debe vivir el día a día pensando que es el campo de operaciones que Dios le da y no debe confiar en juegos de azar, loterías ni nada que se les parezca. Casi nos atreveríamos a decir que el Señor es el mayor enemigo de los llamados seguros de vida… pero no lo decimos. Lo que sí afirmamos es que no debemos mancharnos con prácticas de inspiración satánica y confiar en un Padre que ya no tiene más misión que proteger, cuidar y prosperar a sus hijos, salvos por la sangre de Cristo Jesús, hasta que llegue el día de la Reunión final.

 

1er. Punto. Adivinación, encantamiento…

  * Prohibición de prácticas idolátricas, Deut. 18:9-14.

* La adivinación es una práctica mala como la rebelión contra Dios, Isa. 15:23.

* Es una costumbre mundana que nos acarrea maldición, Eze. 21:21-23.

* Es un motivo de ganancia, pero la controla el diablo, Hech. 16:16-19.

* Fruto de los falsos profetas, Eze. 22:28, que la usan para tapar defectos y explicar lo que quieren oír sus interlocutores.

* Adivinar es un oficio prohibido que contamina, Lev. 19:26, 31.

* Además, el mismo Dios desorienta a los adivinos, agoreros y magos, Isa. 44:25.

* Los israelitas (y nosotros con ellos) no debían de hacer caso a ningún lector del porvenir, Jer. 27:9, 10. Sólo Dios sabe lo que va a pasar, Dan. 2:28, y

* Los agoreros destruyen la armonía de todo el pueblo de Dios, Isa. 2:6.

 

2do. Punto. Hechicería, hechizo, hechicero…

* Una de las cosas que ocurrirán en el fin de los tiempos será la práctica abolición de los hechiceros y la desaparición de todo tipo de agoreros, Miq. 5:12.

* Las hechicerías aparecen en la lista negativa de las obras de la carne, Gál. 5:19-21.

* Los hechiceros serán echados al lago que arde con fuego y azufre, Apoc. 21:8, porque no se arrepintieron, Apoc. 9:21.

* Los hechizos son causa de perdición aunque quien los haga sea un maestro, Nah. 3:4.

* Porque engañan a la gente, Apoc. 18:23.

* Es verdad que los hechiceros tienen mucho poder, pero Dios no los aprobará nunca, Éxo. 7:11, 12, en la antigua dispensación podían llegar a ser condenados a muerte, Éxo. 22: 18.

* También aparecen en una lista clara de los que serán juzgados severamente, Mal. 3:5; Isa. 47:9, y

* Dios no quiere que prestemos oído a nada que tenga que ver con estas aficiones, Jer. 27:9, y nos promete su total destrucción, Miq. 5:12.

 

3er. Punto. Encantamiento, encantadores, hasta magos…

* Dios castiga no sólo a quien practica los encantamientos, sino a aquellos que los siguen, Lev. 20:6.

* El mal ejemplo de Manasés (líder) hizo mucho daño al pueblo de Israel, 2 Rey. 21:6, y provocó la ira de Dios, 2 Crón. 33:6.

* Isaías lo tenía claro, ¿es que Dios no está vivo? ¿Por qué, pues, preguntamos a los muertos? Isa. 8:19.

* Un ejemplo de la magia engañosa la tenemos en la persona de Simón el Mago, Hech. 8:9-11, pero hay muchos más, Hech. 19:19.

* Es verdad que los sueños y todo lo que desconocemos nos preocupa, pero no debemos acudir a encantadores para que nos los expliquen, Dan. 2:2, pues sólo Dios, repetimos, es capaz de ver el futuro, Dan. 2:28, y hasta de modificarlo, y

* La práctica de los magos es contraria a la fe, Hech. 13:8.

 

Conclusión:

El deseo del Señor es que seamos santos, Lev. 20:7, y no quiere que prestemos oídos a los falsos profetas, adivinos, soñadores, encantadores o agogeros, Jer. 27:9, ya que todos los futurólogos concentran su atención sobre el incierto porvenir imaginándolo a partir del futuro, no del presente. Y Dios quiere que vivamos el presente, un presente dependiente de Él, Mat. 6:25-34.

La santidad que vamos adquiriendo con el tiempo nos aparta cada día más para nuestro Dios, nos impermeabiliza de cualquier influencia negativa del mundo. No podemos hacer lo que hacen los demás, ni vivir como viven los demás. ¿Cómo podemos tomar en serio unos horóscopos que sólo están hechos para gustar, para engañar, para regalar los oídos? ¿Cómo podemos creer en que haya alguien que sepa ver el destino en las líneas de la palma de la mano? ¿O qué sepa interpretar sueños? ¿Cómo nos atrevemos a sustituir la confianza en nuestro Dios por un décimo de lotería, una quiniela, una primitiva…? ¿Cómo podemos perder el tiempo en un bingo cuando tenemos tanto que hacer en nuestra iglesia local? ¿Cómo confiar en magos, agoreros y demás…? No, los santos no podemos hacer más que crecer cada día mientras nos apartamos de costumbres que si no son satánicas tampoco son espirituales.

 

Sugerencia:

Podríamos hacer invitaciones para este programa fotocopiando una cara de un décimo de lotería, por ejemplo, y escribiendo al dorso:

—¿Qué opina Dios de los futurólogos y de todos aquellos que los siguen?

.¡Ven a nuestro programa y lo sabrás!

 

 

 

 

 

  221280

Barcelona, 15 de enero de 1998

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405 LA ZONA OSCURA

 

Apoc. 16:10

Introducción:

Uno de los temas menos tratados por los pensadores evangélicos en general son aquellos que tienen que ver con el diablo, los demonios y su reino. No sabemos por qué, pero, al parecer, se debe a la falta de gancho de cualquier parte negativa, la zona oscura (no queremos pensar que lo sea por una influencia directa del rey menor).

Pues bien, como teníamos una cierta libertad para preparar el presente estudio, hemos aprovechado la ocasión para corregir la tendencia, aunque sea levemente.

Satanás, uno de los ángeles caídos (hay muchos más, pero están bien encerrados a cal y canto hasta el fin de los días, 2 Ped. 2:4); arcángel para más señas, es real y se manifiesta a través de sus demonios en todo momento y lugar en donde haya un pecador recalcitrante. Apoya, protege y fomenta el error como algo propio y se alegra de los fallos humanos. Es quien sugiere las tentaciones Stg. 1:14, justifica sus caídas y contabiliza promesas, castigos y glorias. Satanás es, pues, el aguijón de los humanos, la llave de la muerte y el enemigo de todos los creyentes que, por el contrario, le resisten, le pueden resistir, como lo hizo Jesús en su día.

Este estudio no es uno más, es un aviso certero al creyente y así debemos verlo. Tal vez sea un poco denso, pero el tema se lo merece y si consigue hacernos renovar nuestra guardia quedaremos satisfechos plenamente.

 

1er. Punto. Satanás:

  * Satanás es el rey de los demonios.

* Una característica importante de su carácter es que es astuto, Gén. 3:1, y puede transformarse en ángel de luz instantáneamente 2 Cor. 11:14, y así engañar a cualquiera, 2 Cor. 11:3.

* Sin embargo, el final, su final, ya está escrito: Miguel y sus ángeles lucharán contra el dragón y los suyos, los vencerán y los echarán del cielo, Apoc. 12:7-9. Aquí a este Satanás se le llama: Dragón, serpiente y diablo.

  * Uno de sus oficios sigue siendo el de acusador, Apoc. 12:10, y lo seguirá siendo hasta que sea encadenado por mil años, Apoc. 20:2, tras los cuales será liberado por poco tiempo, pues después de agrupar a sus huestes intentará destruir a los santos hasta que un fuego del cielo consumirá a sus acólitos y él será echado en el lago de fuego y azufre en donde será atormentado día y noche por los siglos de los siglos, Apoc. 20:7-10.

* Este ser terrible, creado como uno de los querubines descritos en Eze. 1:5 y ss., es reprendido en Eze. 28:12-16, en donde se le conoce como antiguo querubín protector. Cayó de esta posición por orgullo, Isa. 14:12-14, orgullo que relaciona a Lucifer, Lucero de la mañana, con Satanás.

* Su soberbio deseo de exaltarse a sí mismo a la posición que pertenece sólo a Dios, señala la entrada del pecado en el universo, Isa. 14:13, 14.

* En el día de hoy, en la actualidad está trabajando entre los hijos de desobediencia, Efe. 2:2, en donde se le llama: Príncipe de la potestad del aire.

* En el Pacto Adámico, Gén. 3:14-19, se promete la destrucción final de Satanás por medio de la simiente de la mujer. Mas ahora, aún está luchando contra la obra que Dios realiza en favor de la humanidad.

* Este mundo, Apoc. 13:8, no creyente, organizado de acuerdo a los principios cósmicos de fuerza, orgullo, egoísmo, ambición y placer, Mat. 14:8, 9; Juan 12:31; 14:30; 18:36; Efe. 2:2; 6:12; 1 Jn. 2:15-17, es el que impera en el día de hoy y es el mismo con el que trató de ganarse a Jesús en el desierto, Mat. 4:8, 9. Es, en una palabra, el príncipe de este sistema, Juan 14:30; 16:11, y también su dios, 2 Cor. 4:4.

* Al parecer tiene encomendado, bajo la autoridad de Dios, el poder de la muerte sobre la tierra, Heb. 2:14, y

* Por último, conviene recordar que aunque fue expulsado del cielo como ha quedado dicho, tiene acceso todavía a Dios en su carácter de acusador como hemos dicho también, Apoc. 12:10. Uno de sus nombres es diablo (gr. diábolos, acusador). Tiene un cierto poder para zarandear a todos los creyentes que tienen demasiado puesta su confianza en sí mismos, Job 1:6-11; Luc. 22:31, 32; 1 Cor. 5:5; 1 Tim. 1:20. Pero, en cualquier caso, no puede tocar su fe, Luc. 22:31, 32; 1 Jn. 2:1. Al principio de la gran tribulación ya no podrá alcanzar, tocar y zarandear a nadie, Apoc. 12:7-12. Luego, cuando Cristo regrese, será encadenado, Apoc. 20:2; etc.

 

2do. Punto. Los demonios:

* Los demonios, conocidos también por espíritus inmundos, los diablos, es el nombre dado a los ángeles sencillos caídos con Satanás. Aunque su nombre no se revela de forma explícita o no se explica como se hace con la figura de su rey, Mat. 12:43, 45.

* Sea como sea, con emisarios de Satanás, Mat. 12:26, 27; 25:41. Y son tan numerosos como para hacer que el poder de Belcebú esté en todas partes, Mar. 5:9.

* Puede poseer y dominar tanto a los seres humanos como a los animales, Mar. 5:8, 11-13; sin lo cual, en apariencia, no tienen poder para hacer mal, Mat. 12:43, 44; Mar. 5:10-12.

