Hay quien dice que en la noche
en que los cielos cantaron,
la salvación anunciaron
a todos los pecadores.
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ADORACIÓN MUNDIAL
Cinco niñas principiantes.
ADORACIÓN de los pastores.-
Estando ciertos pastores
vigilando a sus corderos,
vieron a tres mensajeros
que después de saludar
no dejaron de cantar:
¡Cristo ha nacido entre flores…!
Por eso, tras merendar,
fueron juntos a adorar
al mejor de los señores.
ADORACIÓN de los reyes.-
Los reyes, llenos de halagos,
desde oriente se vinieron
y con astucia supieron
donde estaba en Bien Nacido.
Y una vez ya conocido,
y asegurados los pagos,
le ofrecieron tantos dones
que el tema de las canciones
siempre los ve como Magos.
ADORACIÓN de los padres.-
También los padres del Niño
optaron por adorarle
y después de agasajarle
con pan y leche de ovejas,
aún sobraron tres bandejas
con dos quesos y un pestiño.
Y es que era para adorar
saber que podía salvar
a base de su cariño.
ADORACIÓN de los ángeles.-
Los ángeles que alabaron
con escogidas canciones,
también dieron bendiciones
al Niño de nuestro cuento,
pues después del nacimiento
el tema que señalaron
volvió a ser el ya sabido:
¡Qué Jesús había nacido
para quiénes lo llamaron!
ADORACIÓN del mundo.-
Y los nacidos del mundo
también vamos a adorarle
porque queremos amarle
con el mejor sentimiento,
pues sólo su nacimiento
y su cariño profundo,
nos puede ser de consuelo
hasta el día en que nuestro vuelo
nos lleve a un país más fecundo.
ORACIÓN DE NAVIDAD
Santo Niño de Belén,
¡gracias por haber bajado!
Te pedimos el sostén
que nos tienes preparado
para que al decir ¡amén!,
te sientas tan encantado
que quieras darnos también
el cielo recién comprado.
UN BROCHE PARA EL NIÑO DIOS
¡Mamá me dice, y es verdad,
que si soy buena esta noche,
sería como dar un broche
al Rey de la Navidad!
EL NACIMIENTO DE CRISTO FUE ASÍ
Diálogo para dos niñas.
La acción tiene lugar en la calle.
Un banco hacia el foro.
Un buzón de correos.
ALICIA.-
(Al iniciarse la escena deben dar la impresión de que ya llevan hablando un buen rato).
Si vieras Ana, que hermoso
es el cuento de Jesús,
si pudieras ver la luz
de su trono poderoso
o sentir su amor precioso
tan sólo fuera un momento,
seguro que harían del cuento
una historia sin más trabas
que las que siempre contabas
con tu peculiar acento.
ANA.-
¡Eso son ajos arrieros!
ALICIA.-
Pues seguro que cambiadas.
ANA.-
¡Vaya! Si sé que marchabas
por tan finos derroteros,
te hubiera puesto mil peros
cuando vi que me llamabas.
ALICIA.-
(Extrañada).
¡Anda, creí que me buscabas!
ANA.-
¿Yo?
ALICIA.-
Claro.
ANA.-
¡Esta si que es buena!
¡Va, no me hagas una escena!
Dudaba cuando me hablabas,
pero desde que domino
el son de tu pensamiento,
estoy soñando el momento
de seguir con mi camino.
ALICIA.-
¡Ay chica, eres un espino!
ANA.-
¡Tenme ya por despedida!
(Hace ademán de irse).
ALICIA.-
(La retiene).
Espera un poco, querida.
Si te hablo de esta manera,
es porque también quisiera
intentar salvar tu vida.
ANA.-
¡Gracias, mas tenla por salva!
(Trata de irse de nuevo).
ALICIA.-
(Suplicante).
¡Mujer…!
ANA.-
¿Está decidida?
ALICIA.-
¡Sí!
ANA.-
(Se sienta en el banco del fondo del escenario).
