14.1 LA UNIVERSIDAD CELESTIAL

Catorce de enero

 1 Jn. 2:12-14

El pasaje escogido para hoy no tiene desperdicio: Juan les habla a «los hijos, padres y jóvenes» y, en general, a todos aquellos que queremos aprender de nuestro Dios de forma muy personal.

En primer lugar se nos dice que tenemos en común el perdón de los pecados conseguido gracias a una acción redentora de Jesús. De manera que de no tener esa base, de no haber aprobado esa selectividad por usar un lenguaje académico, no podríamos haber accedido al paraninfo celestial. Así, para crecer en santidad, para seguir en carrera, debemos vivir en cristiano; es decir, estar bien matriculados en el conocimiento de Dios.

Luego (esta es una característica que se nos reconoce y valora en lo que cabe), ya que conocemos al Rector del curso y que sabemos que ha ejercido desde el principio de todos los tiempos, debemos aprovechar su permisividad para tratar de conocerlo de una forma íntima y aprender de sus claras lecciones magistrales.

Y es que este conocimiento, esta pureza creciente, genera a su vez una fuerza capaz de vencer al fracaso, a la poca santidad, al maligno y a su mediocridad… Es cierto, la fuerza y el saber del conocimiento celestiales se adquieren haciendo, practicando la santidad y viviendo, día a día, la voluntad de Dios. En otras palabras, ¡imitando a Cristo! Imitación que pasa por un claro desgastarnos los codos y las rodillas leyendo su Palabra y orando continuamente.

Pero hay más: Una vez conseguida la fuerza suficiente para vencer al maligno, para dejarlo a la espalda, hemos de aprender a usarla en todas aquellas ocasiones de la vida que lo requieran. Así, antes de tomar una decisión importante, optar por un camino o elegir una carrera, hemos de consultar al Maestro el cómo y el cuándo aplicar una fuerza recién adquirida no sea que, sin querer, la usemos para oponernos a la voluntad de Dios. Recordemos que éste es muy sabio y lo mismo da que quita, Job 1:21. Aprendamos, pues, de los misterios del Reino de los cielos que se adivinan en las palabras de Jesús, pronunciadas en un fin de curso cualquiera: Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene (al que no conserva), aun lo que tiene le será quitado, Mat. 13:12.

De todas formas, aprovechemos la estancia en la universidad celestial, pues hemos de saber que aunque no demos la nota esperada; al final, si hemos confiado en Él, en Jesús, tendremos el despacho, el diploma, que nos dará derecho a ejercer a lo largo y ancho de la eternidad, Mat. 25:21.