* Son inmundos, violentos y malignos, Mat. 8:28; 9:33; 10:1; 12:43; Mar. 1:23; 5:3-5; 9:17, 10; Luc. 6:18; 9:39.

* Tienen capacidad para reconocer al Señor, Luc. 4:33-35, 41. Admiten que tiene autoridad suprema, Mat. 8:31, 32; Mar. 1:24; Hech. 19:15; Stg. 2:19.

* Saben que su destino ha de ser el tormento, Mat. 8:29; Luc. 8:31.

* Pueden perjudicar gravemente al portador, Luc. 9:38-43, dejándole, incluso, mudo, Luc. 11:14, o con otros daños físicos, Mat. 12:22; 17:15-18.

* Jesús tenía poder para echarlos, Mar. 1:34. Autoridad que fue heredada por los discípulos, Mat. 10:1; 6:7; 16:17. El apóstol Pablo también tuvo poder para hacer lo mismo, Hech. 16:16-18.

* Estos espíritus engañadores y sus doctrinas harán apostatar a algunos creyentes en los postreros días, 1 Tim. 4:1. Gente que, una vez enganchada, no dejará de adorarlos, Apoc. 9:20.

*  Santificar, dedicar y adorar a los demonios está prohibido expresamente por Dios, Lev. 17:7; 1 Cor. 10:20. Por eso rechazó a Jeroboam I y a tantos otros, 2 Crón. 11:15. Otra idea: Según el apóstol Pablo, el sacrificar a los demonios, dedicarles cualquier cosa, es comulgar con ellos, 1 Cor. 10:20-22, y provocar celos al Señor, y

* La adoración a los demonios fue la peor abominación de los israelitas, Deut. 32:17; Sal. 106:37, y hasta puede ser también la nuestra. Sin embargo, tenemos recursos para no hacerlo. Son, en principio, la fe, la oración, la disciplina personal, Mat. 17:21, y la armadura de Dios, Ef. 6:13-18.

 

3er. Punto. Y su reino:

  * Al final, ya lo sabemos, Satanás y sus demonios no tendrán cabida en el cielo, Apoc. 12:8.

* Pero gobernarán la tierra por un tiempo, Apoc. 12:9, 12. Luego, su rey será echado fuera, Juan 12:31.

* En la actualidad, como Satanás fue expulsado ya de los cielos Luc. 10:18, inmediatamente después de la entrada del pecado en el universo, Isa. 14:13, 14, él hace de esta tierra y del aire el escenario de su incansable actividad, Efe. 2:2; 1 Ped. 5:5-8, haciendo inútil todos los esfuerzos humanos que confían sólo en sus fuerzas y habilidades, Mat. 12:4-45.

* El mundo entero es su reino, 1 Jn. 5:19, en donde está dando vueltas buscando a quien devorar, 1 Ped. 5:8.

* La idea de que Satanás reinará en el infierno es de Milton, no de la Biblia. En ésta se dice expresamente que será atormentado en el lago de fuego. Bueno, él y sus ángeles, Mat. 25:41.

* Hay tantos demonios que hacen que Satanás esté en todas partes, como decíamos en otro lugar, Mar. 5:9, y

* Por último, el reino de Belcebú, otro nombre de Satanás como ya sabemos, es el reino de las tinieblas, la zona oscura, Apoc. 16:10.

 

Conclusión:

En el NT. se hace distinción entre la influencia de Satanás que todos soportamos y la posesión demoníaca, Mat. 4:24; 8:16, 28, 33; 9:32; 12:22; Mar. 1:32; 5:15, 16, 18; Luc. 8:36; Hech. 8:7; 16:16, posesión que los apóstoles vencían al exorcizar en el nombre de Cristo, Hech. 16:18.

Queda definir lo que sabemos de el lago de fuego, Apoc. 19:20, llamado también infierno de fuego, (gr. gehenna, Mat. 5:22) que es el lugar donde estarán para siempre todos los inconversos, los demonios y Satanás mismo. El nombre lo hereda de un lugar en el valle de Hinom donde antiguamente se ofrecían sacrificios, 2 Crón. 33:6; Jer. 7:31. En el texto griego, la palabra aparece en Mat. 5:22, 29, 30; 10:28; 18:9; 23:15, 33; Mar. 9:43, 45, 47; Luc. 12:5; Stg. 3:6. En cada uno de estos textos, menos en el último, la palabra sale de los labios de Jesús como una solemne advertencia contra las consecuencias del pecado.

Por último, Él describe el infierno como el lugar donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Claro, esto no quiere decir que las llamas sean reales… Es peor, ¡el infierno es ese lugar sin Dios y sin posibilidad de arrepentimiento! Bien, una palabra más: Dios es luz (la zona luminosa, 1 Jn. 1:5) y nada nos puede dañar definitivamente: Si andamos en luz, como É está en luz, tenemos comunión unos con otros y con Cristo, cuya sangre nos ha limpiado de todo pecado,  Jn.1:7.

 

Sugerencia:

Despertar el interés del estudio mediante mensajes de invitación en papeles de colores, repartidos domingo a domingo, durante un mes. Los mensajes podrían ser frases escogidas con relación al tema, como:

-¿Qué opinas de Satanás?

-¿Existen los demonios?

-¿Qué influencia tiene Satanás y los demonios en el mundo?

– Satanás y los demonios, ¿pueden hacer mal a los salvos?

 

 

 

 

 

  221281

Barcelona, 20 de enero de 1998

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406 ¿LA ULTIMA NAVIDAD DEL SIGLO?

 

Gén. 3:15

Introducción:

Dicen que todas las Navidades son iguales, pero no. A la vuelta de la esquina tenemos el 2000 y tanto si empezamos el milenio como si no (menuda controversia se ha levantado con el tema), debemos pensar en que desde la primera ha cambiado el mundo y nosotros con él.

Año tras año celebramos la fiesta de la Navidad sin darnos cuenta, dejándonos llevar por la costumbre comercial, familiar y emocional; pero justo cuando guardamos las luces y los manteles, la archivamos hasta la próxima vez. Pero la Navidad debiera ser eso y otra cosa. Un plan de cerca de 4.000 años, debiera ser otra cosa. Cristo es el proyecto definitivo; por eso su primera venida fue anunciada tan meticulosamente, realizada a su debido tiempo y volverá de nuevo en gloria, con más ángeles, magos y pastores que la primera vez.

 

1er. Punto. Su primera venida anunciada:

* El AT. anticipa que la venida de Cristo tendría dos aspectos: el uno de rechazo y sufrimiento (por ejemplo, Isa. 53) y el otro de gloria y poder terrenales, Isa. 11; Jer. 23; Eze.37. Pero a menudo, estas dos vertientes aparecen juntas (por ejemplo, Sal. 2). Incluso muchos profetas llegaron a estar perplejos a causa de la aparente contradicción, 1 Ped. 1:10, 11. Mas, el problema se resolvió con el cumplimiento parcial de la profecía.

* Se predice el lugar de nacimiento: Belén, Miq. 5:2, y quién debía ser su madre, María: Isa. 7:14.

* El Mesías iba a ser la esperanza para Israel y para el mundo, Isa. 9:6, 7, y

* La primera referencia a su venida está en Gén. 3:15, cuando Dios afirma que la simiente de la mujer vencería a la serpiente.

 

2do. Punto. Su primera venida realizada:

* A su debido tiempo, el Mesías, nacido de una virgen según lo profetizado por Isaías, apareció entre los hombres y comenzó su ministerio anunciando que el reino prometido por medio de los voceros de Dios se había acercado, Mat. 4:17.

* El nacimiento tuvo lugar en Belén, en el año cuatro o seis antes de nuestra era, coincidiendo con la promulgación del edicto de empadronamiento de Augusto César, Mat. 1:18-25; 2:1; Luc. 2:1-7; Juan 1:14, en una Judea mal gobernada por Herodes el Grande, Luc. 1:5.

* Bien pronto, el Mesías comprobó el rechazo de su pueblo y anunció su próxima crucifixión, su resurrección, su partida de este mundo y su regreso a la tierra en gloria, Mat. 12:38-40; 16:1-4, 21, 27; 24:25; Luc. 12:35-46; 17:20-36; 18:31-34; 19:12-27.

* Antes de marchar, predijo el curso que habrían de seguir los eventos hasta su segunda venida, Mat. 13:1-50; 16:18; 24:4-26, lo cual llegó a ser un tema prominente en Hechos, las Epístolas y el Apocalipsis, y

* Por tanto, nos dirá el Apóstol Pablo, no os avergoncéis de dar testimonio… 2 Tim. 1:8, 9.

 

3er. Punto. Su segunda venida está cerca:

* Para los incrédulos será un día terrible, Mat. 3:2; 2 Ped. 3:12; Apoc. 6:17.

* Aunque ciertos hombres siempre han estado inquietos por las cifras apocalípticas, Mat. 24:3.

* Su venida será como el relámpago, Mat. 24:27.

* Y siguiendo un orden, 1 Cor. 15:23.

* Somos joyas de la corona de los santos que nos ayudaron a encontrar la cruz de Cristo, 1 Tes. 2:19.

* No importa cuando se produzca el hecho ni si estamos vivos o muertos, 1 Tes. 4:15. El orden será: 1 Tes. 4:16, 17. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras, 1 Tes. 4:18.

* No debemos hacer caso de agoreros, catastrofistas y timoratos de fin de siglo, 2 Tes. 2:1, 2; 2 Ped. 1:16; aunque, la verdad es que serán tiempos revueltos.

* Cada uno de nosotros recibirá su corona, 2 Tim. 4:8, y

* Así, tengamos paciencia, Stg. 5:8. Es Navidad, celebrémosla, y vivamos en paz dando buen testimonio, 1 Jn. 2:28.

 

Conclusión:

No nos asustemos por las cifras del fin del milenio; mientras exista la edad presente, celebremos la Navidad recordando el primer advenimiento de Cristo, aunque esta fiesta debiera ser diferente. En el mundo hay y habrán guerras y rumores de guerras Mat. 24:6; Mar. 13:7; Luc. 21:9, largas persecuciones, Mat. 21:8-19, conflictos y temores, 2 Cor. 7:5, persecuciones y derribos, 2 Cor. 4:9; incluso, apostasías, 2 Tes. 2:3, pero también Navidades y gentes que quieran celebrarla con una sonrisa, un recuerdo, un apretón de manos, un reconocimiento y hasta, ¡una lágrima! Jesús nació, murió por nosotros y volverá a buscarnos. Es una buena promesa… tan buena que debiera bastarnos para celebrar una Navidad diferente.

 

Sugerencia:

Se trata de llevar a cabo el juego del regalo fantasma navideño: Una vez sabidas las personas que podrían asistir al programa, hacer papelillos con sus nombres, doblarlos y ponerlos en una bolsa en caja de cartón para garantizar su secreto. En el momento oportuno, cada participante debe extraer un papel y preparar un regalo para la persona secreta por un valor aprox. de 100 Ptas. (o la cantidad que se acuerde), envolverlo con papel navideño, poner el nombre del afortunado/a en la cubierta y llevarlo al salón de estudios dejándolo en lugar prominente y visible. Al final del estudio, repartir los presentes llamando a viva voz a cada uno de los destinatarios, el cual deberá abrirlo en presencia de todos.