Pues termina enseguida
que la ocasión no es tan calva
para pintarla de malva
después de darme este susto.
Y conste que por dar gusto
espabilo a un cementerio.
ALICIA.-
Confiaba en tu buen criterio
valorando lo que es justo.
ANA.-
Bueno…
ALICIA.-
(Se sienta a su lado).
Amiga, no hay salida
para un pecado tan serio.
El signo del cautiverio
que aferra al alma perdida,
se retuerce dolorida
al hablar de libertad.
Esta es la pura verdad
y las excusas humanas
no son más que unas ventanas
rotas en la oscuridad.
ANA.-
Alicia, yo no veo tanto…
ALICIA.-
¿No te va la calidad?
ANA.-
Un poco de caridad
que nadie es puro ni santo
y si me ganas por canto,
a mí me sobran palabras
para ver que mientras labras
no destilas santidad.
¡Eso de la honestidad
es más cosas de las cabras
que de los hombres decentes!
ALICIA.-
Tolero toda tu guasa
porque aún me parece escasa
si con ella te arrepientes…
Deja de hablar entre dientes
y escucha con atención.
ANA.-
¡Soy toda oídos!
ALICIA.-
Pues la acción
comienza por la mañana
en una casa lejana
del carismático Sion.
Bueno, más que comenzar
la historia que yo te cuento,
se formó en el firmamento
cuando Dios quiso salvar
al hombre que, tras pecar,
le mirase arrepentido.
ANA.-
A ver si l o he comprendido:
¿Alguien nos quiso ayudar
antes de echarnos a andar
en este mundo perdido?
ALICIA.-
Sí, mas vayamos por partes.
Quedamos en que Jesús
después de mil años de luz
y de formar a las artes,
decidió, tal vez un martes,
que había llegado el momento
de lograr el nacimiento,
pues era tan esperado
como un velero encallado
espera el aura del viento.
ANA.-
Vale… Y yo, ¿qué pinto aquí?
ALICIA.-
Ten un poco de paciencia
que los temas de conciencia
no son cosa baladí.
(Pausa).
Su nacimiento fue así:
¡Qué estando José casado,
mejor dicho, desposado,
con María, su mujer,
les vino sin comprender
un embarazo sagrado.
ANA.-
¿Qué?
ALICIA.-
Bueno, estaban casados
pero sin fase final,
pues el manto patriarcal
los guardaba separados
bajo distintos tejados.
ANA.-
(Irónica).
Vaya una escena tan tierna,
¿dónde está la fuerza eterna?
ALICIA.-
Ahora viene, despechada…
Estaba María sentada
en la cámara paterna,
cuando tuvo la visión
de todos bien conocida:
¡Había sido la elegida
para cumplir la misión
que haría que cualquier nación
pudiera por fin salvarse!
ANA.-
Pero, ¿y José?
ALICIA.-
Al enterarse
del divino privilegio,
escapó del sacrilegio
retardando el acostarse…
Imagino que me entiendes.
ANA.-
Muy espeso me parece,
pero sigue, que me crece
la atención por lo que vendes.
ALICIA.-
Tranquila, ya no me ofendes.
ANA.-
Bueno, ¿quieres continuar?
ALICIA.-
Como había que empadronar
a todos los palestinos
según los cauces divinos,
los dos fueron a buscar
aquel pueblo de Judea
con palmeras escarlata.
Y tras larga caminata
a través de Galilea,
llegaron a nuestra aldea
cansados y desmayados.
Y medio desengañados
entre aquella gente ingrata,
hicieron una fogata
en un corral sin cercados,
pues tras andar por arenas
y por oscuras callejas,
no encontraron otras tejas
que no fueran las ajenas.
Por eso, y tras varias penas,
nuestros buenos refugiados
se vieron aposentados
en un desnudo pesebre
montado por un orfebre
para guardar sus ganados.
Pero nunca sobre pajas
se juntó tanta belleza,
pues los brotes de pobreza
propios de mansiones bajas,
se cambiaron por alhajas
de rubí, perla y topacio.
ANA.-
Alicia, ves más despacio,
pues así no hay quién te siga.
Perdona que te lo diga,
siempre pensé que un palacio
no sería aquel establo,
pero lo pintas de un modo
que hace que parezca todo
el campo santo de Pablo.
Sin embargo, en un retablo
también lo he visto nacer
y aún así no puedo ver
donde radica el milagro.
ALICIA.-
¿Necesitas otro Almagro
para tu Perú?
ANA.-
Mujer,
razona por un momento
sin pecar de fantasiosa:
¿Cómo es que pintas gloriosa
toda la escena del cuento
que narra este nacimiento?
ALICIA.-
Es que era un bebé muy sano…
ANA.-
(Irónica).
¿No te excedes en la mano?
ALICIA.-
Bueno, también se ha sabido
que nuestro recién nacido,
a pesar de ser humano,
tenía el corazón divino.
ANA.-
(Se levanta).
‘Ahora sí que te has pasado!
ALICIA.-
Pero si te lo he explicado.
ANA.-
Bien, como no hilo tan fino
voy a seguir mi camino…
(Hace ademán de irse).
ALICIA.-
(Se levanta también y la retiene).
¿Ya no cumples tus promesas?
ANA.-
Oye, no salgas con esas
que aunque te estoy escuchando,
no tengo por qué ir tragando
las cosas que me confiesas.
ALICIA.-
(Ligeramente enfadada).
¡No sabes cuánto lamento
que dudes de mi memoria,
así que acabo mi historia
en este mismo momento!
ANA.-
(Se sienta otra vez haciendo gestos conciliadores).
Bueno, termina tu cuento
que luego discutiremos.
ALICIA.-
Me parece bien. Veremos
si tras escucharlo todo
te convences de algún modo
de que los dos te queremos.
(Se sienta junto a su amiga).
ANA.-
Claro, algo así me temía…
Pero sigue, que te espero.
ALICIA.-
Dicen que aquel mesonero,
famoso desde aquel día,
tuvo piedad de María
al verla tan angustiada
cuando buscaba posada
con su señor carpintero,
y que fue tanto su esmero,
que sin cobrar para nada
les dio dos mulas muy listas
y una cuadra abandonada,
que es la que ha sido pintada
por muchos de los artistas.
Tratados, pues, de turistas
y sin lanzar una queja,
aquella santa pareja
elegida del Señor,
se quedó sin más calor
que el que les daba una reja
calentada con sarmiento,
y la paja regalada
tras haber sido pisada
por los cuatro regimientos
que vigilaban los vientos,
las casonas y las redes.
Y ellos, a quien las mercedes
divinas y humanas miman,
miran como se aproximan,
a través de las paredes,
las horas del desenlace
que tanto habían esperado.
Y nace el Ser anunciado
que no sólo les complace,
sino que igual satisface
a la demás concurrencia.
Y nace el que por herencia
es Señor de los humanos,
el que, con sus propias manos,
sembrará tanta clemencia
cuando sea crucificado,
que nos abrirá el camino
hacia el remanso divino
tantas veces añorado
a partir de aquel pecado
que dejó tanta secuela…
¡Por eso, María consuela
el primer llanto divino
y por eso, me imagino
que con alguna cautela,
le llamaron Emanuel
para decir a unos y a otros
que Dios está con nosotros
desde el desierto el vergel
y desde Nepal a Israel!
ANA.-
¡Anda! ¡Pues yo siempre he visto
que a ese a quien tú llamas Cristo
todos le llaman Jesús!
¡Creo que confundes la luz
con la llamita de un mixto!
ALICIA.-
Pues es lo mismo, querida,
no varía el significado.
Este Niño consagrado
con el halo de la vida,
era Dios en la partida
y Dios en el nacimiento.
ANA.-
A ver, descansa un momento.
Mira lo que son las cosas
porque no todas las rosas
sirven como condimento.