Por último, hacer una oración, agradeciendo a Dios el buen compañerismo demostrado.

 

 

 

 

 

  221464

Segur de Calafell, Tarragona, 2 de agosto de l999

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407 LA ORACIÓN BIEN HECHA

 

Dan. 9:3

Introducción:

A punto de entrar en el siglo XXI (¿o no?), la oración a venido a descafeinarse entre los creyentes hasta el punto en que ya no oramos en la mesa, ni al levantarnos, ni en medio del día, ni a la tarde, ni al acostarnos… logrando que los cultos de oración de cada iglesia batan el récord de la poca asistencia. Y la verdad es que no podemos echar la culpa a la falta de tiempo (Nehemías oró entre una pregunta y una respuesta, Neh. 2:4, 5), ni siquiera al poco interés. La oración se pierde en la misma medida en que ganamos seguridad en las cosas del mundo.

A poco que busquemos en nuestra memoria podremos encontrar restos de aquellos tiempos del primer amor que encendía nuestras oraciones, lubricaba todas nuestras batallas y enardecía nuestros espíritus. Así, que debiéramos parar un momento, cambiar el chip y abrirnos a la Palabra de Dios. Sólo así podremos saber que la oración bien hecha es la que es apta para que Dios la escuche, la responda y nos haga sentir la necesidad de orar más, sabiendo, en cualquier caso, que la oración del justo puede mucho, Stg. 5:16.

 

1er. Punto. Dios oye la oración:

* Dios oye nuestra oración a pesar nuestro, 1 Rey. 8:29; 2 Crón. 6:19; Neh. 1:6.

* Si se hace de corazón y bendiciendo a los demás, 1 Rey. 8:54, 55.

* No debemos desesperar aunque parezca que no somos dignos de que Él nos oiga, Sal. 39:12.

* Pues Dios nos oye de forma natural, Sal. 65:2.

* Si oramos alabándolo, Sal. 141:2.

* Y somos justos, Prov. 15:29.

* Pero jamás oye a los impíos, Prov. 28:9; Sal. 109:7; Isa. 1:15.

* Sin embargo, sí que oye las que hacemos confesando nuestras limitaciones, Dan. 9:3-5.

* En casa de cada cual y en el templo, Mat. 21:13; Mar. 11:17; Luc. 19:46.

* Y si creemos, nos concederá lo que pedimos si está dentro del área de su voluntad, Mat. 21:22.

* Tenemos muchos ejemplos de que Dios oye las oraciones, Luc. 1:13; 2:37.

* Incluso, las intercesoras, Fil. 1:19.

* Incluso, en caso difíciles volviendo a recordar que su voluntad siempre tiene la última palabra, Stg. 5:15), y

* La oración eficaz, bien hecha, del justo puede mucho, Stg. 5:16.

 

2do. Punto. Y responde:

* Con promesas, 1 Rey. 9:3.

* Por eso, no debemos minimizar la oración del hombre delante de Dios, Job 15:4.

* No debemos desesperar si Dios tarda en responder, Job 16:17.

* Siempre considera la oración de los desvalidos, Sal. 102:17.

* Si necesitamos que nos oiga, Sal. 143:1.

* Porque es propenso a la atención, Isa. 56:7.

* Si tenemos problemas o conflictos de intereses, oremos a Dios porque Él está atento a nuestras peticiones, Jon. 2:7

* Siempre, de día o de noche, Hech. 10:4.

* Si damos a la oración la importancia que tiene, 1 Cor. 7:5.

* Construyéndolas con acción de gracias, Fil. 4:6; Col. 4:2.

* Y sin estorbos, 1 Ped. 3:7, y

* En cualquier caso, repetimos, Dios está atento y responde, 1 Ped. 3:12.

 

3er. Punto. Por eso, debemos orar:

* Por el remanente, 2 Rey. 19:4; Isa. 37:4.

* Rogando que esté atento a nuestras súplicas, 2 Crón. 6:40.

* Cada mañana, Sal. 88:13.

* Sabiendo que nuestra oración llegará a su trono, Sal. 119:170.

* La oración de los justos es su gozo, Prov. 15:8.

* Siempre, no sólo cuando tenemos problemas, Isa. 26: 16; 38:2.

* Antes de que su justicia bloquee nuestra oración, Lam. 3:44.

* Como los profetas, Hab. 3:1.

* Hay problemas que se solucionan sólo con oración y ayuno, Mat. 17:21; Mar. 9:29.

* La de los escribas y fariseos no sirve de nada, Mat. 23: 14; Mar. 12:40; Luc. 20:47.

* Hay que imitar la de los apóstoles, Hech. 1:14; 6:4, y la de la Iglesia primitiva, Hech. 2:42; 12:5, que oraban por los hermanos, Rom. 1:9; Ef. 1:16; Fil. 1:4; Col. 4:12; 1 Tes. 1:2; 2 Tim. 1:3; Film. 4, y por Israel, Rom. 10:1.

* Constantemente, Rom. 12:12.

* Nosotros también tenemos fuerza en la oración, 2 Cor. 1:11.

* Nos lo recomiendan los apóstoles, 1 Tim. 2:1.

* Tanto en la tristeza como en la alegría, Stg. 5:13.

* Pues el fin se acerca y debemos estar alerta, 1 Ped. 4:7, y

* Además, nuestras oraciones son preciosas, Apoc. 5:8; 8:4.

 

Conclusión:

En Dan. 9:3, sugerido como base para el estudio de hoy, se dan las características de la oración bien hecha.

* Hemos de hacer el primer gesto y volvernos a nuestro Dios, reconociendo su Señorío.

* Buscarlo con oración y ruego (que no es necesariamente lo mismo), y

* Hablarle con la mente, el cuerpo y el alma preparados para oír su respuesta (hay mucha gente que ora a Dios por temor a que les conteste afirmativamente).

Así, la oración es el cordón umbilical que nos puede mantener unidos a Dios, no lo rompamos si no queremos perdernos en la generalidad del mundo.

 

Sugerencia:

Comenzar y terminar el programa orando por la solución de algún caso bien conocido en la comunidad, en la iglesia o en la familia, para que Dios, que está atento, pueda contestar de forma espectacular y asombrando.

 

 

 

 

 

  221465

Segur de Calafell, Tarragona, 3 de agosto de l999

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408 CIENCIAS OCULTAS

Deut. 18:9-14

Introducción:

A causa de un cierto liberalismo de las iglesias, no encontramos extraño dejarnos llevar por las costumbres descafeinadas del mundo que nos rodea. Parece que nos creemos inmunes a sus efectos. Sin embargo, la orden de nuestro Dios sigue tajante: No aprenderás a hacer las abominaciones de aquellas naciones. No hay otra opción. No hay término medio. Obedecemos los dictados del mundo… o los de Dios. El Señor es un Dios celoso que no puede permitirse el lujo de ignorar nuestros coqueteos con el mundo: Serás íntegro para con Jehovah tu Dios.

 

1er. Punto. Poderes psíquicos:

  Los ocultistas modernos justifican sus poderes por estar basados en los antiguos documentos. Por ejemplo: Los sacerdotes egipcios opusieron su magia hipnótica a la fuerza milagrosa de Moisés convirtiendo sus varas en serpientes, Éxo. 7:11, el río en sangre, Éxo. 7:22, y la tierra en ranas, Éxo. 8:7. Pero lo que no cuentan es que sus varas fueron devoradas por la de Aarón, que no pudieron eliminar los piojos, Éxo. 8:18, y que tuvieron que esconderse a causa del salpullido general, Éxo. 9:11.). Mal del que debieran haber estado inmunes, pues creían que todo hombre tiene siete sentidos, el sexto de los cuales consiste en la facultad de percibir la presencia de otros seres vivientes indetectables a través de los cinco sentidos normales y el séptimo telepático. Este, que no es privativo del hombre, según dicen ellos, tiene como prioridad la especial función de detectar presentimientos y hasta premoniciones. Lo curioso (y peligroso de esta práctica) es que los defensores de este tipo de adivinación mental basan toda su fuerza argumental en columnas espirituales como la fe y el amor evangélicos (¿?).

 

2do. Punto. El espiritismo:

Definido como la doctrina recibida y fundada en la existencia, manifestación y enseñanza de lo espiritual, predica que el hombre está compuesto por los tres elementos clásicos y básicos, a saber: alma, inmortal, inmaterial, que piensa, sufre y ama; cuerpo físico en el que aquella está engastada y un cuerpo astral o etéreo que, además, sirve de enlace entre los dos elementos anteriores por ser menos material que el cuerpo y menos espiritual que el alma.

En todos los seres vivos los tres elementos permanecen unidos pero, con la muerte, el cuerpo físico se extingue, se rompe, se descompone y no pudiendo cobijar más el alma, ésta recobra su libertad envuelta de espíritu llevando, además, todas aquellas características que la harán reconocible, en determinados casos, a sus allegados y amigos.

Lo errático de esta práctica radica en el sencillo hecho de que sus practicantes creen que la revelación no terminó con Cristo en un cierto sentido, sino que continúa y continuará hasta el fin de los tiempos. Además, entra de lleno en la idolatría condenada por Dios y por Moisés, v. 11. Por eso Saúl, perdido ya el favor de su Señor, consulta a la mujer de Endor, 1 Sam. 28:6-25. Y por eso, Pablo soluciona el problema de la adivinadora de Filipos, Hech. 16:16-19.

 

3er. Punto. La magia:

  Esta ciencia concreta está presente en las religiones politeístas, en especial si éstas van acompañadas de idolatría. Así, su división en blanca o negra no es más de un simple y primitivo intento de separar el bien del mal, mágicamente hablando.

Como consecuencia de creer que Dios no tiene por qué castigar al malo, sino que éste se castiga a sí mismo por saber que toda falta moral trascenderá en una dolencia física, sus practicantes se ven abocados cada día más a acudir a exorcistas en busca de ayuda contra el demonio y la enfermedad.

Otro aspecto de la magia, es la adivinación. Sabemos que la afición a los horóscopos no es nueva ni pasajera, pues desde los caldeos pasando por las sibilas griegas y los arúspices romanos hasta hoy, han existido unas personas que explotan la creencia en vísceras, premoniciones, cartas, manos, adivinaciones, etc. etc. y otras que no hacen un viaje o negocio importante sin estar bien asesorados. Pero en este punto, el lenguaje de la Biblia es bien claro: Lev. 20:27; Deut. 18:9-14; 1 Sam. 28:9. Esto es así porque la magia es idolatría. La clave de todo este asunto la tenemos en el ejemplo de Simón el mago, que engañaba, Hech. 8:9-25. La predicción escapa de la justa dependencia total a Dios, condición indispensable de todos sus hijos: El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy, Mat. 6:11, es sintomático y el no os afanéis por el día de mañana, Mat. 6:34, definitivo.