ALICIA.-
(Algo picada).
¡Tú dirás, pues yo no miento!
ANA.-
Paso en el recién nacido
santamente concebido,
pero lo que no consiento
es que para mi escarmiento
digas tal barbaridad.
ALICIA.-
Pues insisto en que es verdad.
ANA.-
Será una parte del drama
que tras reforzar la trama
se llena de oscuridad.
ALICIA.-
Huelo un recelo infundado…
ANA.-
(Se levanta).
¡Es que el asunto es muy magro!
Afirmas que ese milagro
magistralmente hilvanado,
consiste en que el bien amado
Señor todopoderoso,
dio a una madre sin esposo
un ser recién engendrado.
¿Voy bien?
ALICIA.-
Sí.
ANA.-
Queda aceptado,
aunque lo veo muy hermoso
para entenderlo sin fe.
Bien. Quedamos en que el Niño
por exceso de cariño
o por ciencias que no sé,
fue adoptado por José
en una noche lunar
a todas luces sin par.
¿Es eso lo que has contado?
ALICIA.-
Más o menos hilvanado,
¿a dónde vas a parar?
ANA.-
Lo verás en un momento
si aprendes a estar callada.
ALICIA.-
Está bien, no diré nada.
ANA.-
Pues hay algo en este cuento
que me suena más a invento
y a consulta de mercado
que a un suceso constatado.
ALICIA.-
A ver, ¿qué quieres decir?
ANA.-
Oye, no es por discutir,
pero ese Niño sagrado,
¿es Dios?
ALICIA.-
¡Sin lugar a dudas!
ANA.-
Pues si aún sabemos contar
tendremos que comparar,
con el permiso de Judas,
a su madre con las mudas
que genera con destreza
la propia naturaleza
en su procesión mutante,
pues si Rey era el infante,
¡su madre de la realeza!
De no ser resultaría
sin pensar el primer cante
que no fueran consonante
el Niño Dios y María.
ALICIA.-
Eso ya me lo temía.
ANA.-
¿Por qué?
ALICIA.-
Eres tan sensiblera
que…
ANA.-
Un momento Alicia, espera
que formule la pregunta,
¿cómo poder sacar punta
en el borde de una esfera?
¿Cómo, si Dios es eterno,
puede nacer en la tierra,
trabajar con una sierra
y estar expuesto al infierno?
¿Por qué aguantar un invierno,
y muchos otros peligros,
si desde más de mil siglos
ya dominaba al averno?
¿Por qué dejar un gobierno
mucho mejor que el de Migros?
Mas, ¿deja su eternidad
convirtiéndose en finito
o ensalza hasta el infinito
su propia maternidad?
ALICIA.-
Casi das con la verdad.
ANA.-
Explícame tus razones.
ALICIA.-
(Se levanta y muy juntas, cogidas del brazo, se adelantan a las candilejas, hacia el primer plano).
Mira, todas las cuestiones
suelen tener las dos caras…
ANA.-
¡Déjate de cosas raras
y enséñame tus versiones!
ALICIA.-
Difícil será la cosa,
mas trataré de explicarme
y como no quiero liarme
con una acción tediosa
que me convierta en odiosa,
intentaré ser sencilla
ya que cualquier maravilla
se vuelve más comprensiva
cuándo sabes que está viva,
cuándo ves que al final brilla
y cuándo más se aproxima
al lenguaje más corriente.
Sólo así, con este ambiente
llegaremos a la cima…
ANA.-
(Burlona).
¡Si ves que algo no te rima,
busca palabras más recias!
ALICIA.-
(Sin hacer caso).
Ese problema que aprecias
en toda mi explicación,
encierra la solución
no en cuatro palabras necias,
sino en las mil sutilezas
que configuran la gente,
pues debes tener presente
que, aparte de otras bellezas,
nuestras dos naturalezas
se juntan y complementan.
ANA.-
¿Así que eso es lo que cuentan?
ALICIA.-
Sí, alma y cuerpo van unidos
y entrelazando los nidos
que conforman y alimentan
a cualquier persona humana.
ANA.-
¿Y a eso lo llamas sencillo?
Yo lo veo como un castillo
de la estepa castellana
que perdida su campana
tiene que tocar a muertos
con las tejas de los huertos
y los palos de pastores.
¡Venga ya, cambia de flores
que si tus dichos son ciertos,
me dejan tan preocupada
que ya no sé si la calma
me viene por tener alma
(Señala a su cuerpo).
o por tener su fachada!
ALICIA.-
¡Es que no te esfuerzas nada!
ANA.-
¿A dónde vas a parar?
Si no me dejas hablar
siempre tendrás la razón…
Además, mi corazón,
aparte de palpitar,
no entiende de sutilezas.
ALICIA.-
Bien. Desde el primer momento
se fraguó el comportamiento
de las dos naturalezas.
Y es ahí donde muchas piezas
encajan con precisión,
pues con la separación
de tan firmes elementos
tengo que acabar los cuentos
del Restaurador de Sion
y su santo nacimiento.
ANA.-
Pues venga la conclusión
que pienso que la ocasión
no sólo nos viene a cuento,
sino que es nuestro alimento.
ALICIA.-
Estupendo.
ANA.-
¿Lo repito?
ALICIA.-
¡No…! Al ser de cuerpo finito
nacemos y nos morimos.
Bien. Mas, ¿sabes si subimos
enteros al infinito?
ANA.-
Yo…
ALICIA.-
El espíritu es el viento
con una vida especial.
Así, si no es material,
ni pasó por nacimiento
ni le afecta el crecimiento.
Por lo que queda aclarado
que los padres sólo han dado
el cuerpo y su movimiento.
ANA.-
¿Y el espíritu?
ALICIA.-
¡Es el viento
que Jesús nos ha entregado!
Y a partir de este momento
podemos decir con calma
que su madre no nos salva
y que sólo fue instrumento
del glorioso advenimiento.
ANA.-
Comprendo el significado…
ALICIA.-
Sí, Cristo nos ha salvado
de las iras del infierno,
porque siendo un Dios eterno
así lo tenía pensado.
ANA.-
Bien, ¡gracias por tu llaneza
y por tus ganas de ayuda!
¡Nunca más seré tan ruda…!
Y hablando ya con franqueza,
hasta entiendo la nobleza
del Cristo de las naciones.
ALICIA.-
Ya veo que mis oraciones
están siendo contestadas.
Ana, ¡bienaventuradas
las querencias e ilusiones
que al principio confesamos!
ANA.-
Oye entiendo, mas no creo
y no es fácil de creer.
ALICIA.-
Ya veo,
pues seguiré orando…
(Se van yendo hacia la izquierda).
¡Vamos,
vé tranquila!
ANA.-
¿Nos llamamos?
ALICIA.-
¡Claro!
ANA.-
¿Orarás?
ALICIA.-
¡Desde el alba!
ANA.-
(La besa).
Bien…
(Medio mutis).
¿Cómo puedo ser salva?
ALICIA.-
¡Creyendo que Jesucristo,
amén de haberlo previsto,
subió a una ladera calva
y murió por tus pecados…!
¡Quiera Dios darte el acento
que guíe tu arrepentimiento
hacia el sol de los salvados!
ANA.-
Te agradezco tus cuidados.
ALICIA.-
Yo siempre te ayudaré.
ANA.-
¡Gracias amiga, lo sé!
¡Adiós!
ALICIA.-
Oraré por ti, Ana.
ANA.-
¡Gracias otra vez, hermana!
¡Adiós!
ALICIA.-
¡Cuídate… y ten fe!
ANA.-
¡La tendré…! ¡Adiós!
(Se va por la izquierda).
ALICIA.-
¡Adiós, Ana!