 

4to. Punto. Los sueños:

  Según Platón el sueño era, ante todo, la advertencia de ciertos dioses para el futuro, por lo que para los creyentes su práctica e interpretación está prohibida por ir de forma clara en contra de la providencia divina. Otra cosa era la época pasada, cuando la revelación no era completa… Gén. 41:1-89.

El Talmud dice: Un sueño incomprendido es como una carta sin abrir. Sin embargo, el sueño como reflejo de las percepciones sensibles elaboradas mientras dormimos, no son más que actos indispensables para la vida. Necesitamos soñar, pero querer vivir de acuerdo a sus interpretaciones, es idolatría y, por lo tanto, condenable.

 

5to. Punto. La brujería:

  Hemos dejado este punto para el final por la sencilla razón de que los adivinos, encantadores, magos y hechiceros tiene todos, aparte de su dominio específico, un encasillamiento común en el concepto genérico de la brujería. En efecto, todas estas divisiones tienen como característica principal a la idolatría y como dios a Satán.

Las múltiples manifestaciones de la brujería entran de lleno en el campo del satanismo y desde los posesos hasta los que creen en los hechizos, gafes, cenizos, males de ojos, etc., tienen que ver con el ocultismo y las ganas de saber el futuro. No, no se busca a Dios en Cristo, sino que se adora a los modernos dioses de la mano, la brujería: la violencia, la inmoralidad, la crueldad, el morbo, el sexo… Es decir, a Baal y a Asera (diosa cananea cuyo símbolo es un árbol), Jue. 6:25-32; 2 Rey. 10:18, 28.

 

Conclusión:

Esta situación no es nueva, Jue. 2:13. Pero debemos notar que este tipo de idolatría entró en el pueblo de Israel, y en nuestras placenteras comunidades, mezclada con la compasión. El pueblo de Dios le desobedeció al no destruir a los cananeos y éstos, en compensación, lo llevaron a sus dioses. Hoy, puede que este sentimiento no sea la causa de nuestra tentación, pero sí suele serlo la curiosidad, el ansia de saber, la creencia de que somos inmunes a cualquier manifestación del ocultismo, la moda e, incluso, el que dirán los demás si no hacemos lo que hacen. Juntas o por separado, estas modas suelen ser una de las causas de nuestro deterioro espiritual por la sencilla razón de que siempre tenemos que ceder algo a cambio; es decir, según la tesis de los vasos comunicantes, al extraer a Dios de nuestras vidas, dejamos entrar diosecillos para compensar y por si acaso, Gén. 31:19, 53. Esta es la cuestión: ¡Adorar a los dioses falsos o al Dios vivo! Jos. 24:15

 

Sugerencia:

Interesarse por las aficiones a las ciencias ocultas de algunas personas que acudan al estudio: cuántas leen los horóscopos, creen en la astrología, esperan de las frases y premoniciones, suspiran por los avances de la fortuna, se miran la mano cada día, leen las cartas, intentan saber qué significan los sueños de la última noche etc. Se sorprenderán de la encuesta. A continuación, orar a Dios para que estirpe el pasotismo de la iglesia y la reviva provocando en ella la fuerza del primer amor que tanto daño hace si se pierde, Apoc. 2:4.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 5 de mayo de 2000

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409 LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

1 Tes. 4:13-18.

 

Introducción:

De siempre ha habido cierta inquietud por saber no sólo si Jesús volverá otra vez, que es un tema ya de por sí suficientemente prolijo, sino cuándo se producirá. Claro, esto importa solamente a los creyentes por encima de todo, pues para los que no lo son, el tema carece de interés.

Así que dejando a éstos últimos con sus problemas, de ahora en adelante vamos a limitarnos a pensar en los que basan toda su experiencia en la mansión celestial, Juan 14:2, y en el momento en que se produzca la subida. Cristo volverá otra vez, es cierto, pero los suyos sienten un lógico deseo de saber, Mat. 24:3.

 

1er. Punto. La ignorancia del futuro:

El himno 400 es una confesión de ignorancia. Las tres estrofas empiezan con las palabras: “Yo no sé”. Nosotros, al cantarlo, nos unimos a esa confesión que podríamos resumir en tres cosas que no sabemos:

* Yo no sé qué.

* Yo no sé cómo, y

* Yo no sé cuándo.

De manera que en relación a la cierta segunda venida de Cristo, podríamos decir: Yo no sé exactamente qué, yo no sé cómo y yo no sé cuándo.

Una primera verdad es que el conferenciante no necesariamente sabe muchas más cosas que los demás. Cristo en una ocasión dijo: Te alabo Padre porque estas cosas las has revelado a los niños y las has ocultado a los sabios, Mat. 11:25. Así, podemos decir ya que las grandes cosas del Evangelio, las más esenciales, aquellas que mueven la vida, que son un aliento de la esperanza, podemos saberlas todos. Toda la teología que hayamos estudiado, puede servirnos en realidad para analizar mejor las cosas, pero no para conocer mayores misterios.

Todas las cosas que tratamos de estudiar y comprender tienen que ver con la creencia en una existencia después de la vida; que ésta no se limita a lo terrenal, a los años que vivimos aquí, para terminar y ya está. No, muerto el perro no se acabó la rabia. Algo nos espera más allá.

* Las grandes religiones de este mundo se han preocupado por indagar más allá de esta vida. Algunas veces han dado expresión a la esperanza de otra vida con grandes monumentos, como las pirámides de Egipto.

* Todos los filósofos han intentado indagar la inmortalidad del alma, es decir, la posibilidad de que una parte de nuestro ser no pueda extinguirse, no pueda morir, acabar.

* Los espiritistas, de una forma más ingenua, queriendo indagar el más allá, han pretendido hablar con los muertos.

* Todo pertenece prácticamente al pasado. Pero, ¿y en el día de hoy? No podemos decir que en el mundo moderno no sea igual. Lo cierto es que hay preocupación por el más allá. Los científicos han investigado ciertas experiencias de personas que estaban clínicamente muertas y que han vuelto a la vida. Así se ha escrito libros como el titulado: “Vida después de la vida,” un best-seller en su tiempo que pretende saber del tema.

* Los cristianos, de manera especial, creemos en la otra vida, en el más allá, y nuestra investigación se centra de manera especial en la Biblia, la cual creemos que es Palabra y revelación de Dios. Así, cuando Pablo habla del asunto dice: Os decimos esto por palabra del Señor. De forma que buscamos los misterios en la otra vida en la Biblia por ser lo que es. De forma más concreta nos basamos en la persona de Cristo Jesús. De cualquier persona de este mundo se puede decir que nació, vivió y murió. Hay muchas personas de las que no se puede decir mucho más. De Jesús, en cambio, afirmamos que además de esos tres verbos aún podemos añadir otros tres más. No sólo nació, vivió y murió, decimos también: ¡Resucitó, ascendió y volverá!

 

2do. Punto. Yo no sé qué:

Tomamos el último verbo citado, que está en futuro: “Volverá.” Cuando hablamos de la segunda venida de Cristo podemos decir: yo no sé, yo no sé exactamente qué es. En la Biblia encontramos tres cosas que nos hablan mucho del asunto: Una promesa, una confirmación y una enseñanza.

* Una promesa. Encontramos en primer lugar una promesa que hace el mismo Jesucristo. En Juan 14:3, donde dice: Si me fuere, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Esta es una promesa clara, limpia, sencilla y corta. Si me voy, volverá otra vez y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Si el Señor dijo esto, si Él lo prometió, es porque Él lo creía. Y si Jesús lo creía, por fuerza tiene que ser verdad. Nosotros creemos en las promesas de Jesús y, por lo tanto, también en ésta.

* Una confirmación. La confirmación se hizo por medio de la voz de los ángeles. Ahora, los ángeles están de moda. Antes mucha gente decía que era una leyenda, un cuento de hadas, una tontería. Curiosamente en los últimos años están de moda en todas partes. En los Estados Unidos casi todo se representa con ángeles y muchos creen que existen, aunque sea de una manera ingenua.

Lo cierto es que el libro de los Hechos dice que en el momento de la ascensión, en el monte de los Olivos, unos 500 hermanos se reunieron con el propósito de ver al Señor Jesús en la carne, o al menos en apariencia humana. Sentían nostalgia, dolor, emoción y curiosidad por ser qué ocurriría a continuación. Pero le vieron que se elevaba lentamente, mientras extendía sus dos manos horadadas para bendecirles. Entonces escucharon una voz de ángeles que decía: Qué estáis mirando arriba? No era una reprensión, sino una preciosa invitación para interpretar los acontecimientos que estaban sucediendo y, lo que es más importante, los que iban a suceder. Mirar arriba es lo propio del creyente de vez en cuando, la actitud normal de una persona que cree en el cielo y en Dios. No sólo puede mirar a su alrededor, sino también es capaz de mirar hacia arriba. Es un privilegio de la dignidad humana el poder levantar los ojos al cielo gracias a la posición erecta que Dios nos ha permitido tener en este mundo. Por eso los discípulos se quedan extasiados mirando hacia arriba cómo el Señor se eleva y desaparece entre las nubes. Para entender esta actitud expectante, cuando Cristo asciende hasta los cielos, sería bueno recordar un paralelo en la religión de los judíos. “Cuando llegaba el día anual de la expiación, el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo que le estaba reservado sólo a él. Iba a ofrecer sacrificio por todos los pecados del pueblo. Llevaba escrito en el pectoral los nombres de las tribus de Israel. Era, pues, el representante del pueblo que iba para interceder, para orar por ellos, para arrancar a Dios la bendición y el perdón. Se ocultaba detrás del velo y el pueblo no lo podía ver. Pero en las vestiduras de Aarón había unas campanillas que sonaban bien y podían escucharse desde el exterior. Así, aunque no pudieran ver al sacerdote, que estaba oculto en el lugar santísimo, por el sonido de las campanillas sabían que estaba vivo, actuando, intercediendo delante del Padre del Cielo. Luego, al final, cuando salía de detrás del velo y aparecía para bendecir al pueblo, era un momento glorioso, que se describe así en el Eclesiástico, un libro no canónico del Antiguo Testamento: ¡Cuan glorioso era delante de la multitud de su pueblo cuando salía de detrás del velo. Era como el lucero de la mañana en medio de la nube. Así también, los discípulos que se habían reunido en aquel monte, y con ellos todos los cristianos, miraban, y miran ahora, expectantes al mismo cielo esperando la aparición de la estrella resplandeciente de la mañana, saliendo de detrás de la nube que un día arrebató a Jesús de su vista.

* La enseñanza. Tenemos, pues, una promesa, una confirmación y en tercer lugar la enseñanza que está repartida en el NT., en todos los Evangelios, en las Epístolas y en el Apocalipsis. Pero esta enseñanza tiene una finalidad práctica. Es decir, siempre que se habla de la Segunda Venida de Jesús no es para explicar exactamente qué es, sino con un fin bien concreto: Exhortar, consolar y animar.

a Consolar. En el texto de Tesalonicenses la mención de la Segunda Venida de Cristo tiene como fin consolar. Para que no os entristezcáis como otros que no tienen esperanza. Resulta que estaban preocupados porque algunos habían muerto y el Señor no había venido. Los que no tienen esperanza se desesperan ante la muerte de un ser querido. Los cristianos no, nosotros tenemosesperanza. El texto dice: No tenemos necesidad de entristecernos tanto como los que no tienen esperanza. La cosa está muy clara: Primero usa una palabra suave para referirse a la muerte: Los quedurmieron. Segundo, pero sobre todo dice: Porque están conJesús. Por eso partieron, y tercero aún hay más: Vendrán con él. Así que si están con Él y vendrán con Él, quiere decir que nos reuniremos todos, que la separación no será absoluta, definitiva, sino que tendremos la oportunidad de reunirnos otra vez con aquellos que pasaron y que han creído en Él. En esto consiste enconsuelo. Había un hombre, un creyente, que le dijeron una vez: ¡Cuánto siento que hayas perdido a tu esposa! A lo que él respondió: “No la he perdido. Se pierde aquello que no se sabe dónde está. Yo sé dónde está. Está con el Señor y vendrá con Él y nos reuniremos de nuevo.” Así pues, aquí se habla de la Segunda Venida no para explicarla, sino para consolar.

b Exhortar. En otras ocasiones se habla de la Segunda Venida de Jesús para exhortar a la santidad y al servicio. Se nos dice: Procuremos la santidad, sin la cual ninguno verá al Señor, Heb. 12:14. Cuando el Señor venga de nuevo querrá ver que nosotros estamos procurando ser semejantes a Él. Bienaventurado aquel que, cuando su Señor venga, le encuentre ocupado haciendo las cosas que Él mandó. Escuchamos al Señor en Apocalipsis decir: Yo vengo pronto y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno conforme hayan sido sus obras, Apoc. 22:12. Es pues unaexhortación a la santidad y al servicio.

c Animar. Además tiene como fin animar a la fidelidad; para ser fiel hasta en los momentos difíciles, ya sean de oposición, de aburrimiento o desánimo. Resistamos todos los días porque el Señor vendrá. La enseñanza es eminentemente práctica: No sé enqué consiste su venida, sólo sé que vendrá. Es verdad que muy al principio se esperaba esta venida casi inmediatamente. Maranata fue la palabra de inspiración y de advertencia: El Señor viene, 1 Cor. 16:22, pero no sucedió. Así que no hubo trompeta, ni voz de arcángel, ni aquella nubes de gloria, ni trono blanco del juicio, ni apertura de los libros, ni la destrucción del mundo por fuego, 2 Ped. 3:4. Hasta hora nada de eso ha ocurrido, pero sabemos que ocurrirá y que el Señor vendrá.

 

3er. Punto. Yo no sé cómo:

Tampoco sé muy bien cómo. Todas las referencias al cómo están desperdigadas por el NT, y si acepto aquella palabras que hablan de manera literal, temo incurrir en ciertas contradicciones que no sé explicar.

* Por ejemplo, leo que será como el relámpago que se extiende desde el oriente hasta occidente, Mat. 24:27. Además, que vendrá con gran estruendo de trompetas, y que habrá como una conmoción cósmica, donde los cuerpos celestes caerán del cielo, que la luna se tornará en sangre y el sol no dará su resplandor. En otras ocasiones me da la impresión que será como ladrón en la noche, 2 Ped. 3:10, que vendrá de forma silenciosa, con sigilo, de una manera apacible y sin que nada se mueva, de la misma manera que Él se marchó, sin que el mundo se enterara.

* Leo una vez que todo ojo le verá, Apoc. 1:7. Y me parece leer también que tomará a los suyos y que el mundo se sorprenderá de que los suyos hayan desaparecido de en medio de la sociedad, ya que dos estarán juntos en una cama y uno será tomado y el otro dejado, Luc. 17:34. Y yo me digo: No sé cómo será.

* Leo una vez más que los que están en los sepulcros oirán su voz, que habrá una gran resurreccióndonde todos volverán a la vida y que se reunirán en un solo lugar para ser juzgados y que el Señor apartará las ovejas de los cabritos, Mat. 25:31-33. Y me parece leer en otra ocasión que habrá una primera resurrección donde sólo resucitarán los suyos.

Se nos dice que los primeros cristianos se refugiaron en las catacumbas de Roma. Uno de los motivos por qué lo hicieron fue escapar a la persecución, escondiéndose como los conejos en las madrigueras. Pero no era el único motivo. Era también para, por decirlo así, almacenar los cadáveres, cuidar todos los cuerpos de los santos que habían muerto, esperando la resurrección. Pienso que era una medida bastante inútil ya que los elementos químicos que forman nuestro cuerpo se confunden con los de la naturaleza que se están reciclando. Si nuestra vida consistiera sólo en esos elementos de los que estamos compuestos, quedaríamos bastante decepcionados. No es nada extraordinario. Empezamos porque tres cuartas partes del cuerpo no es más que agua. ¡Eso es lo que somos! La resurrección no puede consistir en una reconstrucción del cuerpo, recogiendo los elementos químicos que tenía antes. Pero necesariamente tiene que ser una nueva creación. Pero tratar de explicarlo o analizarlo, no tiene sentido. Se trata de una nueva existencia que sólo se crea por el poder de Dios. ¿Es qué se unen de nuevo el cuerpo y el alma? Yo no lo sé.

En Tesalonicenses se dice que aquellos que vivan cuando venga el Señor, serán transformados, recibirán un nuevo cuerpo, mucho más elástico, que no tendrá dolores reumáticos o de artrosis, que no necesitará gafas, en una palabra, que no tendrá trastornos e imperfecciones. ¿Cómo ocurrirá esto? Yo no lo sé. Pero sea que vivamos o que muramos iremos todos con el Señor. El apóstol Pablo ve a los redimidos siendo arrebatados, como lo fuera Elías en un carro de fuego, en este caso en un carro de nubes. Es la visión de un creyente. No debemos ser tan literales. La letra mata, el espíritu vivifica. La descripción tiene mucho de alegórico.

Yo no sé cómo será. Sólo sé que se trata del retorno del mismo Jesús, tierno, compasivo, amable, amante Salvador.

 

4to. Punto  Yo no sé cuándo:

Finalmente hablemos del cuándo. Yo no sé cuándo será. En esto coinciden todos los cristianos, menos los sectarios y fanáticos. Si Jesús dijo que no lo sabía, sino sólo el Padre en su sola potestad, ¿cómo pretenderemos nosotros, haciendo juegos malabares, o interpretaciones fantásticas de la profecía, definir aquellos que el mismo Jesús no conocía? Aquellos que se han atrevido a señalar fechas, cuando ha llegado la hora anunciada y no se ha cumplido han seguido dos estrategias: Primero, han reconocido que de momento se habían equivocado y han señalado otra fecha más lejana, y segundo otros, para no reconocer su error, han ficho que Jesús vino en tal fecha, pero que nadie se había enterado.

La verdad es que yo no sé cuando. No importa. No es necesario hablar a cada momento de la Segunda Venida de Jesús o predicar cada domingo de este tema. Debe haber una seguridad tranquila yuna esperanza serena. No sé cuándo, como tampoco sé cuándo será mi propia muerte, en la cual sin duda Jesús vendrá a mi lado para recibirme.

 

Conclusión:

El ejemplo que Jesús pone en el cap 24 de Mateo sobre los días de Noé, es perfectamente aplicable a nuestros días. Las gentes de entonces sólo estaban preocupadas en vivir sus vidas (como ocurre hoy) mientras que Noé, paciente, pero incesantemente, iba construyendo el arca en el que él y los suyos se salvarían del diluvio. Claro, esto hizo que el patriarca tuviese que renunciar a muchas de las cosas que disfrutaban sus contemporáneos y vivir de forma distinta a ellos, pero al final valió la pena.

Resumiendo: a yo no sé en qué consiste, pero sé que vendrá; b yo no sé cómo, pero sé que se cumplirá y c yo no sé cuándo, pero sé que Dios lo decidirá, lo determinará y lo hará.

Hay muchas cosas que no sé. Pero también hay otras que puedo afirmar: yo sé que Él me ha creado, yo sé que Él me consuela, yo sé que Él me salva, yo sé que Él me da esperanza, yo sé que Él establecerá su Reino, yo sé que iré a vivir siempre con Él y yo sé que veré a los que amo y creen en Él en el más allá. ¡Ya sé bastante!

La Segunda Venida de Jesús, pues, no es una razón evidente, sino una realidad pendiente.

 

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Nota: Conferencia basada en un sermón de Sindulfo Díez del mismo título.

 

Referencias bíblicas básicas:

 

a  Certeza de la segunda venida:

Mat. 16:27. Vendrá en gloria con sus ángeles y pagará a cada uno según sus obras.

Mat. 25:31. El juicio de las naciones: Y cuando venga con sus ángeles se sentará en su trono de gloria.

  Juan 14:3. Ahora está en el cielo preparando un lugar para nosotros y debe venir para llevarnos con Él.

  Hech. 1:11. ¿Qué miráis al cielo? Vendrá como le habéis visto irse.

  1 Tes. 4:16. Cristo descenderá del cielo con voz de arcángel y con trompeta de Dios y los muertos en Él resucitarán primero.

Apoc. 22:20. Ciertamente vengo en breve.

 

b Certeza de su resurrección:

Luc. 24:39-43. Jesús se aparece a sus discípulos, les enseña las manos y los pies y come.

 

c Profecías:

Jer. 23:5. Vendrá un renuevo justo que reinará como un Rey.

Zac. 14:4. La rotura y desolación del monte de los Olivos.

Amós 9:1. Restauración futura de Israel.

  Mat. 24:3-28; Mar. 13:3-23; Luc. 21:7-24. Señales antes del fin.

 

d ¿Qué ocurrirá con nosotros cuando venga?

1 Ped. 5:4. Cuando venga el Príncipe de los pastores, nosotros recibiremos la corona.

1 Jn. 3:2. Cuando se manifieste seremos semejantes a Él

 

e  Situación actual de los creyentes:

1 Cor. 1:7. Esperando la manifestación de Cristo.

Fil. 3:20, 21. Ciudadanos del cielo, esperamos al Salvador, el cual nos transformará en semejantes a Él.

Col. 3:4. Somos mortales, sí, pero cuando Él venga seremos manifestados en gloria.

Tito 2:13. Aguardando la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.

Stg. 5:7, 8. Debemos tener paciencia como el labrador.