(La mira desaparecer y exclama pensativamente):
Quisiera que mis palabras
saltasen como las cabras
por los riscos de Doñana
para abrir una ventana
en un valle tan perdido,
que sólo un recién nacido
puede hacerlo florecer
por el hecho de nacer
y por ser tan desprendido…
¡Sólo si fuera mi hermana
sería posible emprender,
en el mismo atardecer,
el camino del mañana!
¡Quiera Dios que aunque sin gana
haga suyo este refrán
y se escape del Satán
que la tiene encadenada,
pues es alma muy amada
para tan mal capitán!
(Se vuelve hacia los espectadores y adopta una actitud de oración, manos unidas y mirada dirigida al cielo).
¡Señor, que tu nacimiento
la mueva a salir del lodo,
pues es el único modo
de abandonarse en el viento
que da el arrepentimiento!
¡Señor, que tu bendición
alcance a toda la nación,
reino, país y continente,
para que toda la gente
acepte tu salvación,
tu mansedumbre y tu bien!
¡Qué tu paz y tu nobleza
nos devuelvan la grandeza
y nos sirvan de sostén!
Por tu hijo Jesús… ¡Amén!
(Va a irse por la derecha, pero parece darse cuenta de la existencia del público y avanza hacia él llena de extrañeza).
¡Anda! ¿Cuándo habéis llegado?
¡Sabéis que Cristo ha bajado
y que puede estar aquí?
(Se adelanta hasta las candilejas y se siente encima de ellas, acomodándose como si fuese a empezar el cuento de nuevo).
Su nacimiento fue así:
¡Qué estando José casado…!
CANTO AL NIÑO JESÚS
Mi canto al niño Jesús
es como veis bien sencillo:
¡Qué siempre me maravillo
al hablar de tanta luz!
LA CERTEZA DEL NACIMIENTO DE CRISTO
La serena noche de Navidad,
salpicada de aromas diferentes,
nos habla de más hechos elocuentes
que palabras juntó la humanidad.
Y es que por simple que sea la verdad,
si se encara a las mentiras patentes,
puede dejarlas solas e impotentes
blanqueadas por su propia necedad.
Los que apelan a la casualidad
para razonar los hechos fehacientes,
no dan fe de más milagros presentes
que los que brinda su necesidad.
Y si por quiebros de mentalidad
asimilan la vida con los dientes,
es porque tras titularse valientes
se confunden con su debilidad.
Si aquella noche trajo la hermandad
para todo un pueblo y demás parientes,
es porque Dios, con sus ojos clementes,
decidió borrar de una la maldad.
Y emergió nuestro Cristo en Navidad
rodeado de unos padres muy fervientes,
sencillamente, y sin que otros salientes
burlaran a la negra oscuridad.
Y no busquemos otra realidad
si nos tenemos por entes conscientes,
porque las cuestiones entre las gentes
destruyen cualquier posibilidad.
Y si pensáis que en Dios no hay igualdad
por ser Señor de cascadas y fuentes,
es cierto que entre mil pajas calientes
se negó a sí mismo por caridad.
Entonces, es una barbaridad
no aceptar tantos signos evidentes,
¡Cristo nació sin más inconvenientes
que los que generó su humanidad!
Ni existe más infalibilidad
ni existen levantados otros puentes:
¡El Señor dio la paz a sus creyentes
cuando estableció que la Navidad
serviría para salvar a las gentes
que creyesen de buena voluntad!
EL PESEBRE FLORECIÓ
Si Jesús nació en Belén
no fue por andar con miedo;
es que, al no tener sostén
en los ricos de este mundo,
se vio obligado a nacer
en un corralón inmundo
tras hacerlo florecer
con dos geranios y un bulbo.
MURIÓ MALDITO
Recuerdo haber visto escrito
que este Jesús del cantar,
sólo nos pudo salvar
muriendo como un maldito…
UNA EXISTENCIA GLORIOSA
Qué Navidad tan preciosa
nos regaló el buen Jesús:
¡Vino para darnos luz
y una existencia gloriosa!