 

f Cristo, palabras griegas de su segunda venida, 1 Cor. 1:7. Hay tres palabras que se usan en relación con la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo: (1) Parousía, la presencia personal. Pablo usa esta palabra en cuanto a la «venida» de Estéfanas,(1 Cor. 16:17, de Tito, 2 Cor. 7:6, 7, y de su propia llegada a Filipos Fil. 1:26. La palabra significa simplemente lo que indica la traducción y se usa para referirse al regreso del Señor, en cuanto a la relación que este evento tiene con la bendición de los santos, 1 Cor. 15:23; 1 Tes. 4:14, 17, y con la destrucción del hombre de pecado, 2 Tes. 2:8. (2) Apokalupsis, revelación, descubrimiento. El uso de esta palabra da énfasis al hecho de que el regreso del Señor será visible. Se emplea también para referirse al Señor mismo, 2 Tes. 1:7; 1 Ped. 1:7, 13; 4:13, a los hijos de Dios en relación con la venida de Cristo, Rom. 8:19, y al hombre de pecado, 2 Tes. 2:3, 6, 8, y siempre implica la visibilidad, y (3) Epifaneia, aparición; se usa en los dos advenimientos de Cristo, 2 Tim. 1:10; 2 Tes. 2:8; 1 Tim. 6:14; 2 Tim. 4:1, 8; Tito 2:13.

 

g Cristo, tiempo de su segunda venida, Isa. 59:20. El tiempo cuando el Redentor vendrá «a Sión» se establece, de una forma relativa, en Rom. 11:23-29, como un evento que tendrá lugar algo después de que la Iglesia gentil se haya completado  del todo. Este es también el orden del gran texto bíblico relacionado con las dispensaciones, Hech. 15:14-17. En ambos casos, en Rom. 11:23-29 y Hech. 15:14-17, el regreso del Señor ocurre después del arrebatamiento de la Iglesia.

 

h Cristo, tres aspectos de su segunda venida, Mat. 25:1. Esta sección del sermón del monte de los Olivos va más allá de las preguntas que hicieron los discípulos en cuanto a la señal de los eventos venideros, Mat. 24:3, y presenta el regreso del Señor en tres aspectos: Su venida pondrá a prueba la esfera de profesión de la fe cristiana, Mat. 25:1-13; su venida pondrá a prueba a los siervos, Mat. 25:14-30, y a las naciones gentiles, Mat. 25:31-46.

 

  i Cristo y sus dos venidas, Sof. 3:15. Que este pasaje, y todos sus semejantes en los profetas (ver: Reino del AT.; Gén. 1:26; Zac. 12:8), no pueden referirse a nada de lo que ya ocurrió en la primera venida de Cristo se hace claro si tenemos en cuenta todo el contexto. Lo que sucedió fue en realidad lo contrario de lo que dichos pasajes expresan, ver Isa. 11:1. Sof. 3:14-20, contempla la bendición del reino sobre el todo Israel después del juicio de las naciones, eventos que tienen mucho que ver con la segunda venida del Señor.

 

 

 

 

 

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Barcelona, 5 de mayo de 2000

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410 EL DESCANSO RESPONSABLE

  Deut. 5:12-15.

 

El IV Mandamiento es una muestra de la creación humanitaria. En efecto, si leemos despacio el texto sugerido veremos varias cosas que sobresalen del mismo a simple vista: primero, es el mandamiento más largo en palabras y en segundo, empieza con el imperativo “esfuérzate.” Obviando la curiosidad de su longitud, podemos decir que la palabra forma un buen principio, pues las cosas que no se ganan el interés tendemos a olvidarlas. Por lo tanto, atención, el trabajo responsable como el día de descanso son obras de Dios y merecen nuestra aceptación. Por otro lado, además, el descanso en un regalo divino y con el regalo vino el ejemplo: Se dedicó al reposo después de haber trabajado seis días en la Creación

Esto fue un gran logro social. En Egipto, por ej. los hebreos no tenían descanso alguno, con lo cual al darles Dios los Mandamientos en el desierto, al pie de Sinaí, previó un séptimo día de descanso, no de contemplación, no de ocio, sino de cambio de total de actividad que debía dedicarse a la alabanza de la divinidad. Así, cuando un creyente respeta y celebra el llamado Día del Señor, hace lo mismo que hizo Dios.

Ahora bien, ¿Dios necesitaba un día de descanso? No, ¿por qué lo establece, pues? Para el hombre, para que su alma se integre en el cuerpo, para “cargar sus pilas”, para renovarse. Así, el hecho del descanso enaltece al trabajo que es una lección de Dios, un regalo de Dios y un hecho de Dios.

Otra cosa es si el día de descanso debe ser el sábado o el domingo. Pues si bien el primero está avalado por la larga historia de Israel, el segundo fue adoptado por casi todas las experiencias del N. Testamento; aunque, repetimos, lo que vale es descansar uno de cada siete días y además, dedicarlo al Señor de principio a fin.

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, Tarragona, 30 de julio de 2012

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411 GRACIA SOBRE GRACIA

  1 Sam. 25.

 

Sabido es que David fue escogido rey por Dios porque tenía unas cualidades fuera de lo común: Joven, valiente, pastor… pero al ser hombre, tuvo victorias, errores, arrepentimientos… pero siempre guardado por el Señor. Se sabe que no pudo matar a Saúl, a pesar de tenerlo a su alcance, porque Dios no quiso. Y es que su gracia es suficiente para salvarnos y para alumbrar a todos aquellos que nos rodean.

Sabemos que, como mínimo, hay tres formas de gracia que emanan de la naturaleza divina: Una, la redentora, somos salvos porque Él lo quiso; dos, la restauradora, la sangre de su Hijo no ha dado una nueva naturaleza, y tres, la previsora, la que nos da la posibilidad de no cometer errores definitivos, pues el pecado interrumpe la comunicación entre Dios y nosotros.

Así que su gracia también nos previene de pecar. Veamos: En este cap. 25 de 1 Sam. se citan cuatro formas de prevención. En el v. 26, se reconoce que Dios ha impedido que David manche su mano de la sangre de Saúl. En el v. 33, es éste el que bendice al Señor porque le ha impedido vengarse con su propia mano. En el v. 34 da gracias porque no ha hecho daño a la casa de Nabal y en el v. 39, las da porque ha sido preservado de hacer el mal. En más, David supo resistir la tentación para no matar a Saúl a pesar de tener diversas razones para hacerlo. Con lo que se demuestra de paso, que uno con Dios se hace fuerte.

Ahora bien, en los vs. del 2 al 11, aparece un David débil, humano, capaz de tomarse la justicia por su mano: Nabal era un hombre rico, casado con Abigail, mujer inteligente y bella. David, huyendo de Saúl, cansado de pelear, exhausto de nerviosismo, pide alimentos al terrateniente para sus hombres y para él. Éste se los niega y no sólo esto, sino que le insulta y menosprecia su rango familiar. David se enoja sin pensar que no debemos pecar pensando que ya se nos perdonará (Rom. 6:1, 2). En este caso Nabal se presenta como un insensato, pero el hijo de Isaí también. Menos mal que Dios intervino con sabiduría. Nabal, necio, torpe, cruel, material, patán, de cabeza dura, niega a David el sustento, el cual, lleno de furia marcha contra él apoyado por 400 mercenarios, pero Dios derrama su gracia y usa a Abigail, la cual, enterada del desprecio de su cruel marido hacia el futuro rey de Israel, hace acopio de víveres, intercepta a la patrulla y hasta pide perdón apelando a la conciencia del enojado David.

Así que debemos dejar las cosas en las manos de Dios. ¿Qué podemos sacar del pecado? Nada bueno, estamos llamados a ser santos, nuevas criaturas, y hasta testigos de Jesús, tanto es así que creemos que es mejor formar parte del pueblo de Dios que ser reyes de la tierra. Mas hemos de creer y aceptar que en el mundo chocaremos con seres que ejercen presión sobre nosotros tratando de que dejemos de vivir conforme a nuestro llamado, que dejemos la obra de Dios. Menos mal que su gracia nos previene, cuida y aviva nuestro corazón. No, no podemos vivir sin la enorme gracia divina como tampoco podemos hacerlo sin oxígeno. Jesús dice: Separados de mí, nada podéis hacer.” (Juan 15:5).

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 9 de septiembre de 2012

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412 INVERSIONES SEGURAS

  Luc. 12:32-34.

 

Hoy día, en plena crisis económica, los hombres buscan no sólo inversiones seguras, sino rentables. Con todo, están expuestas a quebrar e, incluso, a perderlo todo. Por eso, Jesús, en el v. 33, nos invita a “hacernos tesoros en el cielo, donde no se acerca el ladrón, ni la polilla destruye.” Pero el ser humano tiende a invertir en cosas cercanas, que pueda tocar y contar. Así que Jesús tiene que enseñar y corregir a los suyos de manera que se dediquen a invertir en algo eterno. Pues, ya lo hemos dicho, tenemos la tendencia a conservar y aumentar si cabe los bienes materiales. Así que nos gusta lo efímero, lo local, lo temporal, pensando que tenemos poco tiempo de vida y lo debemos de aprovechar, pero olvidamos que “nada trajimos al mundo y nada nos llevaremos” (1 Tim. 6:7). Además, olvidamos que todas las inversiones locales están sujetas a las leyes, a las fluctuaciones de los mercados y a los hurtos…

Por eso la mejor inversión está en el cielo, pero, y eso es problema, sólo podemos hacerlo todos los hemos sido salvos, los muertos vivientes, los que hemos pasado de muerte a vida por la sangre de Jesús. Y además, los valores a los que nos estamos refiriendo son diferentes a los terrenales. Por eso Jesús riñe a los fariseos (Luc. 11:37.54), porque sólo miraban el exterior de las cosas, lo que podían tocar, buscando el aplauso de los demás, el pago de sus aparentes gestos de piedad. Y luego advierte a sus discípulos (Luc. 12), ordenándoles que sean sinceros, sin hipocresía, porque “todo lo que uno hace en privado, será público.”

Ahora bien, hemos de aprender a temer a todo aquel que nos puede quitar la vida. Pues Satán nos ataca por la parte más débil de nuestro ser y se aprovecha de aquellos resquicios del espíritu en los que nos plantea alguna duda. Así, hemos de echarnos en las manos de Dios aunque signifique dolor físico o muerte (pensar en los antiguos cristianos que morían cantando en la arena de los circos). Aunque signifique que la gente nos de la espalda por avanzar contra la corriente… Pero, tranquilos, el hombre del mundo tiene miedo por su vida, pero no lo tiene de Dios y, al final, se dará cuenta demasiado tarde de su error (leer la parábola del rico insensato, Luc. 12:13-21).

Luego Jesús nos insta a confiar en Él con aquella frase: “Buscar primero el Reino de Dios y todas las cosas os serán añadidas.” De manera que la Biblia nos habla de algo rentable, seguro y eficaz. Ahora, hemos de dar un paso en la buena dirección, Heb. 11:8, dice de Abraham salió de su casa sin saber a dónde iba, confiando en que Dios le llevaría a buen puerto. Todos nosotros debiéramos salir de nuestro particular Ur de los caldeos y confiar en Dios hasta el punto de ir sin descanso en busca de las cosas de arriba. Pablo, otro ejemplo dice en 2 Tim. 4:6: “El tiempo de mi partida ha llegado.” Sí, ser cristiano, la verdad, merece la pena. Santiago en 3:13, remacha: “¿Quién es sabio entre vosotros? ¡Que demuestre por su buen conducta sus obras!” Que no son ninguna de las descritas en Gál. 5:19-21

Un último consejo: Leer poco a poco 1 Jn. 2:15-17, para saber “que el que hace la voluntad del Señor permanece para siempre.”

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 24 de septiembre de 2012

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413 GRACIA ABUNDANTE PARA GRANDES PECADORES

  Gén. 25:21-26.

 

Normalmente no aceptamos la gracia de balde. Es algo casi consustancial con la naturaleza humana. Estamos acostumbrados a dar para que nos den, a amar para ser amados, a abrazar para ser queridos. Luego hay otra cuestión que viene de esa gracia que no nos ha costado nada. Si es así, ¿podemos perder la salvación? Es una cuestión de grado, como no ha costado nada, no se puede retener. Mas estamos equivocados, el creyente no se puede perder, si cree que Jesús le ha salvado, no se puede perder. Sólo murió una vez por nuestros pecados y sólo esta fe nos salva sin posibilidad de vuelta atrás. Y además, somos salvos por gracia. Sin coste alguno para nosotros. De manera que es así y así lo debemos tomar.

Pero otra cosa es saber si nosotros merecíamos la salvación de Jesús. En este sentido, nosotros no hubiéramos escogido a Jacob para ser receptor de la promesa de Dios a Abraham. Mas Jacob vivió en gracia, por gracia y guardado por la gracia. En Gén. 25:16-29, vemos que era como mínimo astuto y manipulador. Sin embargo, Dios lo escogió lo cual debiera servirnos de lección. A veces, no sólo menospreciamos las cosas de Dios aceptando las del mundo porque nos cansamos de esperar la realización de sus promesas. Y entonces pecamos. Enseguida, la culpa no nos deja vivir olvidando que la gracia del Señor lo cubre todo, incluso nuestros pecados.

Jacob no se merecía que Dios estuviese con él. Y es que acoge a quien puede utilizar. Pero antes, nos forma, nos educa, nos prepara. El hijo de Isaac quería etiquetar a Dios, cambiar su voluntad y éste lo dejó cojo en Peniel para ponerle a cada cual en su puesto. Pablo fue otro gran ejemplo de los escogidos por Dios para su obra a pesar de sus obras condenables. Lo que demuestra que Dios nos escogió a nosotros y no al revés. Este es el secreto. Somos salvos por gracia, justificados por gracia… Y la fuerza de Dios me mueve obrando en nosotros. De manera que bien podemos decir que la gracia de Dios ha hecho posible lo que somos.

Amemos a Dios porque nos ha dado su gracia y por amor murió la esperanza mundial. Nada ata más que el amor a otros. Y así debemos amar, porque Dios nos amó primero. Si esta gracia nos ayudó, nos ayuda y nos ayudará, ayudemos a otros a conocer a Jesús a través de nuestras palabras y obras.

Una última reflexión: Rom. 6:1 dice y manda que no debemos pecar más con el secreto motivo para que crezca la gracia necesaria para salvarnos. Porque, dice Pablo, los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos todavía en él?.

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 30 de octubre de 2012

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414 Y SE LLAMÓ ESCLAVO

  Rom. 1:1-7.

 

Una introducción al libro de Romanos.

Esta carta trata de la Justificación en los caps. del 1 al 8; del problema de los judíos, en los caps. del 9 al 11; cuestiones prácticas, en los caps. del 12 al 15 y saludos personales en el cap. 16.

Su autor, el Apóstol Pablo era muy conocido, pero además, en sus cartas vemos el amor que tenía por las iglesias fundadas o no por él. Todos sus escritos empiezan igual, presentación, oración, saludo y el agradecimiento al Señor por darle la oportunidad de hacerlo. En sus textos se nota que además de su estilo más o menos literario está inspirado por el E. Santo. Es el Espíritu de Dios respetando su estilo y su amor. En cuanto a los temas respondían a los problemas de la iglesias, con una validez que aún sirven para nuestros días.

Sin haber fundado a la Iglesia de Roma, la conocía muy bien, si hacemos caso a la gran cantidad de datos y contactos de que disponía (ver cap. 16). La carta es en un sentido testamentaria, una especie de testamento de su puño y letra (dictada por él, escrita por el amanuense de rigor) que señala con claridad a la doctrina de la “justificación por la fe”. Pero también es profiláctica porque previene a sus lectores ante la posibilidad de caer de nuevo en el error. Los apoya y consuela asegurando que nada ni nadie los podrá apartar del amor de Dios.

En estos primeros vs. (1:1-7), se autoproclama “siervo de Cristo”. A éste lo llama Quirios, Señor, porque le considera dueño de todas las cosas. Sí, en efecto, Cristo es soberano, propietario, Señor de todo lo creado. Y él, Pablo, piensa de sí mismo que es Doulos, esclavo, que pertenece al Quirios, que es propiedad del Señor. Así, nos dice, los creyentes somos Doulos de Dios, somos esclavos de Dios. El Rey no debe nada al esclavo y éste todo al Señor, al Soberano. Y somos siervos de Dios porque nos ha rescatado, nos ha comprado con alto precio, con la muerte de su Hijo… Ahora, esta relación, Señor y siervo, debe servir para que seamos ejemplo en el lenguaje, en la calle, en el hogar, en el trabajo. Se nos debe conocer que hemos estado con Jesús, que hemos sido comprados con su sangre, que andamos tras sus pasos…

Entonces, si somos propiedad de Cristo, llamados a ser santos, apartados para su servicio, actuemos como se espera de nosotros. limpios, vivos y dando fiel testimonio del Señor, único digno de ser alabado por toda la eternidad. Pablo se llamó a sí mismo esclavo y nosotros debiéramos decir lo mismo.

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 5 de noviembre de 2012

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415 LA MILAGROSA HISTORIA DE LA NAVIDAD

  Mat. 1:18-25.

 

La Navidad es el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, pero también posibilita un nacimiento para nuestras vidas, pues en Belén Dios cumplió con su promesa de salvación para la humanidad. Así, de alguna forma es una especie de regalo para todos. Es la más bella historia de amor jamás contada. En ella hallamos la posibilidad de encontrar el perdón de nuestros pecados, el perdón que todo ser humano necesita para poder vivir la Edad eterna. Perdón que es necesario para saldar y borrar la culpa del hombre.

Pero, además, el amor que destila este nacimiento no perecerá jamás. Tanto es así que Pablo se atreve a decir que “nada ni nadie nos podrá apartar de él.” Por alguna razón, esta historia la podríamos bautizar como interminable. Tuvo un principio, pero no tendrá fin. Herodes (ver Mat. 2:1-15) quiso hacer desaparecer la Navidad, pero no pudo porque es de Dios. Pobre, pensaba que Jesús le iba a quitar el trono que le habían dado los romanos allá por el año 40 aC. Pobre, sí, estaba obsesionado por el poder, por las posesiones y por el prestigio. Nada que ver con Jesús. El hijo de Dios era rey de todas las cosas y Herodes sólo de cosas locales.

Jesús es el Salvador, el Emanuel, el “Dios con nosotros” (Isa. 7:4). Pero, hay algo más, Dios posibilitó la Navidad porque quiere recuperarnos de nuevo, que volvamos a Él, que volvamos con Él al Edén del que nunca debimos dejar y sólo creyendo en el Jesús de la cuna y de la cruz podemos hacerlo Así esta Navidad, como un acto de agradecimiento, debiéramos celebrarla haciendo a los demás lo que Jesús haría ahora mismo: Dar, ayudar, querer, amar, sufrir, cantar, orar, vivir… a los demás, por los demás ¡como Él vivió, como Él murió! Sólo haciendo lo que Él hizo en la tierra podremos decir que hemos celebrado de verdad la milagrosa e interminable historia de la Navidad.

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 17 de diciembre de 2012

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416 VIVIENDO EN SANTIDAD

  Gál. 5:22, 23.

 

Esta es una carta urgente de Pablo por la que amonesta a sus lectores por sus creencias en los signos externos para lograr la salvación. Querían judaizar a los nuevos y posibles creyentes cuando la salvación es por gracia, afirmando que no estaban bajo la ley. Además, les da una lista de las obras de la carne para que, si practican algunas de ellas, puedan darse cuenta que no están viviendo la vida que Jesús manda. Pues estas obras no están para nada de acuerdo con la lógica que indica en el v. 25. Y si vivimos con Cristo, vivamos por y en Él.

El Señor pagó un gran precio para que viviésemos en el Espíritu y, en consecuencia, en santidad. Lo hemos recibido para que no nos dejemos arrastrar por las obras naturales del mundo. Nuestros actos deben ser el reflejo de ese Espíritu que obra en el interior y que nos hace brillar con luz, que nos hace santos, apartados para Dios.

Ahora, ¿cómo podemos calibrar la calidad de esa luz? ¿Cómo podemos saber si realmente estamos tan llenos de Espíritu que hasta lo vean los demás? Practicando sus frutos, vs. 22, 23. Para hacerlo se ha de sentir la savia de Jesús que ejemplariza muy bien con su parábola de la vid y los pámpanos, Mat. 15:5. Ahora, en este proceso estamos expuestos a ser “podados”, Juan 15:2, para tener más fruto. Así, el carácter de Jesús es la luz que debe alumbrar el proceso de santidad reflejándola para beneficio de los demás y el nuestro propio, Mat. 5:16.

El amor es el primer fruto del Espíritu y el cimiento en el que se basa todo el edificio de esta santidad, pues nos ha sido dado por el mismo Señor, Rom. 5:5, para beneficio y desarrollo nuestro. Este es un amor que no espera nada a cambio y que debe mostrarse en obras concretas. Que se da, que debe darse, igual que Dios se dio por nosotros sin escatimar prendas. Y es que el que no ama no ha visto ni conoce a Dios. Él nos ama sin limites, se dio sin calibrar las consecuencias, por eso le duele nuestra infidelidad tanto o más como le dolieron los oxidados clavos de la cruz. Además, su amor es tan grande que “sobrepasa todo conocimiento”, Efe. 3:19, De manera que aún tenemos campo para crecer en amor y santidad.

La paciencia, cuarto fruto del Espíritu es una fuerza que no podemos fabricar nosotros, viene de Dios. Así de claro. Por eso nos ayuda a mejorar todas las relaciones humanas. Pero, además, la calidad de la paciencia se aprende ejercitándola. Sí, es la ciencia de la paz. Otra cosa: El amor de Dios se manifiesta en ella porque es parte de su carácter. Sabemos que no quiere que nadie se pierda y espera y espera que vayamos a Él arrepentidos. Unos lo hacemos de niños, otros de adultos… y otros nunca. Pero Él espera. No le podemos culpar de impaciencia. Mas, justo es decirlo, la paciencia, nuestra paciencia, necesita fe y esperanza, pues es un indicador de nuestra madurez espiritual.

Ahora bien, la grandeza del alma se refleja en las adversidades. Amar a quien nos ama, casi no tiene valor. Amar a nuestro enemigo sí que lo tiene. Se ha de servir a los demás hasta con gozo. Se dice que en el servicio de la Iglesia no hay voluntarios, hay siervos para servir, soportando con paciencia las pruebas que vaya regalando el servicio a los santos, pues lo primordial que obra el Espíritu en nosotros no es lo que hacemos, SINO LO QUE SOMOS, aunque para ello necesitaremos la experimentada mano de Jesús, Sal. 51:10-13.

 

 

 

 

 

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Segur de Calafell, TGN, 31 de diciembre de 2012

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417 LOS SIN DIOS

 

  Rom. 1:29-31.

 

¿Cómo es el hombre que no tiene a Dios? Este es un ser gobernado por su vieja naturaleza y que no reconoce sus pecados naturales. Digamos ya de entrada que el hombre natural es pecador, Ecl. 7:20; Rom. 3:10. Por eso sabemos que Dios lo busca posibilitando su salvación, Juan 3:16, otra cosa es que éste no quiera ser salvado intentando, además, desterrar al Señor de su vida, con lo cual no sólo pierde su piedad natural, sino su humanidad.

Si leemos el pasaje sugerido veremos que no hay otro catálogo que describa mejor al hombre sin Dios. El pecado nos embrutece, nos deshumaniza… Para empezar digamos que genera una mente reprobada para hacer lo que no es debido, a saber:

Injusticia: El injusto va contra el derecho, contra Dios y hasta contra sí mismo. No quiere tener en cuenta la ley de Dios.

Maldad: Hace daño porque sí, porque le gusta, porque disfruta.

Avaricia: No está contento con lo que tiene, quiere más aunque no lo necesite. Es tener por tener.

Perversidad: Villanía. El malo es malo, pero puede ser perversamente malo. Arde en deseos de hacer mal.

Envidia: Deseo enfermizo de hacer o tener lo que otro tiene.

Homicidio: Matar al prójimo con todo lo imaginable, con la palabra, con la vista, con el odio.

Contienda: No puede resistir que nada le pise el callo, lo mire mal o lo insulte. Siempre dispuesto a saltar al cuello del otro, a insultar a los conductores. No suele soportar el roce humano.

Engaño: No sólo es mentiroso, es chismoso. Se siente feliz cada vez que consigue algo engañando.

Mala intención: Es un agente doble, va forzando la relación, poniendo la zancadilla, haciendo mal.

Contencioso: Buscando pelea, lucha, competición.

Calumniador: Acusador falso. Obra con malicia para causar daño. Criticón recalcitrante.

Aborrecedor de Dios: Odia a Dios pues su relación no les conviene Se preguntan quién es, Éxo. 5:2.

Insolente: Descortés, irrespetuoso, despectivo, desafiante.

Soberbio: Tiene que sentir cómo Dios le resiste, Stg. 4:6, por ser lo contrario al humilde.

Jactancioso: Altivo, fanfarrón, charlatán, enemigo de la humildad.

Inventor de males: No le basta con su manera de pecar que busca justificar lo injustificable. Trata de que el mal parezca el bien.

Desobedientes a los padres: Se enfrentan a ellos sin tener en cuenta el mandamiento, Éxo. 20:12.

Insensato: Necio sin afecto natural.

Desleal: Traidor, con dos caras, mal amigo.

Cruel: Hace mal por hacerlo, disfruta haciendo pecar a otros, se regodean del sufrimiento ajeno.

Sin misericordia: Lo contrario a Dios. Al estar sin Él no saben lo que es. No gustan de la compasión que impulsa a ayudar y perdonar a los demás.

De manera que el existir humano y carnal es una cierta enemistad con Dios pues los que viven así no pueden agradarle, Rom. 8:7, 8. Así que no tenemos razón ni excusa para estar contra Él y más al saber que nos creó para ser sus amigos. Si hemos nacido de nuevo, si somos salvos por la sangre de su Hijo, ya no podemos hacer nada que vaya en contra de su Espíritu, el cual debe morar en nosotros y marcarnos el ritmo y las notas de nuestra vida, Rom. 8:9, porque nosotros ¡sí tenemos a Dios!

 

 

 

 

 

  222520

Segur de Calafell, TGN, 28 de enero de 2013

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418 UN NUEVO DÍA

 

  Juan 21:1-14.

 

De siempre nos hemos preguntado el por qué del sufrimiento del creyente. No lo sabemos, pero sí que, a veces, Dios permite que toquemos fondo para luego levantarnos a lo más alto.

En la escena que nos ocupa y que narra muy bien el texto sugerido, vemos a Pedro y seis amigos más que van a pescar al mar de Tiberias. Era su oficio, el Maestro no estaba y ellos y sus familias tenían que comer. Era de noche, un buen momento y un buen lugar. El lago de 20 Km. por 14 Km. era famoso por la cantidad y variedad de peces. Era una apuesta de éxito casi segura, pero no pescaron nada. La lógica desesperación de apoderó de ellos. No lo entendían Existían las condiciones y el deseo para triunfar, pero se olvidaron de que todo sin Dios es como no tener nada.

Nosotros pasamos algunas veces por la vida tocados por el dolor, molidos por enfermedades, espantados por falta de trabajo, angustiados por la pérdida de un familiar, etc., a pesar de que somos hijos de Dios y creemos que nos merecemos salir de todo sin demasiados daños, Pero es que sólo contamos con nuestras fuerzas, nos olvidamos de la voluntad del Padre y así nos va. Pues bien, en esos momentos no pescamos nada. A pesar de nuestras habilidades, de nuestro bien hacer, no pescamos nada. Es de noche. No vemos que cuando nos pasa lo que nos pasa es porque el Señor nos reserva para mejores batallas. Para que seamos más santos, para que pesquemos más. El mal o el dolor no nos mata, nos hace más fuertes.

De pronto, cuando uno está más ahogado en sus pruebas y fracasos, aparece Jesús, le miramos y todo cambia para bien… Al amanecer de aquel día, Jesús está en la playa mientras sale el sol a su espalda dando color y calor al día. Al ver que los suyos están cansados por la lucha, les manda que tiren las redes una vez más y pescan 153 peces. Ya era de día y en la playa ven a Jesús al lado de unas brazas asando un pez y teniendo pan, es decir cubriendo sus necesidades… Ya no importan los trabajos y el fracaso de la noche, era de día, un nuevo día y las dificultades habían pasado.

Jesús tiene todo lo que necesitamos, lo tiene todo.

¿Por qué Dios permite nuestros dolores, fracasos y dificultades? Para ser mejores, para ver el sol, para ver a Jesús, para vivir el nuevo día, 1 Ped. 1:6, 7.

 

 

 

 

 

  222536

Segur de Calafell, TGN, 18 de febrero de 2013

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419 XXX

 

  xxx.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  221183

  Barcelona, 00 de 0000 de 2000

 

 

ÍNDICE

383 Noé y el Diluvio. 1. (221184)

384 Dios tiene un plan. 2. (221186)

385 Dios prueba la fe de Abraham. 4. (221187)

386 Isaac engañado por Rebeca y Jacob. 6. (221193)

387 Jacob instado a volver a Canaán. 8. (221196)

388 José es vendido y llevado a Egipto. 9. (221198)

389 Preparados para dar. 11. (221199)

390 Peligros en la vida del cristiano. 12. (221200)

391 José se da a conocer a sus hermanos. 13. (221201)

392 El poder del Espíritu Santo. 15. (221223)

393 Droga… Sida… ¿Un castigo de Dios o una

consecuencia de nuestros deseos? 16. (221224)

394 Vivir en armonía. 17. (221230)

395 Un futuro victorioso. 17. (221231)

396 La importancia del amor en nuestras vidas. 18. (221241)

397 Marginados 19 (221242)

398 ¿Es importante la lectura? ¿Por qué? 20. (221243)

399 La oración intercesora. 20. (221271)

400 Regalos de Navidad. 21. (221272)

401 ¿Cuándo es aceptado por Dios es divorcio? 22. (221274)

402 El fin del mundo. 23. (221278)

403 Los cuatro jinetes del Apocalipsis. 24. (221279)

404 Los futurólogos y su zona de influencia. 25. (221280)

405 La zona oscura. 26. (221281)

406 ¿La última Navidad del siglo? 27. (221464)

407 La oración bien hecha. 28. (221465)

408 Ciencias ocultas. 29. (221588)

409 La segunda venida de Cristo. 30. (221977)

410 El descanso responsable. 43. (222439)

411 Gracia sobre gracia. 44. (222454)

412 Inversiones seguras. 44. (222462)

413 Gracia abundante para grandes pecadores. 45.

(222479)

414 Y se llamó esclavo. 45. (222483)

415 La milagrosa historia de la Navidad. 45.

(222500)

416 Viviendo en Santidad. 46. (222505)

417 Los “sin Dios”. 46. (222520)

418 Un nuevo día. 47. (222536)

419

420

421

422

423

424

425

426

427

428

429

430

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  BIBLIOGRAFÍA:

 

GÉNESIS:       3:15/27

6:5-9, 13-19/1

7:19/1

15:1-6/2

16:1, 2, 15/2

17:10, 18-20/2

22:1-24/4

25:21-26

27:1-45/6

31:1-55/8

37:1-8, 13, 14, 23-27/9

42:7-11, 15, 16/13

45:4-10/13

 

NÚMEROS:     14:11-19/20

 

DEUTERONOMIO:        5:12-15.

18:9-14/29

 

1 SAMUEL:

25:1-44.

 

SALMO:           1:3/12

 

JEREMÍAS:      27:9/25

 

DANIEL:          9:3/28

 

MATEO:           1:18-25.

2:11/21

19:3-6/22

 

LUCAS:           6:38/11

7:31-35/19

12:32-34.

 

JUAN:             21:1-14

 

HECHOS:        1:6-8/15

 

ROMANOS:     1:1-7, 29-31

8:35-39/17

 

1 CORINTIOS: 6:12/16

16:14/18

 

GÁLATAS:       5:22, 23

 

1 TESALONICENSES: 4:13-18/30

 

TITO:              2:11-14/17

 

APOCALIPSIS: 1:3/20

6:2, 4, 5, 8/24

16:10/26

21:1/23

 

 

 

 

 

ESTUDIOS VII

221183

bou6

00.00.00